Kia y The Ocean Cleanup despliegan los Interceptors 006 y 021 en los ríos Las Vacas y Motagua, capturando ya 23 .354 t de desechos y cortando un flujo anual de 20.000 t de plástico hacia el Caribe.
Una masa flotante de residuos plásticos del tamaño de un edificio de veinte pisos baja cada hora por el río Motagua. Esa imagen —tristemente habitual para las comunidades de Guatemala y Honduras— comenzó a cambiar hace dos años, cuando la organización holandesa The Ocean Cleanup instaló su primer sistema flotante de contención (Interceptor 006) en el afluente Las Vacas.
Hoy la ofensiva se refuerza con un segundo equipo, el Interceptor 021, desplegado en El Quetzalito gracias al apoyo financiero y logístico de Kia y al respaldo del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN).
Interceptores 006 y 021: la valla contra el plástico
Cada año, unas 20.000 toneladas de basura —equivalentes a 1.300 contenedores de carga— descendían por el sistema Las Vacas–Motagua rumbo al mar Caribe.
El Interceptor 006, instalado en 2023 sobre el río Las Vacas, demostró la eficacia del concepto: en su primera temporada de lluvias evitó que 10 millones de kilos alcanzaran aguas hondureñas.
Su hermano mayor, el recién inaugurado Interceptor 021, mide 158 metros de largo —la mayor unidad desplegada hasta ahora— y actúa como “última línea de defensa” apenas 7 kilómetros antes de la desembocadura.
Las barreras flotantes forman un ángulo que aprovecha la corriente para canalizar los residuos hacia una cinta transportadora alimentada con energía solar. Allí se separa el material orgánico de los plásticos, que se embalan para su traslado a centros de clasificación junto a la ribera. Desde la llegada de los dos dispositivos, la alianza ha extraído 23 354 toneladas de desechos en el Motagua.
Un impacto regional desde el río Motagua
Los habitantes de las costas hondureñas conocen bien el problema: cada temporada de lluvias las playas de Omoa amanecían cubiertas de envases y jeringas. “Omoa agradece a esa organización internacional porque el mar ya no recibe esas montañas de residuos y el municipio está recibiendo más turistas”, celebra Rosa Brocatto, expresidenta de la Cámara de Turismo local.
Para Brocatto y otros actores regionales, la reducción del plástico supone no solo un respiro ambiental sino también económico: la pesca se recupera, el arrecife mesoamericano respira y el sector turismo vuelve a promocionar costas limpias.
Kia, convertida en Global Mission Partner de The Ocean Cleanup desde 2022, aporta vehículos eléctricos para las operaciones de campo, financiamiento y —quizá lo más valioso— altavoz corporativo. La marca coreana alinea la iniciativa con su estrategia de sostenibilidad 2045, que apunta a neutralidad de carbono y a una economía circular de los materiales.
De la basura al valor: plásticos que renacen en autos y vinilos
Uno de los pilares del proyecto es dar una segunda vida al plástico capturado. Parte del material se transformó en vinilos de edición limitada del grupo británico Coldplay; otro lote se convirtió en un forro de cajuela para el recién presentado SUV eléctrico EV3.
La estrategia va más allá del simbolismo: el buque insignia Kia EV9 ya utiliza redes de pesca recicladas en la alfombra y botellas PET convertidas en tapicería, señal de que el flujo de residuos interceptados puede reinsertarse a escala industrial.
Para The Ocean Cleanup, el proyecto guatemalteco es un laboratorio vivo: si los Interceptors logran retener la mayor parte del caudal plástico del Motagua, se liberará presión sobre el Golfo de Honduras, un hotspot de biodiversidad caribeña donde sobreviven especies como el manatí antillano y el pez vela. Los datos preliminares apuntan a una disminución visible de microplásticos en la superficie costera —un resultado que la organización espera validar con muestreos científicos en 2026.
La colaboración entre sector privado, gobierno y sociedad civil muestra que los problemas de escala global pueden abordarse de forma local. Con dos dispositivos operativos y planes para extender la red de barreras a otros tributarios, Kia y The Ocean Cleanup han puesto un tapón tecnológico al “río de plástico” de Centroamérica.
Si los resultados se consolidan, el modelo podría replicarse en los 1 000 ríos que vierten el 80 % del plástico oceánico; y eso, parafraseando a los ingenieros del proyecto, sería literalmente cambiar el curso de la historia.
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