Independiente jugó uno de esos partidos que se sueñan. Goles, golazos, toques y ole, ole y ole. Le ganó 4 a 0 a Godoy Cruz en Avellaneda y confirmó su lugar en la primera colocación de las posiciones de la Zona B. De paso engordó la diferencia de gol, que será determinante al final de las cuentas y puede pensar en su debut en la Copa Sudamericana completamente despreocupado.
El equipo de Julio Vaccari pegó de entrada y resolvió el partido antes de que se jugara el segundo tiempo, que se jugó porque se debió jugar, pero no pasó nada. Todo ya había sucedido en los primeros 45 minutos, de golpe.
Porque el Rojo no le dio tiempo a nada al Tomba que prácticamente se propuso remontar el partido desde el comienzo. Porque a los dos minutos, Felipe Loyola se mandó un golazo que combinó su capacidad y la suerte. El mediocampista le pegó un derechazo a la pelota que picó a medio metro y se elevó por encima del arquero Franco Petroli que solo pudo ver como volvía a botar a sus espaldas para tocar el palo y cruzar la línea con efecto.
El chileno tuvo una tarde encendida: 15 minutos más tarde tomó un rebote fuera del área y sacó un derechazo que esta vez mandó la pelota con un vuelo rasante recto, como un misil, que pegó con violencia el fondo de la red. Apenas pasado el cuarto de hora el 2 a 0 tenía paralizado al equipo de Mendoza, que no lograba siquiera pasar el mediocampo.
Pero Pipe no era el único inspirado. Después de una jugada preparada a partir de un tiro de esquina, Álvaro Angulo sacó un remate fuertísimo que se desvió en Lucas Arce y descolocó al arquero. El 3 a 0 desató la locura en la tribuna, que desde hacía rato se desgañitaba con la cantidad de pases seguidos que era capaz de hacer Independiente.
El encargado de romper ese clima no fue el Tomba, sino Santiago Montiel. El mediocampista bajó una pelota con una pirueta innecesaria y tres metros después se cruzó con el rigor de Bastián Yañez que se preocupó por no tocar pelota para que no se confundiera con un simple empellón. Amarilla, claro. El partido se picó un poco, pero siguió el baile. Independiente fue a buscar el partido como si necesitara más goles.
Y los tuvo porque el equipo de Vaccari metió el cuarto antes de que se terminara la primera parte. Esta vez fue Gabriel Ávalos: el paraguayo tomó un rebote en el área tras el disparó de Montiel que había encontrado la respuesta inicial de Petroli.
Godoy Cruz buscó en el vestuario una tregua. El cachetazo de la primera parte había sido lo suficientemente amplio para pensar que en la segunda parte podía pasar algo distinto. En todo caso, el primero de los objetivos fue que Independiente dejara de manejarse en la cancha como si estuviese en un entrenamiento.
Los primeros cambios de Esteban Solari permitieron que el equipo mendocino recuperara la pelota. En el segundo, entonces, Godoy Cruz presionó más arriba, miró de cerca en algunas ocasiones a Rodrigo Rey y se despojó de su papel de sparring.
Más allá del resultado, lo que mostró en el último tramo puede dejar algo más tranquilo al hincha que el miércoles también prenderá el televisor para el debut de la Copa Sudamericana ante el Grau de Perú. Pero en el Tomba no hay tranquilidad: antes del partido en Avellenada el entrenador Solari y algunos jugadores tuvieron una discusión que se notó bastante en la cancha.
La misma copa está en el horizonte del Rojo. Su rival será Oriente Potosí y la goleada en Avellaneda el combustible para intentar llevar a Bolivia este envión. El Rojo sueña y lo hace en grande.
Lo más saliente del partido
— SportsCenter (@SC_ESPN) March 29, 2025
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