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domingo, junio 22, 2025

Joaquín Furriel dice ser un fenicio, no un hippie o un bohemio, y asegura que Shakespeare escribió la primera fake news

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Van a leer una nota sobre Ricardos. En todos lados menos acá, Ricardo debe estar a la cabeza de los nombres propios en desuso. Medio siglo debe hacer que no nace un Ricardo. La pregunta que le hacemos a Joaquín Furriel es a qué tipo de público va dirigida su puesta sobre Ricardo III. Él nos responde: “Si la hubieras visto, estaríamos hablando de otra cosa”.

Parece admonitorio el comentario y, sin embargo, no es negligencia del cronista: la obra (La verdadera historia de Ricardo III) se estrena el 27 de junio en el Teatro San Martín y, es más, Joaquín Furriel se acercó al aire libre de un museo muy bonito sobre la avenida Libertador para, entre otras cosas, conversar sobre su versión libre de Shakespeare.

El teatro es un caso rarísimo. Un espectáculo que viene resistiendo casi a la vieja usanza medieval. En ese contexto, Shakespeare opera como una herramienta poética del destino que viene a decirnos que nada cambió y todo, siempre, el amor, el poder, la venganza, la locura, sus grandes temas, todo se repite desde miles de años. Y también, desde ese “más allá” que es el pasado, viene a decirnos que nosotros mismos, hoy, aquí y ahora, somos el futuro.

Joaquín Furriel habla, piensa en voz alta y se permite unos silencios completamente improbables en otras situaciones.

Estamos café de por medio, mesita, uno frente al otro, lindo sol, vitamina D y un eventual Ricardo III bronceado.

De las telenovelas al San Martín

Joaquín Furriel hará en San Martín
Joaquín Furriel hará en San Martín «La verdadera historia de Ricardo III», una obra en la que la visión original de Shakespeare caerá por hallazgos recientes. Foto: Mariana Nedelcu

Nos acordamos del comienzo. Charlamos de cuando recién empezaba su carrera y buscaba que el “lindo” encajara dentro del “inteligente”.

De una cierta aptitud que podía estar detrás de los ojos claros que conocimos en Soy Gitano y, enseguida, protagonizando Jesús, el heredero. A su modo era otro actor repeliendo el mote de galán. En 2006, hizo La malasangre, de Griselda Gambaro, junto a Carolina Fal.

Ahí puede que haya empezado la construcción del prestigio.

-Buena actriz, Carolina, ¿no?, ¿qué pasó con ella?

-Una bestia, pero dejó de actuar, se dedica a la medicina, creo que es pediatra.

-Pasaron muchos años. ¿Qué aprendiste?

-Me parece que la intuición me llevó por un buen camino. Todo lo que aprendí y crecí gracias a la televisión se pudo combinar bien con mis estudios, mis cinco años de Conservatorio. Ser alumno me sirvió para recorrer una etapa de interrogantes. Después, el trabajo te pide respuestas, pero yo me di cuenta de que hay que seguir preguntándose cosas. En un cumpleaños de Lydia Lamaison, Alejandra Boero me dijo: “Lo importante de la popularidad es saber hacia donde llevarla”. Fue un buen consejo.

Joaquín Furriel se sincera en relación a sus principios en la tele: Joaquín Furriel se sincera en relación a sus principios en la tele: «Supongo que nadie esperaba nada de mí en términos interpretativos». Y pudo revertirlo. Foto: Mariana Nedelcu

-¿Qué hacías en el cumpleaños de Lydia Lamaison?

-Había hecho de mi abuela en una novela y tenía mucho vínculo con ella. Lydia le daba vida a todo lo que yo había estudiado. De pronto me hablaba y Discépolo era un tipo con quien ella había trabajado. Estaba cautivado con esas personalidades. Me pasaba lo mismo con Alfredo Alcón, con quien trabajé y pude escucharlo hablar de un montón de gente que cobraba vida de otra manera.

La importancia del dinero

Se puso canoso Joaquín Furriel, pero no perdió el pelo. Viene de entrenar. Los ojos no son los mismos de siempre. A los 50, el color celeste fue descomponiendo una mirada que se volvió más confiable que atractiva.

-¿La belleza abre puertas?

