Crece el número de extranjeros que cada vez más se implican de algún modo en los preparativos de las fiesta mayor de Gràcia. Hoy arranca la última edición de la que en verdad viene a ser la fiesta de verano de toda Barcelona. Las alegrías y polémicas en torno a esta celebración van mucho más allá de los límites de las calles de Vila de Gràcia.
Hasta 23 espacios del barrio, tantos como el año pasado, lucen ya nueva decoración. La entrega de premios a las mejores tendrá lugar el día 19, y el 21 será el momento de la despedida. Unos cuantos japoneses, italianos y franceses llevan ya unos cuantos días echando una mano para que esta entrañable tradición no pierda sus esencias.
Hace ya tres años que Simone viaja ex profeso desde Italia hasta la calle Tordera para poner su granito de arena durante los preparativos. Aquí ya aprendió castellano, y estos días trata de dar el salto al catalán. Lo que más le llama la atención de las bambalinas de estas celebraciones es comprobar “cómo los adultos pueden jugar tan seriamente como lo hacen los niños”.
La calle de Mozart reúne a más de 20 nacionalidades con interés por esta fiesta bicentenaria
Aquí en la calle Tordera una serie de luces de color ámbar alumbran una colmena poblada por unas 125 abejas. Para replicar la miel utilizaron un cartón con pequeñas aperturas y la abeja reina la hicieron con porexpán. Así optimiza sus esfuerzos una junta de diez vecinos que consigue cuadrar cuentas sin tener servicio de barra durante las fiestas. Anna Tantull se alegra de que algo así pueda seguir pasando en las calles de Barcelona. “A muchos del equipo solo los veo en este momento del año”, confiesa.
No es una cuestión baladí, para nada, la de la progresiva incorporación de personas procedentes las más lejanas esquinas del planeta a la organización de esta fiesta tan singular. A muchos les parece un buen modo de superar la falta de relevo generacional y la gentrificación. Muchos jóvenes dejan de involucrarse en los preparativos porque no tienen más remedio que irse a vivir a otros barrios. A otros, sin embargo, las globalizaciones venidas de la mano de los expats no les hace tanta gracia. El año pasado la calle Mozart denunció que varios de sus miembros sufrieron ataques xenófobos cuando acudieron a la plaza Vila de Gràcia a recoger el premio a la calle mejor decorada. “ Guiris, go home ”, les gritaron algunos, entre otras cosas. Además, aquellos días las pintadas turismofóbicas marcaron muchas calles de este lado de la ciudad.

La cultura popular siempre tuvo un papel muy importante en estas fiestas
Miquel González (Shooting)
Este año la calle Mozart reúne ya a más de veinte nacionalidades con mucho interés por esta fiesta bicentenaria. A esta calle le caracteriza precisamente la diversidad de orígenes de los vecinos que llegan a convivir. “Cada persona que viene abre la puerta a otra persona diferente”, comenta Ali Cameron, de Australia, quien ya lleva siete años viviendo en Gràcia y contribuyendo a su cultura. Cameron entró en todo esto por el lado artístico de la celebración, y en el recorrido se encontró con una comunidad muy variada. Y en esta ocasión los triunfadores del año pasado están revisando y reconstruyendo una leyenda muy catalana, la de Sant Jordi… ¡Ahora es la princesa quien se enfrenta al dragón!
Hasta 23 rincones de este lado de Barcelona, tantos como el año pasado, lucen engalanados
No son pocas las calles que están encontrando un peculiar equilibrio con la llegada de nuevas savias. Como las que llegan a la calle Verdi, donde estos días palpita la cultura maya y entre lianas verdes participan los invitados de Saeko Oba. De algún modo Saeko trata de esta manera de mostrarse agradecida con su nueva gran familia, con la cultura que le hizo sentirse acogida cuando llegó de Tokio y todo se antojaba extraño a su alrededor. Y en la calle Lluís Vives las nuevas incorporaciones hablan en francés.
De carácter efímero, a veces las decoraciones tienen un recorrido más allá de las fiestas, como una de las tortugas que se construyó el año anterior y que ahora reside en el Maremágnum. Algo que a la postre perdura, como las relaciones que se entretejen en estos momentos del año que hacen que Simone regrese a Tordera o que los japoneses de Verdi aprendan nuevas palabras.
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Alternando la brocha gorda y contundente de la juventud con la brocha corta y delicada de la veteranía, la plaza del Nord también da nuevos pasos. Aquí construyeron un camping urbano. En la entrada al camping una rotonda con centenares de lavandas da nombre al recinto inspirado en los años 80.
Hace ya tres años que Simone viaja ex profeso desde Italia hasta la calle Tordera para echar una mano
Cada una de las flores está hecha por las llamadas Teresines, un grupo de vecinas que desde marzo llevan cosiendo y enrollando pequeñas telas. Su nombre está inspirado en la serie de TV3 que retrataba a unas hermanas del barrio muy atareadas. El grupo, del que la más joven, a la que llaman “nena”, tiene más de 60 años, lleva decorando la plaza para la fiesta mayor de Gràcia desde hace siete años, cansadas de que el ruido de los anteriores encargados les hicieran temblar los cristales. Una de ellas, Mercè Sau, explica que al ir a reclamar les dijeron que la única solución era que asumieran la decoración de la plaza para hacerla a su estilo y parecer. Su forma de hacer está marcada por el detallismo y el consenso. Las Teresines insertaron cientos de macarrones para hacer las tiras de la cortina que repiquetea con el ir y venir de los clientes del pequeño mercado del camping.

La historiadora, durante su pregón
Miquel Muñoz (Shooting)
Un pregón para reivindicar el espíritu de los barrios
La historiadora Maria Garganté dio ayer el pistoletazo de salida de estas fiestas con un pregón que vino a reivindicar el espíritu de los barrios, de una identidad y de una idiosincrasia en estos tiempos en peligro por culpa, entre otras cosas, del precio de la vivienda. “Que la fiesta os sea reveladora e inspiradora”, terminó. La cita fue bien respetuosa con las tradiciones, y la concejal responsable del distrito de Gràcia, Laia Bonet, se llevó el correspondiente abucheo de buena parte del respetable. / Susana Majuelos