Central Park, un verdadero paraíso terrenal en Nueva York, ofrece gran variedad de estampas de lo cotidiano. De la vida lenta y de la vida a la carrera. Es un lugar que combina el reposo, la meditación, la observación de pájaros, el picnic, el arrullo, el recreo de niños y adultos o la lectura y la contemplación. Une a silenciosos y a bulliciosos. Que, por ejemplo, los sábados se convierte para los judíos en una especie de tinder sobre la hierba.
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