El escenario mayor del Parque de las Naciones se vistió de gratitud para honrar la historia de vida de ocho inmigrantes. Un tributo a la memoria, el trabajo y la esperanza de los pioneros que eligieron Argentina.
viernes 05 de septiembre de 2025 | 19:21hs.
Sergio Marcos Zanin, italiano de 77 años, quien ingresó a la Argentina por el puerto de Buenos Aires el 3 de junio de 1949. //Fotos: Mariana Poplawski.
La Fiesta Nacional del Inmigrante constituye el marco propicio para rendir homenaje a quienes dejaron su patria para venir a la Argentina y echar raíces, haciendo de esta tierra su Nación. En este contexto, sobre el escenario mayor del Parque de las Naciones y junto a la Dirección Nacional de Migraciones, se entregaron diplomas a ocho inmigrantes con 50 años o más de residencia en el país, quienes llegaron desde distintos rincones del mundo para formar sus familias y contribuir al crecimiento de este territorio.
Entre ellos se destacó Sergio Marcos Zanin, italiano de 77 años, quien ingresó a la Argentina por el puerto de Buenos Aires el 3 de junio de 1949. Estuvo presente en la ciudad como parte de una delegación de descendientes italianos especialmente invitados a participar en la Fiesta.
También recibió el reconocimiento Teresiña Cándida Verlindes, quien el 1 de enero de 1964 ingresó al país a través del paso fronterizo Bernardo de Irigoyen y reside actualmente en Oberá. De igual manera fue homenajeada Natividad Vázquez, paraguaya de 88 años, quien arribó el 1 de junio de 1955 y desde entonces permanece en Argentina.
No pudieron estar presentes María Sonko, inmigrante brasileña de 80 años; Nilton Bugs, también brasileño; ni Ondina Neves, de la misma nacionalidad. Asimismo, fueron reconocidos los paraguayos Edulfo Ozuna y Graciela Amada Ocampo Insaurralde, cuyos diplomas les serán enviados.
«Escenario de fraternidad»
Tras la entrega de diplomas, la ex reina de la colectividad suiza y ex reina nacional de los inmigrantes, Loren Michel Weber, se refirió al sentimiento que se manifiesta en la celebración: «La Fiesta Nacional del Inmigrante es una celebración que transforma a Oberá en un verdadero escenario de fraternidad, donde se funden la memoria, las tradiciones y la alegría de nuestros pueblos. Cada septiembre nuestra ciudad se convierte en un reflejo del crisol de razas que dio forma a la Argentina. Porque aquí, en esta tierra misionera, confluyeron hombres y mujeres de distintos rincones del mundo, que trajeron consigo su idioma, su cultura, sus oficios y, sobre todo, la esperanza de un futuro mejor».
En su mensaje, agregó que «se animaron a dejar atrás lo conocido para construir con esfuerzo y sacrificio nuevas raíces en estas tierras. Su valentía y espíritu de trabajo nos enseñan que la diversidad no divide, sino que enriquece y fortalece a la comunidad», y lo relacionó con la colectividad suiza, que «llegó con ese mismo impulso, con amor por la tierra, compromiso con la cooperación, respeto por la naturaleza y la convicción de que el esfuerzo compartido siempre abre caminos de progreso. Son valores que se renuevan en cada generación».
Finalmente, subrayó que «esta Fiesta no es solo un encuentro de gastronomía, danzas y costumbres. Es, ante todo, un acto de memoria y gratitud. Porque al recorrer cada casa típica y cada pabellón sentimos el eco de nuestros abuelos y abuelas, quienes nos legaron la riqueza de su identidad. Comprendemos entonces que el presente de Misiones y de la Argentina no puede entenderse sin el aporte de cada colectividad».
Y concluyó: «En este escenario plural reafirmamos que nuestra mayor fortaleza radica en la unión. Si algo nos enseña esta Fiesta es que, aunque distintos en origen, somos iguales en sueños, y cuando esos sueños se comparten, se convierten en realidades que transforman la vida de los pueblos. Esta celebración es una oportunidad para seguir construyendo juntos, honrando el pasado, celebrando el presente y mirando con esperanza hacia el futuro».