-Yo era un galán de novela y supongo que nadie esperaba nada de mí en términos interpretativos. Eso al principio me jugaba a favor. Igual es difícil la certeza: los actores y actrices importantes de nuestro país no serían sólo eso, no serían sólo lindos…

Joaquín Furriel dice que le gusta vivir bien y que le importa el negocio. Pero que evita un teatro donde la finalidad sea económica. Foto: Mariana Nedelcu Joaquín Furriel dice que le gusta vivir bien y que le importa el negocio. Pero que evita un teatro donde la finalidad sea económica. Foto: Mariana Nedelcu

-¿Por qué aceptaste ser galán con tu formación y tus ambiciones?

-Porque me gusta vivir bien. Porque me importa el negocio. Soy muy fenicio yo, no soy un bohemio, un hippie. No me gusta. No me gusta que ser actor conlleve alguna penuria. Si puedo evitarlo, lo evito. Gracias a la televisión tengo la posibilidad económica de hacer sólo el teatro que quiero y con quienes quiero. Directores, elenco, etcétera. Mi calidad de vida está asociada al trabajo audiovisual. Pude discriminar rápidamente dónde había dinero para ganarlo, pero sigo evitando un teatro donde la finalidad sea meramente económica.

Shakespeare siglo XXI

Hablará de la obra, claro. Y de Calixto, el director catalán Calixto Bieito, que preparó una versión libre del clásico de Shakespeare. Nos cuenta que es una eminencia y que sus obras se ensayan en cuatro semanas. “Vamos por la segunda”, dice. Sus compañeros de elenco (Luis Ziembrowski, Ingrid Pelicori, Belén Blanco, entre otros) fueron elegidos “según la energía”. Calixto trabaja así.

Furriel reconoce estar completamente tomado por la obra. Dice que su trabajo lo lleva a vivir en un termo. Le preguntás, para testear el tamaño del recipiente, si está al tanto de la detención de Cristina Kirchner -la nota fue por esas horas- y Joaquín responde: “¿Y eso que tiene qué ver con lo que estamos hablando?”.

-¿Me contás qué te calienta de ese teatro del 1500 (la obra se escribió en 1592)?

-Para mí son textos que hablan de la dimensión humana, no hablan de reyes. Hablan del autoritarismo, del poder, de la maldad. De la banalidad del mal. Shakespeare tiene mucha contemporaneidad…

-Se nos confunden un poco los reyes: ¿Ricardo III es el de “Mi reino por un caballo”?

-Sí.

Joaquín Furriel habla maravillas de Ricardo Darín. Dice que él y Messi les abrieron las puertas de España a los argentinos. Foto: Mariana NedelcuJoaquín Furriel habla maravillas de Ricardo Darín. Dice que él y Messi les abrieron las puertas de España a los argentinos. Foto: Mariana Nedelcu

-Parece de Leguisamo…

-Puede ser, sí. Lo interesante de Shakespeare es que todo el mundo confía en su subjetividad. Hay quien dice que “es una obra que habla del poder”, otros pensarán que “habla de los problemas filiales”, “de un hecho histórico”… A todos hay que darles la razón. Si a vos te parece lo de Leguisamo, yo te voy a decir, “está bien, tenés razón”. No tiene sentido discutir subjetividades y mucho más si mi idea fue hacer Ricardo III con Calixto Bieito, un director que no hace teatro burgués

-¿Teatro burgués?

-En ese sentido del living, de actores mirándose o armando vínculos con la mirada. Su teatro es contemporáneo y en la puesta sumará un corpus con el hallazgo de que en 2012 encontraron el cuerpo de Ricardo III debajo de un estacionamiento. Esto puso fin a un misterio de 500 años.

-¿Cuál?

-El esqueleto mostraba signos de escoliosis, pero no tenía una joroba. Se pudo demostrar que Ricardo III no era el jorobado que describió Shakespeare. O sea, Shakespeare escribe un personaje espantoso para destruir a alguien que ya estaba muerto. Más contemporáneo que eso no hay.

-No, no entiendo…

-¡Una fake news! Shakespeare hizo la primera fake news. Es injusta la historia oficial de Ricardo III. Y de esto se ocupa el club de Ricardianos. ¿Oíste hablar del club de Ricardianos? La obra de Calixto es sobre lo lábil que puede ser la verdad. Para mí es una experiencia escénica que aborda el Ricardo III de Shakespeare, pero que también se nutre de materiales que sirven para una exploración sobre la maldad en nuestros días.

