Una “toxina ambiental” ha provocado una “epidemia de autismo”, a juzgar por el máximo responsable de Salud de Estados Unidos, Robert Kennedy, que pronostica que descubrirá su causa antes de terminar el año con el objetivo de “erradicarla”. A pesar del extenso consenso científico que desde la década de los 1970 sostiene que la genética contribuye de forma determinante a esta condición neurológica, el secretario afirma que “estudiar las causas genéticas del autismo nos lleva a un callejón sin salida”, pues “sabemos que se trata de una exposición ambiental” y “los genes no causan epidemias”.
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