Las presencias en la sala Alejandra Pizarnik de La Rural revelaban mucho sobre protagonista que se sentó junto a la escritora Claudia Piñero: escritores, periodistas, editores, el expresidente de la Fundación El Libro, Alejandro Vaccaro, llegaron a escuchar a un hombre que sabe tanto de letras como de la noticia: el español Juan Cruz Ruiz (Tenerife, 1948), uno de los fundadores del diario El País y exdirector de Alfaguara entre 1992 y 1998 es una leyenda viviente de los mejores medios de comunicación y las mejores editoriales y esta noche quedó en claro cuando presentó su libro Secreto y pasión de la literatura. Los escritores en primera persona, de Borges a Almudena Grandes (Tusquets). «El periodismo es una larga conversación que no debe interrumpirse», dijo.
Claudia Piñeiro articuló la charla partiendo de algunos de los muchos nombres propios que pueblan el libro de Juan Cruz Ruiz, en el que confluyen los escritores y escritoras hiberoamericanos más importantes de la segunda mitad del siglo XX: de Jorge Luis Borges, a Mario Vargas Llosa, de Julio Cortazar a Pablo Neruda, de Jorge Semprún a Almudena Grandes. «Lo he escrito para abrazar a mucha gente. Algunos ya no están, pero no se han ido de mi mente», señaló.
El deporte nacional del odio
Para reponer la trayectoria del protagonista, Claudia Piñeiro prefirió apartarse del currículum formal y recurrir a una anécdota del argentino Jorge Fernández Díaz, que estaba presente en la sala. La respuesta de Juan Cruz Ruiz fue una reivindicación pública de la figura del autor de Mamá, a quien definió como «quizás uno de los escritores y periodistas más potentes de la lengua española. Quisiera subrayar esto cuando hay un deporte nacional (que es además un deporte mundial) que consiste en decir que los periodistas somos gente a la que hay que odiar. Jorge Fernández Díaz merece de este auditorio un aplauso», consideró. Y ese aplauso de hizo presente para sostener a un autor que fue agredido varias veces por el presidente Javier Milei en menos de una semana.

Sobre su rol en Alfaguara, Juan Cruz Ruiz consideró que «el editor es alguien que escucha en silencio lo que el escritor está necesitando decir» y que para comprender a cada autor es necesario «hablar con ellos y leerlos», agregó.
El periodista y editor recordó su vínculo con los dos escritores argentinos más conocidos en el mundo: Jorge Luis Borges y Julio Cortázar. Sobre el primero, narró un insólito paseo por Madrid al que sumó a su esposa, su hija y un amigo en un auto más bien pequeño. «Borges por supuesto no tenía idea de quiénes éramos y comenzó por preguntarnos nuestros nombres. Le gustó saber que mi esposa se apellida también Borges por parte de madre, pero otros nombres más corrientes no le interesaron tanto», contó con gracia.
También rememoró que el argentino le pidió asistencia para armar su maleta y que le indicó que dejara «algunas rendijas para que las camisas puedan respirar». Borges «todo el tiempo hablaba con metáforas», se admiró y agregó: «Era un hombre extraordinario».
Juan Cruz Ruiz opinó que Borges merecía el Premio Nobel de Literatura, aunque nunca lo ganó. Otros que sí lo ganaron también fueron entrevistados por él: «Conocí a Pablo Neruda e hice una nota. Tenía yo 19 años y el chileno no era una persona tan natural como Borges. Mario Vargas Llosa también era muy natural y expansivo», comparó.
Otro de los autores mencionados en el libro es Javier Cercas, coincidentemente también en Buenos Aires por estos días para presentar El loco de Dios en el fin del mundo (Random House). Juan Cruz Ruiz contó que le sugirió a Vargas Llosa la lectura de Soldados de salamina y que el peruano quedó encantado con ese libro. «Organicé una cena para ellos y fue maravilloso. Vargas Llosa le hablaba a Cercas como si el que tuviera que contar su vida entre ellos fuera Cercas y no él», destacó.
También tuvo un recuerdo hacia Julio Cortázar y se definió a sí mismo como «muy cortazariano», aunque señaló sus dferencias con algunos compromisos políticos e ideológicos del argentino: «Los escritores consideran que es posible decirlo todo. Pero en ocasiones es mejor decir la mitad», dijo.
«Habría que traducirlo»
De todos modos, Juan Cruz Ruiz reconoció que fue Cortázar quien le dio ganas de escribir y recordó una anécdota que aún no ofende: era director de Alfaguara y se sorprendió porque la editorial tuviera los derechos de los libros del argentino aunque no se publicaban. Consultó con el gerente y este le explicó que, para eso, «habría que traducirlo».

El español no eludió referirse a las versiones que indican que tanto Cortázar como su pareja, Carol Dunlop podrían haber muerto de HIV. «No es algo que solo diga yo, se decía en varias partes». Y atribuyó el contagio a una supuesta transfusión sanguínea.
«Cuando fue a Madrid, ya estaba muy enfermo. Ahora, cuando leemos las cartas que le enviaba a su editor Francisco «Paco» Porrúa, entendemos que el autor de Rayuela era siempre un muchacho que quería que el libro le saliera bien«, rememoró con amistad.
También para el nicaragüense Sergio Ramírez tuvo palabras de afecto y reconocimento, valorando la difícil situación de exilio que el escritor padece, además de la apropiación de sus bienes por parte del regímen de Daniel Ortega. «No hay nadie en nuestra lengua que no conozca el exilio, tanto en lo personal como en lo familiar», indicó.
Juan Cruz Ruiz no dejó de ponderar la influencia del boom latinoamericano, que –dijo– «no cesó y ahora Juan Rulfo es el referente de muchas escritoras actuales».

Y en el cierre, elogió la labor de los y las periodistas además de recordar que «no somos omniscientes, tenemos que volver a comprobar los hechos y los datos. Nosotros no lo sabemos todo, pero tampoco lo saben todos esos que nos dicen que somos ignorantes», completó justo cuando estallaba un aplauso generalizado.