Trabajo fuera del país y las plataformas

-Hay muchos actores argentinos que andan por España. ¿Vos vivís allá?

-Yo vivo en Buenos Aires. Pasa que el año pasado hice una serie con los de La casa de papel, que se llama Refugio atómico, y estuve ocho meses en Madrid. Y después fui de nuevo por una película. Me quedé todo el año por laburo. Volví y frené toda la agenda audiovisual porque estoy involucrado con esta obra, que es un proyecto personal.

Joaquín Furriel lamenta que no haya tanta ficción en la tele. Dice que a los actores le servía el formato para aprender de los mayores. Foto: Mariana Nedelcu Joaquín Furriel lamenta que no haya tanta ficción en la tele. Dice que a los actores le servía el formato para aprender de los mayores. Foto: Mariana Nedelcu

-¿Qué significa trabajar para Netflix?

-(Piensa unos segundos.) Valoro mucho que Netflix haya producido El Reino o El Eternauta. Estuve en varias producciones de Netflix. Creo que es una plataforma de contenido ecléctico. Se conoció El Eternauta en todo el mundo gracias a Netflix. Ricardo, además -ahora está hablando de Darín- es unos de los argentinos más conocidos del mundo, por fuera de los deportistas. La combinación de El Eternauta con Ricardo realmente causó mucho impacto.

-¿El Eternauta con vos no hubiera sido lo mismo?

-Son hipótesis, no lo puedo decir.

-Digo por el abierto reconocimiento que hacés de Darín.

-Ricardo pertenece a la popularidad. Las nuevas generaciones la tienen más complicada, porque ya no existe la cercanía de la televisión tal como la conocimos. Quizás la generación de Lali Espósito y Peter Lanzani haya sido la última de gente que conociste “por la tele”. Eso a mí me preocupa como formación de nuevos actores.

La tele era un espacio que permitía que te cruzaras con actores de otras épocas y aprendieras muchísimo del oficio. Hoy los chicos tienen otro recorrido, pero al no haber ficción, queda todo reducido a un espacio donde no siempre tenés la experiencia necesaria para responder profesionalmente como se espera. La posibilidad de la televisión no la tenés. La del cine está muy limitada y la del teatro la tenés, pero precarizada. Somos muy pocos los que podemos vivir de la profesión. La mayoría tiene dos o tres obras, dan clases…

-¿Y las plataformas, qué onda? ¿No son una nueva opción laboral?

-Son muchas, sin embargo, para mí, España es un buen ejemplo porque allá funciona la plataforma y también funciona la televisión. Brasil es otro buen ejemplo: las novelas de O Globo conviven con las plataformas. ¿Vos sabés que en España pagan por ver teatro argentino? Le pasó a Tocalchir, a Veronese, a Mariano Pensotti…

Joaquín Furriel cuenta con admiración que en España pagan por ver teatro argentino. Foto: Mariana Nedelcu Joaquín Furriel cuenta con admiración que en España pagan por ver teatro argentino. Foto: Mariana Nedelcu

-Nos quieren, ¿decís? ¿Fue una puerta que abrió Andrés Calamaro con Los Rodríguez?

Va a parecer que estoy haciendo una oda a Ricardo Darín, pero te juro que es Ricardo el que abrió todo eso. Ricardo y Messi. Los valores que tienen Messi y Darín son representantes de los valores argentinos… A mí no me vengan con que somos unos chantas, unos berretas, que somos unas malas personas… No sé quién construyó esa idea. Por donde pasó Darín, todo está mucho mejor.

La empatía a los actores argentinos es gracias a lo que abrió Ricardo. Es así. Y los que vamos detrás de él nos seguimos nutriendo de eso, porque cuando vos salís de tu país, sos el representarte de tu país. Y es importante no mandarte ninguna. Son valores que, si los tenés, salen de manera maravillosa. Lo que les gusta a los españoles de nosotros es cómo somos nosotros. Ricardo, en España, nunca actuó de español.

