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domingo, junio 15, 2025

Iván Noble dejó la guitarra y escribió un libro sobre la dura muerte de su padre y tiernos recuerdos de infancia

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Un dato anecdótico de los comienzos de Iván Noble, casi en paralelo a la formación del famoso grupo Los Caballeros de la Quema, es que fue estudiante de Sociología en la U.B.A. y publicó un ensayo dentro de un libro de alumnos de la cátedra de Mario Margulis, llamado La cultura de la noche, en 1994.

Otro hecho de su pasión casi desconocida por la escritura es que ocho años atrás sacó una recopilación de pequeñas crónicas de su vida como rockero. Lo bautizó Como el cangrejo, con el subtítulo Bitácora emocional de gira, ya que hablaba de escenarios, combis, aviones, productores y la sorpresa del primer gran cobro de derechos de autor.

Además, a lo largo de las últimas tres décadas tuvo varios programas de radio donde nunca faltó la lectura de textos de sus amados Carver, Bukowski, Miller y Cheever.

Iván Noble realizó una verdadera catarsis emocional al escribir
Iván Noble realizó una verdadera catarsis emocional al escribir «El doctor Alvarez contra los All Blacks (Vida de un padre)». Foto Ariel Grinberg

Sin dudas que detrás del rockero de himnos como Avanti morocha, Sapo de otro pozo, Olivia y Donde gustes y cuando quieras había un escritor oculto, agazapado, esperando dar el gran golpe y hacer su primera novela. Irónicamente, el texto comenzó a tomar forma mientras recibía justamente un gran golpe, la enfermedad de su padre, sin saber si se trataba solo de una catarsis emocional o el inicio de una nueva faceta largamente soñada.

El resultado es el flamante libro El doctor Alvarez contra los All Blacks (Vida de un padre), donde alterna un relato detallado de los dos años finales de su papá, el Dr. Alvarez del título (ya que su nombre completo es Iván Alvarez Noble), con una serie de recuerdos de infancia. El tono es tierno y nostálgico, sin golpes bajos, con una permanente mirada sarcástica y corrosiva de la vida, que se vincula con el estilo de muchas de las letras de sus canciones.

Las ganas de escribir

Apenas unos días después de la publicación, charló con Clarín en la intimidad de su casa en Benavidez, entre libros, un piano vertical y un tablero de ajedrez, acompañado por un mate y la perra Perry, una cocker rescatada de un accidente en la Panamericana que todo el día deambula entre la casa de su vecina Marcela Kloosterboer y la suya.

La tapa del libro de Ivan Noble, La tapa del libro de Ivan Noble, «El doctor Alvarez contra los All Blacks».

“Quería hacer un intento literario -confiesa- aunque fuera mediocre o de principiante. El libro de un tipo que tiene ganas de ser escritor. Necesitaba sacar esto para exorcizar los demonios y la verdad que no me costó mucho hacerlo. Sangre no, pero sudor y lágrimas sí”.

Asegura que desde muy temprana edad le interesó la literatura, y que en la casa de sus padres había muchos libros y muy a disposición. “Mi contacto con la lectura -recuerda- fue desde chico. Siempre me gustó leer, siempre estoy leyendo, y desde hace algunos años mi ambición es terminar escribiendo. Estoy un poco cansado de las canciones, al menos de las mías y ese formato. Tengo la sensación que a cualquier persona que escribe canciones, lo confiese o no, llega a un momento donde se empieza a morder la cola y sospecha que ya dijo todo lo que puede decir y casi de todas las maneras posibles”.

-¿Venías intentando escribir un libro?

-Me sigue gustando escribir canciones, pero cada vez me salen menos. Hace unos años tuve unos arrebatos de escritura, como un libro de poemas con Washington Cucurto y los relatos de Como el cangrejo, que si bien era narrativa no dejaba de ser muy vecino a mi oficio del cantor de canciones. Pasaron dos o tres años, y tenía ganas de escribir, a secas.

No fui a talleres y he sido siempre un autodidacta. Pero necesitaba ser menos perezoso, que es uno de mis de mis vicios capitales, y tener más convicción. Estaba en ese proceso de intentar algo cuando mi viejo se enfermó, un cataclismo vital, y casi inmediatamente supuse que eso iba a terminar siendo un libro.

