Operación “León que se alza”
Durante la madrugada del 13 de junio, Israel lanzó un ataque masivo contra el programa nuclear y la infraestructura militar iraní, incluyendo decenas de objetivos en Teherán y Natanz. La ofensiva se cobra la vida del comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria, Hossein Salami, y otros altos mandos y científicos clave del régimen.
¿Defensa propia o agresión preventiva?
Tel Aviv justificó la ofensiva como “defensiva” ante una amenaza existencial por el avance iraní hacia capacidades nucleares . Sin embargo, con la devastación de zonas residenciales y la muerte de civiles, el acto se acerca más a un ataque agresivo que a un gesto preventivo.
Riesgo de escalada regional
Irán prometió una respuesta contundente: misiles, drones y “un destino amargo y doloroso” para Israel. Mientras tanto, en Israel se declara estado de emergencia, se cierran aeropuertos y autoridades ordenan resguardarse ante posibles replicaciones .
La postura de Estados Unidos
Washington garantiza que no participó directamente en el ataque, aunque estaba al tanto. Al mismo tiempo, advirtió a Irán que no golpee objetivos estadounidenses, generando una ambivalencia entre respaldo a Israel y temor a una guerra regional descontrolada.
Impacto y contradicciones políticas
- El ataque interrumpe las negociaciones nucleares en curso con Irán .
- Subraya la carrera armamentística nuclear y satelital a pasos agigantados.
- Revela la tensión entre seguridad nacional e integridad diplomática.
- Invita a cuestionar hasta qué punto una amenaza justifica una acción que produce daños civiles irreversibles.
Lo que Israel define como una medida de “autodefensa preventiva” raya en una ofensiva de gran escala. Más allá de los recortes tácticos, este episodio abre la puerta a una peligrosa espiral de venganza y escalada. La pregunta no es si Irán responderá, sino cuándo y cómo afectará al orden regional, las vías diplomáticas y la supervivencia de pueblos enteros.