-Está bueno eso, no lo había pensado. ¿Puede ser que la producción casi cero del INCAA esté siendo reemplazada por Netflix? Leí que la plataforma se va a hacer cargo de la ficción argentina con películas, documentales y temporadas de series.

-Esto genera un efecto colateral. Muchos realizadores están yéndose a trabajar a otros países. La producción que hace Netflix acá es porque nuestro contenido importa. Pero hay películas argentinas que se están haciendo en Uruguay, en Brasil. Es inviable filmar acá. Contestando a tu pregunta, esa posta no se toma. Una cosa es sanear una institución que estaba siendo cuestionada por diversas razones, pudiendo o no estar de acuerdo, y otra es la identidad. La identidad de los países se construye con sus propios relatos. Si esos relatos se debilitan, aparecen otros que ocupan un lugar que no corresponde.

Joaquín Furriel dice que la democracia no se negocia. Y piensa que el presidente que nos encerró a todos e hizo la fiesta de cumpleaños de su esposa debería haber sido destituido. Foto: Mariana Nedelcu Joaquín Furriel dice que la democracia no se negocia. Y piensa que el presidente que nos encerró a todos e hizo la fiesta de cumpleaños de su esposa debería haber sido destituido. Foto: Mariana Nedelcu

-¿A quién votaste?

-No me meto en esa trinchera, no tengo ninguna empatía partidaria por delante de cualquier conversación. De verdad, no me importa quedar bien con unos u otros. No podemos hablar de democracia si en su momento no se destituyó a un presidente que nos encerró a todos e hizo una fiesta de cumpleaños de su mujer. Yo hubiera abrazado la idea de que ese presidente fuera destituido. Creo que hubiera sido, en su momento, un gran gesto democrático. Pero tampoco me parece bien un gobierno que pide dinero al FMI de manera desproporcionada. Igual, siento que los actores estamos hablando de otra cosa como si fuéramos politólogos…

-Claro, ¿por qué los actores tienen que opinar de política como si fuera interesante lo que piensan?

-Yo lo único que no negocio es la democracia, pero son épocas de mucha estupidez. El nivel de estupidez discursiva es un embole. Si yo destruyo al presidente actual, para algunos soy un héroe. Si destruyo a Cristina, soy un héroe para otros. Si no destruyo a ninguno de los dos, soy un tibio. Un embole. Por ejemplo esta particularidad de los personalismos hace que El Eternauta meta un gol y la frase “Nadie se salva solo” genere un boom cuando los que nos gobiernan desde décadas han demostrado que ellos se salvan solos. Todos los que estuvieron en el poder mearon a todos los demás.

-¿Del ACV que tuviste qué me podés decir?

-Que me generó un contacto con lo efímero. No tuve miedo de morir, tuve miedo por mi hija. Y no soy especialmente cuidadoso, pero tampoco es que las cosas me chupen un huevo. No creo en los extremos. Simplemente eso.

Joaquín Furriel y una obra sobre Ricardo III en la que se descorrerán algunos velos. Foto: Mariana NedelcuJoaquín Furriel y una obra sobre Ricardo III en la que se descorrerán algunos velos. Foto: Mariana Nedelcu

La historia y la ficción

• Ricardo III de Inglaterra reinó sólo dos años: del 26 de junio de 1483 al 22 de agosto de 1485. Murió combatiendo en la batalla de Bosworth, que fue decisiva en la Guerra de las Dos Rosas entre las casas de Lancaster y York.

• William Shakespeare escribió una obra sobre su llegada al trono y su final, en la que lo retrata negativamente (deforme, sanguinario, malvado).

La verdadera historia de Ricardo III, la obra que interpretará Joaquín Furriel en el teatro San Martín, es una versión libre escrita por Calixto Bieito y Adrià Reixach. Estrena el viernes 27 de junio e irá de miércoles a sábados a las 20, y los domingos a las 19.

• El texto que se representará parte de un hecho real: el descubrimiento, en 2012, bajo una playa de estacionamiento de Leicester, de los restos del monarca.

• Bieito entiende que su obra reflexiona sobre la maldad inherente al ser humano, que “anida en el corazón del hombre como la bondad”.

Agradecimiento: Asociación Amigos del Museo de Arte Decorativo

Redacción

Fuente: Leer artículo original

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