Irán y Bolivia han iniciado negociaciones para establecer un acuerdo de cooperación en la exploración y explotación de tierras raras, un paso que fortalece la presencia de Teherán en América Latina y refuerza sus lazos económicos en la región. El anuncio fue realizado por el viceministro de Minerales Tecnológicos de Bolivia, Ismael Charly Rodríguez, quien confirmó que las conversaciones comenzaron el 13 de marzo durante una reunión con el embajador iraní Bahram Sharabeddin y representantes de los sectores mineros de ambos países.
El acuerdo propuesto incluye investigación científica conjunta, cooperación técnica e inversión iraní en proyectos mineros bolivianos. Bolivia ha identificado dos principales yacimientos de tierras raras: uno en Palca, Cochabamba, que abarca 16.000 hectáreas, y otro en Cerro Manomó, Santa Cruz, con una extensión de 12.500 hectáreas. Estos depósitos contienen minerales estratégicos como neodimio, europio y lantano, esenciales para tecnologías avanzadas, incluidas las baterías de vehículos eléctricos y equipos médicos.
El mercado global de tierras raras supera los 10.000 millones de dólares, con China controlando aproximadamente el 80% del suministro. Bolivia busca romper con esta dependencia industrializando sus recursos en lugar de exportar materias primas sin procesar. En este contexto, el apoyo tecnológico y financiero de Irán podría ser clave para el desarrollo de la industria minera boliviana.
Por su parte, Irán enfrenta severas sanciones occidentales y ha intensificado sus alianzas económicas bajo el marco de la cooperación Sur-Sur. El acuerdo con Bolivia no solo le permite diversificar sus relaciones comerciales, sino también expandir su influencia en una región donde mantiene vínculos históricos con gobiernos de orientación izquierdista. Según informó Rodríguez, la delegación iraní propuso participar en proyectos mineros bolivianos mediante inversión conjunta y ofreció cubrir los costos relacionados con la exploración y el mapeo geológico, una tarea actualmente a cargo del Servicio Geológico Minero (Sergeomín).

Este acuerdo también incluye la transferencia de tecnología y la posibilidad de compensar los servicios iraníes con beneficios estratégicos para ambas naciones. Sin embargo, el proceso ha generado críticas respecto a la falta de transparencia en las negociaciones y las preocupaciones ambientales relacionadas con la extracción de tierras raras, ya que su procesamiento produce residuos tóxicos que Bolivia no está equipada para gestionar de manera segura.
Además de los riesgos ambientales, existen inquietudes sobre las implicancias geopolíticas de la colaboración con Irán. Figuras como la ministra de Seguridad de Argentina, Patricia Bullrich, han expresado su preocupación por posibles vínculos con la Fuerza Quds, una rama de élite del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, especialmente debido al incremento reciente de ciudadanos iraníes en Bolivia. Estos antecedentes han generado alarma en Estados Unidos y en otros países de la región que observan con cautela el fortalecimiento de la relación entre La Paz y Teherán.
La relación entre Bolivia e Irán tiene raíces en el gobierno de Evo Morales, quien estableció alianzas estratégicas con Teherán desde 2006. Aunque estos lazos se enfriaron durante el gobierno interino de Jeanine Áñez (2019-2020), se reactivaron con la llegada al poder de Luis Arce. En julio de 2023, ambos países firmaron un acuerdo en Teherán que incluyó la venta de equipo militar y el entrenamiento de personal boliviano, aunque los detalles específicos del pacto no se han divulgado.
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