En un gesto inédito pero profundamente simbólico, un niño autista de 11 años, acompañado por su madre, denunció ante la Justicia civil al presidente Javier Milei por haberlo agraviado públicamente durante un acto oficial.
El caso fue presentado con el respaldo de organizaciones de derechos humanos y neurodivergencias, que remarcaron la “violencia simbólica” del episodio y su impacto en la subjetividad del menor.
Según consta en la demanda, el presidente habría utilizado al niño como objeto de burla o comentario despectivo, en un contexto donde su condición era conocida. Esto, afirman los abogados, configura una forma de discriminación y estigmatización con responsabilidad institucional.
⚖️ ¿Por qué es importante?
La denuncia no es solo un reclamo legal, sino un mensaje político y cultural: desde qué lugar se nombra la diferencia, cómo se ejerce el poder desde la palabra y qué peso tiene la palabra presidencial cuando apunta hacia abajo.
Que sea un niño quien inicia este proceso judicial pone en evidencia el grado de exposición al que quedan sometidos ciertos cuerpos cuando el Estado no cuida, sino que señala. Y cuando el discurso se convierte en arma, la palabra deja de ser política para volverse daño.
🧠 Libertad de expresión vs. discurso dañino
Milei ha defendido reiteradamente su derecho a hablar “sin corrección política”, pero el episodio reabre un viejo dilema:
👉 ¿La libertad de expresión justifica la agresión, especialmente cuando quien habla ostenta el máximo poder del país?
👉 ¿Qué responsabilidad tiene un presidente al referirse a una persona con discapacidad frente a un micrófono?
Los especialistas advierten que cuando la estigmatización viene desde arriba, se amplifica. Se legitiman discursos discriminatorios que después bajan al aula, al trabajo, a la calle.
💬 Conclusión
La denuncia del niño autista interpela no solo al presidente Milei, sino al conjunto de la sociedad:
¿Cómo tratamos a quienes son distintos? ¿Qué lugar damos a la vulnerabilidad en el discurso público?
Y sobre todo, ¿qué valores queremos que encarne quien representa al país?
Lo que se debate no es una frase suelta: es el derecho a no ser herido por el Estado. A que la palabra oficial no sea castigo, sino contención. A que incluso un niño, aún en su diferencia, no tenga que defender su dignidad solo.