Quizás dentro de un tiempo nos podamos mirar con más perspectiva la escena insólita de un Parlament parando su actividad por la detención de una flotilla en apoyo a Gaza. No por menospreciar la gravedad del conflicto o la sensibilidad humanitaria, sino por contraste: ninguna sesión se ha suspendido por los miles de víctimas en la zona. Quizás algún día esta desproporción nos haga reflexionar sobre los marcos mentales que dominan la política catalana. Y también sobre un ecosistema político-mediático a menudo capturado por el ruido y por los extremos.
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