Desde laberintos de troncos centenarios hasta ecosistemas submarinos, un bosque es una obra maestra del tiempo, el clima y la geografía. Los bosques de la Patagonia son mucho más que simples extensiones de árboles, son territorios vivos donde la biodiversidad se despliega en múltiples formas. En esta nota preparamos un listado de cinco de elllos que atraen a los viajeros de distintas partes de la región, el país y el mundo.
Bosque de arrayanes en la Patagonia
Ubicado en la península de Quetrihué, cerca de Villa La Angostura, en el extremo norte del lago Nahuel Huapi, el Parque Nacional Los Arrayanes es un área protegida que resguarda un bosque único en el mundo. Creado en 1971 como una reserva independiente del Parque Nacional Nahuel Huapi, conserva ejemplares de arrayanes con más de 650 años de antigüedad y alturas que superan los 15 metros. El otoño es una de las mejores épocas del año para visitarlo.
El arrayán es el árbol protagonista del parque. Crece en suelos húmedos y se distingue por el tronco retorcido y la corteza de color canela, que se desprende dejando manchitas blancas. Las flores son pequeñas y blancas con un aroma suave. Es un árbol de crecimiento muy lento que, en este rincón de la Patagonia, se desarrolló hasta formar un bosque extraordinario. Está considerado como una de las mejores representaciones de la especie en todo el continente sudamericano.

Además del emblemático arrayán del sur (Luma apiculata), la península está rodeada por bosques de coihues y ñires, que aportan más biodiversidad al entorno. En el corazón de la península están las lagunas Hua Huan y Patagua, donde registró la presencia del huillín, una nutria en peligro de extinción.
También habitan diversas aves características del bosque patagónico, como el carpintero pitío, la remolinera araucana y la cachaña, la cotorra más austral del planeta. En las islas cercanas a Los Arrayanes vive una subespecie del cormorán imperial, adaptada a los lagos de la región. Todo este ecosistema, con su combinación de flora y fauna, convierte a la península de Quetrihué en un destino imperdible para quienes buscan sumergirse en la belleza natural de la Patagonia argentina.
Para llegar al bosque de Arrayanes se puede tomar una excursión lacustre desde Bariloche o Villa La Angostura hasta los puertos La Mansa, La Brava o Quetrihué (el más cercano). Para quienes tengan un entrenamiento medio y ganas de pedalear, una buena forma de conocerlo es hacerlo en bicicleta. Desde la entrada al Parque, a metros del muelle de Bahía Brava, parte un sendero de 12 km en dirección al bosque. En bicicleta demanda tres horas en ir y volver.
Bosque sumergido en la Patagonia
Dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi, en el lago Traful se esconde un fenómeno natural que asombra a quienes lo visitan: el Bosque Sumergido. Está formado por proximadamente 60 árboles, la mayoría cipreses, que permanecen derechos bajo el agua, a una profundidad de 30 metros. Es un paisaje casi surrealista que se convirtió en un atractivo turístico para los amantes de la naturaleza y la aventura.
El bosque se orginó en un movimiento de tierra ocurrido en la década de 1960, cuando un deslizamiento de la ladera del cerro Bayo provocó la caída de una gran cantidad de árboles dentro del lago. Lo sorprendente es que permanecieron en posición vertical, conservando su estructura gracias a las bajas temperaturas del agua, según los expertos.
La mejor manera de acercarse es mediante un paseo en lancha desde Villa Traful, que permite recorrer la zona y apreciar de cerca los troncos que sobresalen del agua. También existe la posibilidad de realizar buceo en el bosque sumergido, una experiencia única que permite explorar las profundidades del lago y contemplar los imponentes árboles bajo el agua. Es una actividad reservada para quienes tienen experiencia previa.

