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lunes, septiembre 15, 2025

‘Humo’, el libro póstumo de John Berger con ilustraciones de Selçuk Demirel

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Nunca hay humo sin fuego. Es lo primero que escribió John Berger en Humo, un breve libro póstumo de aforismos acompañado de ilustraciones del dibujante turco radicado en Francia, Selçuk Demirel. De tapa dura y con una gran calidad de papel, lo acaba de editar La Marca ocho años después de la muerte del multifacético artista inglés, fallecido en 2017.

Humo, de John Berger (La Marca). Foto: gentileza.Humo, de John Berger (La Marca). Foto: gentileza.

“Las palabras en los medios de hoy a menudo funcionan como una cortina de humo para ocultar las llamas”, se lee en el comienzo, donde Berger planta la ironía de sus textos: dice luego, como un anticipo, que hubo un tiempo en el que los hombres, mujeres y (en secreto) niños fumaban.

Así, con el efecto de una doble pincelada –la de la palabra en compañía de la imagen– se lee fragmentariamente una pieza que es, a la vez, un movimiento de cierta evocación nostálgica y una metáfora de la “cortina de humo” con la que suelen engañar los poderosos en su ejercicio constante de hipocresía.

En los trazos de Selçuk Demirel aparecen casas, chimeneas, cigarrillos encendidos que desprenden nubes gigantes, cabezas incendiadas, bombardeos, locomotoras, teteras, pipas, cabezas quemadas y hasta animales que también fuman. Lo que se repite, de forma insistente, es la imagen de una casa de donde sale humo: un símbolo del compartir, de solidaridad y del amor como también de un guiño a las miles de casas destruidas y que yacen sin humo.

Gracia, asombro y picardía

Hay gracia, asombro y picardía del turco, una coautoría que se siente cómplice y fluida alrededor de John Berger, con quien mantuvo una larga amistad que devino en cuatro libros conjuntos, entre ellos Man on a beach y Cataract. Solían compartir viajes, cenas y largas conversaciones: Humo, en efecto, se gestó en el verano boreal de 2015, mientras cenaban en compañía de Nella (la esposa de Berger) y Maria Nadotti, traductora de Berger al italiano.

Fue allí, durante la cena, que Berger reveló que había dejado de fumar. “Yo, por mi parte, había dejado de fumar años atrás, así que la conversación se puso nostálgica sobre nuestra vieja pasión por el cigarrillo”, dijo Demirel en una reciente entrevista.

Como si fuera un viejo amigo al que dejaron de frecuentar, los artistas recordaron anécdotas, los intentos por dejar el vicio, los placeres y las emociones personales. Luego de esa juntada, en rigor, intercambiaron una correspondencia postal durante un tiempo, donde se mandaron dibujos y textos. Fueron improvisando sobre la marcha.

Demirel solía enviar ilustraciones –algunas en blanco y negro, otras en color– y Berger se las devolvía con un texto que las acompañaba. Hasta que el escritor inglés agregó una historia corta, una historia dentro de la historia, y el libro terminó con la imagen de un perro fumando un cigarrillo.

En el epílogo se lee, en forma de versos: “¿Lo soné o fui una vez a Islandia por recomendación de mi tío Edgar? Creo que me quedé en Reykjavik, la capital, por dos días. En islandés, Reykjavik significa Bahía de los Humos. Esto se debe a que alrededor de la bahía donde la ciudad está construida hay unos géiseres calientes que humean. En Reykkavik conocí a un hombre que me contó sobre sus aventuras en la lejana tundra del Polo Norte. Fue allí con cuatro compañeros y una jauría de malamutes para tirar de sus trineos. Viajaron durante muchos días y se acurrucaron durante muchas noches en el frío devastador. Y comenzaron a perder su sentido de la historia. Comenzaron a sospechar que en el mundo solo existían perros y hielo. Entonces, una mañana, vieron más allá del horizonte de la tundra una columna de humo que se elevaba hacia el cielo. Y estaban exultantes. Un signo de la humanidad”.

Foto de archivo tomada el 26 de noviembre de 2010 del escritor y crítico de arte británico John Berger. EFE/Salvatore Di Nolfi  Foto de archivo tomada el 26 de noviembre de 2010 del escritor y crítico de arte británico John Berger. EFE/Salvatore Di Nolfi

Antes que en el cigarrillo, Demirel y Berger pensaron en el humo rememorando sus imágenes de infancia, cuando la calefacción era a carbón. Y luego se enfocaron en revivir la presencia del cigarrillo en la vida cotidiana, como rutina casi familiar y hasta esnobista –no había famoso, por entonces, que no posara seductoramente con un cigarro en la boca–, a la demonización del mismo, cuando en las campañas de salud se convirtió en algo maldito.

La doble vara del discurso político, según Berger: mientras los fumadores fueron arrojados fuera del paraíso, el calentamiento global y el capitalismo financiero-industrial nunca parecen detenerse. “Mientras fumábamos juntos, intercambiábamos nuestras visiones del mundo”, escribe, bajo una idea de comunidad en la que, junto a sus compañeros, “describían viajes, discutían la lucha de clases e intercambiaban sueños”.

Fumar en los trenes

Se fumaba en los trenes, incluso en los aviones. Fumaban entre partido y partido de tenis o de fútbol, se fumaba en restaurantes: los ceniceros eran artilugios de hospitalidad. Entonces algo sucedió y todo cambió. Fumar fue declarado mortal y se convirtió en una amenaza social. Los fumadores, escribe Berger, se transformaron en asesinos involuntarios.

“Y así, fumar se convirtió en una perversión solitaria. Mientras tanto el calentamiento del planeta a través del dióxido de carbono continúa sin cesar. Volkswagen mintió sobre los gases de escape de los autos que fabricaban. Los fumadores habituales, desterrados de los lugares públicos, tantos los de exterior como los de interior, fueron derivados hacia los mismos escondites, en los que felizmente se encontraban con otros proscriptos”.

Humo, de John Berger (La Marca). Foto: gentileza.Humo, de John Berger (La Marca). Foto: gentileza.

El pasado: reconstruir el tiempo para un tabaco y una historia. Escritor, crítico de arte y pintor, en Humo John Berger, considerada una de las voces más lúcidas y provocadoras del pensamiento europeo, hace gala de la sustracción para, a través de breves aforismos y reflexiones cargadas de poesía, invitar al lector con las dosis de su mejor medicina literaria: una dura crítica de la época y del mundo moderno aunque también un rescate de la belleza de la sociedad humana.

En esa tensión inexorable de lo viejo y lo nuevo, lo permitido y lo prohibido, el cigarrillo y los modos de fumar en la mirada de un perspicaz observador de las mutaciones aceleradas de lo contemporáneo.

Humo, de John Berger (La Marca).

Redacción

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