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domingo, noviembre 9, 2025

Irene Tinagli: “La vivienda en Europa necesita un giro; no es un bien de consumo”

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Irene Tinagli (Empoli, 1974) visita Barcelona para hablar sobre vivienda, un tema que para Europa era una gran bola de paja dando vueltas por el desierto. Los alcaldes buscaron refugio en Bruselas y parece que las cosas están cambiando.

La inquietud por la vivienda ha llegado a Europa.

Los políticos de Europa nos hemos dedicado al trabajo, la sanidad, la seguridad…, y pensábamos que el problema de la vivienda lo arreglaría el mercado. Pero no. No es un bien de consumo, como un zapato o un bolso. Es una necesidad. Tenemos que pensar la vivienda como un bien común y fundamental para construir una sociedad que funciona.

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¿Han reaccionado tarde?

Hemos tardado porque la competencia es nacional, regional y municipal. Pero no es suficiente para dar respuestas y es necesario que Europa se ponga a ello sin ser invasivos con los estados miembros. La UE tiene que hacer mucho más: instrumentos financieros, fondos públicos…

“Hay estados a los que les gustan los fondos pero no que les digas qué tienen que hacer”

¿No falta normativa?

La regulación es lo más difícil para la UE porque significa intervenir en los estados. Hay gobiernos que no quieren; les gustan los fondos, pero no que Europa les diga lo que tienen que hacer. Pero sí, falta reglamentación. Se pueden hacer proyectos de vivienda social en colaboración con el sector privado, a través de cooperativas que buscan una sostenibilidad económica pero no una maximización del beneficio. Hay que buscar el impacto social pero también la sostenibilidad económica.

¿Es complicado asociarse con el sector privado?

Lo es si lo hacemos desde una posición pasiva. Hay que encontrar un papel más activo de coordinación, de construcción de un modelo nuevo, y eso lo puede hacer la política pública. No todos los inversores son la misma cosa. Los hay que quieren especular a corto plazo, pero los hay que no necesitan un retorno inmediato y con un 4% ya les va bien si se les da garantías a un plazo de 20 o 30 años. Necesitamos transparencia, buena voluntad y planes plurianuales. Necesitamos recursos y estabilidad.

Irene Tinagli, en la plaza de Joan Coromines, en el Raval

Irene Tinagli, en la plaza de Joan Coromines, en el Raval

Joan Mateu Parra

¿La fiscalidad en materia de vivienda es correcta?

Se están haciendo estudios para ver qué tributación podría incentivar el alquiler a largo plazo y desincentivar la renta de corto plazo y la subida repentina de precios. En Austria, por ejemplo, cuando tienes que renovar el contrato de alquiler, no puedes subir más que la inflación.

Aquí tenemos límite del alquiler en zonas tensionadas.

Me parece una medida no invasiva. En Italia por ejemplo hemos hecho una fiscalidad muy baja sobre el alquiler social. En Milán, muchos propietarios pasan de corto a largo plazo a cambio de mejoras en los impuestos.

No ayuda que las normas cambien constantemente.

Depende mucho del tipo de inversor. En Viena, cada nuevo proyecto necesita tener un porcentaje muy elevado dedicado a vivienda social. La mayoría de los implicados son cooperativas o fundaciones, porque un constructor al uso tiene a los inversores detrás y necesita distribuir dividendos. Hay cooperativas que pueden construir miles y miles de viviendas.

“Hay cooperativas que pueden construir miles de pisos y buscan menos rentabilidad”

Viena tiene un 25% de las viviendas en manos públicas.

Lo han logrado gracias a esta política, y porque no han vendido el patrimonio construido en el pasado, un problema que sí tienen muchos países europeos. Creo que hace falta un giro cultural respecto a la vivienda.

¿Hacia dónde?

En muchas ciudades es un bien de inversión pura. No solo para los grandes inversores, también para los pequeños. Se ha creado una gran presión sobre el precio. Hay personas que han decidido vivir de rentas, pero eso genera un problema de crecimiento. Una economía no puede crecer solo a base de rentas, debe hacerlo en base a la innovación y la producción.

¿Qué le parece la iniciativa de Mayors for Housing? Alcaldes haciendo de activistas en favor de la vivienda.

Me gusta muchísimo, y es activismo, es verdad, pero con muchas ideas y propuestas. Es lo que necesitábamos en Bruselas porque nadie sabía nada. Los alcaldes han llevado su experiencia a Europa. Ha sido una contribución enorme.

Construcción de viviendas en el barrio de la Barceloneta, en Barcelona

Construcción de viviendas en Barcelona 

Mane Espinosa

La Comisión dibujará la hoja de ruta. ¿Qué les recomienda?

Saben lo que hay que hacer. Y el mensaje no es solo para ellos, es también es para los gobiernos nacionales. Si el plan europeo no es ambicioso será porque los gobiernos no quieren que la UE haga cosas. Hay gobiernos que empujan mucho. Me gustó, por ejemplo, lo que dijo el presidente Pedro Sánchez en el Consejo Europeo sobre vivienda.

¿Es un tema de derechas e izquierdas?

Un poco sí. Son posiciones políticas. No quiero condenar a nadie, pero hay partidos conservadores a los que no les gusta que la UE tenga más poder. El mensaje debería ser a los gobiernos más que a la comisión. Hay que afrontar el tema sin ideologías. Yo vengo de un background de economista y de mercado libre y tampoco ha sido fácil para mí darme cuenta de cuánto ha fallado el sistema y de cuántos problemas se estaban produciendo delante de nuestros ojos. Hay cosas que la teoría económica no ha previsto, pero son problemas reales de la gente. Hace falta una renovación institucional del modelo de desarrollo. Hay que inventar un modelo nuevo de cómo crear vivienda para las personas.

¿Qué hacemos a corto plazo?

Menos burocracia, por ejemplo. La Comisión Europea está reflexionando sobre este asunto. También faltan instrumentos financieros para dar garantías de préstamo a bajo interés. Y hay cientos de miles de pisos vacíos, públicos y privados. Poner fin a los pisos turísticos es otra posible medida. No es fácil, pero hay barrios en los que el porcentaje de pisos dedicados al turismo es demasiado alto. Generan presión sobre los precios y afectan al comercio. El zapatero cierra, el carnicero cierra, y no es fácil recuperar la ciudad.

Redacción

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