La excursión parte desde el muelle de Villa Traful a bordo de una embarcación. Se navega por el lago rodeado de imponentes montañas, playas vírgenes y formaciones geológicas únicas. Mientras se avanza hacia la costa norte, el contraste entre la cordillera y la estepa crea un paisaje espectacular. Los guías profesionales revelan los secretos de este entorno.
Después de llegar al bosque la travesía continúa dentro del Parque Nacional. Dependiendo del clima y la dinámica del grupo, los horarios pueden ajustarse para optimizar la experiencia. El paseo cuesta alrededor de $60.000 dura aproximadamente una hora y cuarto y es apto para todo público
Un gigante de la naturaleza, “El Abuelo”, se eleva en pleno corazón del Parque Nacional Los Alerces, en Chubut. Este alerce milenario, cuyo nombre en mapuche es lahuan, tiene 2.620 años y es considerado el segundo árbol vivo más longevo del planeta, a orillas del Lago Menéndez.
El Parque Nacional Los Alerces fue creado en 1940, pero mucho antes, en 1937, un decreto ya protegía esta zona. Durante años, la madera de alerce fue altamente valorada por su resistencia a la descomposición, siendo utilizada en carpintería y embarcaciones. Sin embargo, la explotación de estos árboles está prohibida en la actualidad lo que permitió que “El Abuelo” sobreviva y se convierta en un símbolo natural de la Patagonia.
A pesar de los siglos, este árbol no presenta cicatrices de incendios. Tiene una marca de hacha dejada por antiguos leñadores que solían evaluar la calidad de la madera antes de talar un árbol. La «buena suerte» radicó en que la veta de la madera no era adecuada para el uso. Con 57 metros de altura y casi 3 metros de diámetro, su majestuosidad impresiona. Está prohibido tocarlo y se necesitan seis personaspara rodearlo.
Para acceder a este monumento natural desde Esquel, hay que recorrer unos 100 kilómetros hasta la pasarela del río Arrayanes, dentro del Parque Nacional Los Alerces. Luego, tras una caminata de un kilómetro hasta Puerto Chucao, se debe embarcar en un catamarán y navegar por el Lago Menéndez hasta llegar al alerzal, un bosque donde conviven alerces, arrayanes y orquídeas silvestres a orillas del río Cisne.
El Parque Nacional Los Alerces fue reconocido como Patrimonio Mundial por la UNESCO en 2017. Es una de las áreas protegidas más importantes del país, con una extensión de 259.822 has. Allí “El Abuelo” sigue firme, demostrando la capacidad de la naturaleza para resistir el paso del tiempo.
Bosque tallado en la Patagonia
En las laderas del Cerro Piltriquitrón, en El Bolsón, donde alguna vez las llamas devoraron un bosque de lengas, hoy se alza un testimonio de resiliencia y creatividad: el Bosque Tallado. Esta galería al aire libre, nacida de la iniciativa de Marcelo López en 1998, es mucho más que un conjunto de esculturas.
Las esculturas de artistas locales, e incluso internacionales, fueron talladas en los restos carbonizados de los árboles, como un recordatorio de la fragilidad de la naturaleza y de la capacidad del ser humano para encontrar belleza incluso en la adversidad.
Llegar al bosque tallado es una aventura en sí misma. El camino de montaña, que serpentea desde la Ruta Nacional 40 Sur hasta la plataforma del Cerro Piltriquitrón, ofrece vistas panorámicas hermosas. Tras 13 km de ripio, un sendero invita a los visitantes a adentrarse en el bosque, donde las esculturas emergen entre los árboles.
Con más de 60 obras de arte, se convirtió en un ícono cultural del Corredor de los Andes, un destino imperdible para quienes buscan conectar con la naturaleza y el arte en estado puro. La tarifa general para ingresar es de $5.000 (sin cargo para jubilados, menores de 10 años y residentes). Se puede ir todos los días de 9 a 19 y es ideal para hacerlo en familia.
Bosque de algas gigantes en la Patagonia
En la costa atlántica de nuestro país, escondidos bajo el agua, se encuentran vastos bosques de algas gigantes que cumplen un papel crucial en la lucha contra el cambio climático. Conocido como “cachiyuyo”, este alga puede alcanzar los 40 metros de longitud y forma ecosistemas esenciales en las costas de Santa Cruz y Tierra del Fuego. Su conservación se ha vuelto una prioridad debido a su importancia ambiental y a la amenaza que enfrenta a nivel mundial.
A medida que las poblaciones de estas macroalgas disminuyen en otras partes del mundo, la Administración de Parques Nacionales declaró de interés la preservación de los parques marinos que protegen estos bosques submarinos.
La Fundación Por el Mar, junto a investigadores del CONICET y la National Geographic Society, realizaron varias expediciones en la Patagonia para estudiar y difundir el valor de este ecosistema único. La importancia de estos bosques fue reconocida por la prestigiosa revista.

El impacto de la actividad humana provocó la degradación de estos ecosistemas a un ritmo alarmante, hasta cuatro veces más rápido que el de los bosques tropicales o los arrecifes de coral. Sin embargo, estudios recientes indican que los bosques marinos de la Patagonia están entre los mejor conservados del planeta.
La existencia de áreas protegidas, como el Parque Interjurisdiccional Marino Makenke en Santa Cruz o el Parque Interjurisdiccional Marino Monte León, asegura la conservación de los bosques de cachiyuyo y su rol en la captura de carbono y el mantenimiento de especies marinas clave.
Desde esos organismos se promueve la realización de actividades como la pesca responsable y el ecoturismo. Con el respaldo de Parques Nacionales, el municipio y la comunidad, se busca consolidar la protección de estos ecosistemas únicos y fomentar una mayor conciencia sobre la riqueza oculta bajo las aguas de la Patagonia.