Iván Noble llegó a esta primera novela tras la dura experiencia de la enfermedad de su padre. Foto: Fernando de la OrdenIván Noble llegó a esta primera novela tras la dura experiencia de la enfermedad de su padre. Foto: Fernando de la Orden

-Hay descripciones muy detalladas y precisas. No sabía si habías tomado apuntes o si revisaste los chats de Whatsapp para reconstruir la cronología de los hechos.

-Tomé notas todo el tiempo. Incluso en un momento me sentía medio cretino porque estaba yendo a cuidar a mi viejo, a acompañarlo en la quimio o visitarlo cuando estuvo unos días en coma inducido, y estaba siendo cronista a la vez de estar sufriendo como hijo. Tenía un racconto de su enfermedad y de cosas que me pasaban a mí.

Murió el 12 de febrero del 2020, justo antes de la pandemia, y empecé a escribir casi inmediatamente. Arranqué y enseguida no pude seguir. Me estrellé contra el frontón de la herida. No sabía cómo encararlo, porque no quería que sea un libro lacrimógeno ni melodramático, sobre todo porque él no lo era y no lo fue ni siquiera durante su enfermedad. Fue hidalgo, estoico y elegante, por más que un tumor sea la cosa menos elegante del mundo. No quería golpes bajos.

-¿Cómo saliste de ese bloqueo?

-Avanzaba muy de a poco, y cuando llegué más o menos a la mitad me taré absolutamente. Un día le conté al escritor Juan José Becerra todo este proceso y él leyó lo que hasta ese momento había escrito. Me dijo, “Mirá, me parece muy hermoso y me emociona mucho, pero si querés un consejo va a ser demasiado lúgubre y apesadumbrado si sólo es la crónica de la muerte de tu viejo. Imagino que lo quisiste mucho y que debés tener con él una conexión profunda que va más allá de su muerte. Te sugiero que que vayas alternando historias de tu vida con tu viejo”. ¡Eso me abrió una ventana que me permitió darle respiro al relato!

-¿Qué dijo tu madre cuando lo leyó?

-Tenía miedo de qué iba a pasar cuando lo leyera. Hubiera sufrido mucho si se hubiera enojado o me hubiese dicho que fui demasiado impiadoso con el relato. Pero por suerte no pasó. Lo leyó y le gustó. Mi vieja también es muy lectora, hace talleres literarios y le costó hablarme del libro en términos literarios, pero se conmovió mucho. Creo que agradeció el hecho de que lo haya escrito.

Iván Noble asegura que su sueño es convertirse en escritor y hacer más libros. Foto Ariel Grinberg Iván Noble asegura que su sueño es convertirse en escritor y hacer más libros. Foto Ariel Grinberg

-¿Cómo era la rutina del perezoso, llegaste a tener disciplina para escribir?

-En un momento me puse la disciplina de levantarme y escribir casi todas las mañanas, tres o cuatro veces por semana. No me acuerdo quién lo dijo, pero me acuerdo de la frase de un escritor célebre: “Sentate y por lo menos un párrafo te tiene que salir”. Me parece que uno va teniendo disciplina en tanto y en cuanto va cultivando la fe en sí mismo. Por eso me interesa y ojalá que termine siendo mi oficio en breve, porque es una expresión artística donde quizás te sale mejor cuanto más viejo te pongas.

-No influye mucho la decadencia física, a diferencia de saltar en un escenario.

-¡Eso ni hablar! Para alguien que hace música, sobre todo rock, envejecer en público es un desafío muy grande porque todo el tiempo estás a tiro de ser la caricatura de lo que fuiste. No me imagino ni loco arriba del escenario después de los 70 años. ¡Ni siquiera después de los 60, y ya tengo 57! Pero si tuviese que seguir, me gustan Leonard Cohen, Bob Dylan o Joaquín Sabina. En cambio Steven Tyler lleno de pañuelos es mucho, aunque entiendo que el rock necesita de esa coreografía que con el tiempo se pone brava de sostener. Si uno escribe canciones, tiene que salir a cantarlas acá, en cambio escribir un libro es el acto solitario por excelencia.

Una variedad de lecturas favoritas

Iván hace memoria y recuerda que los primeros libros que leyó fueron de la legendaria colección Robin Hood, además de las obras que sus padres tenían del boom de la literatura latinoamericana, como García Márquez, Cortázar y Vargas Llosa.

“A los quince -dice- leí Cien años de soledad, Rayuela, La ciudad y los perros y El coronel no tiene quien le escriba, por ejemplo. Quizás habré entendido la mitad, pero los disfrutaba mucho. Y a partir de los 16-17 años empezó el destete, el momento de buscar libros que no estaban en la casa de mis viejos, y lo primero que me topé fue con la literatura norteamericana de Miller, Bukowski, Carver, Cheever y Hemingway”.

Ivan Noble en vivo con Los Caballeros Quema en la última edición del festival Quilmes Rock. Foto: Fernando de la Orden Ivan Noble en vivo con Los Caballeros Quema en la última edición del festival Quilmes Rock. Foto: Fernando de la Orden

No es nada casual, entonces, que una de las primeras canciones que compuso se llamó Primavera negra, igual que el libro de Henry Miller, porque estaba fascinando con el texto de un hombre despotricando contra Dios. “De un tiempo a esta parte -agrega- disfruto mucho de volver a releer esos libros. Ahora estoy, por ejemplo, con El idiota de Dostoyevski”.

-Hace dos años te crucé en una librería y estabas comprando muchos libros de filosofía.

-Así como soy un sociólogo frustrado, siempre me interesó leer filosofía. A partir de la pandemia quise, como muchos, repensar un poco el sentido de lo que está pasando y empecé con obras muy básicas como el Manual de Carpio. Después me dieron varias recomendaciones un par de personas más que duchas en el asunto. ¡Es literalmente abrumador, pero me encanta!

Quizás son cosas que te pasan de viejo, cuando uno empieza a tener la sensación de que no hay que perder mucho tiempo.Además, es una época donde es todo tan fugaz que no hay nada más movilizante que leer a Kant o Platón, tipos que hace 300 o 2500 años se dedicaron a reflexionar sobre los alcances del conocimiento humano.

-¿Cuándo terminaste el libro?

-Febrero de este año. Y al día siguiente que terminamos de grabar el nuevo disco con Los Caballeros de la Quema me dijeron que el libro ya estaba impreso. Creo que fui el primero que lo compró, un sábado a la mañana online. Después lo vi en los negocios y mucha gente me empezó a mandar fotos de la tapa en las librerías. Realmente me dan muchas ganas de de terminar haciendo solamente esto. Si Dios me pregunta si quiero hacer diez discos más o tres libros, respondo “Tres libros”, sin dudarlo.

Una nueva etapa musical

Más allá de las ganas de dedicarse solamente a la escritura, Iván está disfrutando del regreso de Los Caballeros de la Quema, después de 15 años separados. Primero hicieron un gran one-shot en el estadio Unico de La Plata, con entrada gratuita en 2017, pero después decidieron seguir dándose el gusto de concretar shows cada tanto, en lugares donde nunca habían tocado, como el Luna Park, el teatro Gran Rex y hasta el festival Cosquín Rock.

Iván Noble en el regreso de Los Caballeros la Quema en el Estadio Unico, dentro del festival Provincia Emergente 2017. Foto: Martin BonettoIván Noble en el regreso de Los Caballeros la Quema en el Estadio Unico, dentro del festival Provincia Emergente 2017. Foto: Martin Bonetto

Ahora acaban de terminar un álbum y lo cuenta con orgullo: “Me pareció valiente hacer un disco nuevo, porque tranquilamente podríamos haber continuado con el formato de tocar los viejos éxitos, pero los demás pibes estaban muy convencidos de hacer nuevas canciones. Yo no tenía muchas ganas porque creía que que era muy difícil que estén a la altura no musical sino emocional de lo que para mucha gente significan los hits del grupo”.

El resultado se va llamar Fiesta de zombies y aún falta mezclarlo, pero ya tienen todo grabado. Sacaron dos singles como anticipo y en unos meses saldrá el disco completo con diez temas. La idea es presentarlo el 10 de octubre en el estadio Movistar Arena, otro lugar donde nunca habían tocado y que por supuesto no existía durante su primera etapa 1989-2002.

“Grabar canciones nuevas -concluye- es un gesto de coraje artístico. Es como decir no seamos un permanente templo de la nostalgia, aunque eso esté muy bien, hemos disfrutado mucho todos estos shows y la gente viene con sus hijos y se emociona. Pero hacemos cosas nuevas porque se nos da la gana y porque todavía podemos hacerlo”.

Redacción

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