“Confiaba en que esta vez, habiendo Siciliano -a través de su defensor- reconocido la autoría de todos los hechos denunciados, se dictara esta sentencia ejemplar. Ahora, tengo mucha ilusión de poder dejar atrás cinco años de sobresaltos, temor y dolor. Aspiro a lo más simple: volver a la normalidad y vivir en paz”, confiesa Norma Bellini, la abogada de familia que fue víctima de hostigamiento y violencia por parte de la ex pareja de una clienta a quien representó en una causa por violencia de género, en diálogo con Clarín.
Es que tras múltiples trabas y dilaciones, el debate previsto se suspendió porque el pasado 29 de abril la defensa de Siciliano presentó un acuerdo al que Norma -en su carácter de víctima y querellante- brindó su consentimiento. Este lunes, fue homologado por el Juzgado de Primera Instancia en lo Penal Contravencional y de Faltas N° 12, a cargo de Juan Manuel Neumann.
La homologación significa que el juez aprobó formalmente el acuerdo alcanzado entre las partes, confiriéndole validez y fuerza ejecutoria. De modo que, se convierte en una resolución judicial con los mismos efectos que una sentencia.
En el acuerdo, el acusado reconoció todos los delitos que le fueron imputados en el marco de la causa por los múltiples ataques (entre ellos; daños, incendio, amenazas simples, desobediencia e intimidación agravada por mediar desigualdad de género) que se reprodujeron entre 2020 y finales de 2023 contra Norma.
¿Cuáles son las pautas del acuerdo? Tres años de prisión de cumplimiento en suspenso, la colocación de una tobillera electrónica por el término de 6 meses, la prohibición de acercamiento en un radio de 500 metros con relación a las querellas y a todos los damnificados de la causa, fijar residencia en jurisdicción del tribunal, concurrir las veces que sea citado y la reparación integral a la víctima por todos los daños ocasionados.
Por los hostigamientos y amenazas, el expediente se convirtió en una cuestión de género.
El tormento por una ira sin frenos
Desde mediados de 2020, Norma se había convertido en blanco directo de un eslabón de ataques por parte de Siciliano, la ex pareja de una clienta suya cuyo patrocinio asumió en septiembre de 2019.
“Estoy transitando este infierno como puedo, sin saber de dónde vendrá la próxima agresión o venganza. Vivo con miedo, pero no me paraliza porque soy de trinchera. Por eso, hice todo lo que pude para llegar a esta instancia y ponerle un freno a esta impunidad”, había compartido Norma con Clarín.
Y denunció que los extraños sucesos comenzaron a mediados de 2020. El 9 de octubre de ese año, le pinchó una goma del auto. El camionero que la asistió advirtió que los bulones de las cubiertas habían sido aflojados. “Viajaba con toda mi familia y casi nos matamos en la ruta 6. En ese momento, todavía no me daba cuenta de qué estaba pasando”, dice Norma. A los pocos días, el baúl del vehículo apareció martillado.
Durante los seis meses posteriores a la bomba molotov, Siciliano violó reiteradamente la restricción de acercamiento que había dictaminado la Justicia. El 14 de febrero de 2022, apenas diez días después del incendio, volvió a atacar: bajó de su auto y, con una gomera, destrozó la nueva vidriera del local. Todas las situaciones fueron denunciadas como violaciones a la perimetral, ninguna tuvo consecuencias judiciales.
“A medida que las acciones en el ámbito judicial iban surtiendo efecto, y que Laura iba recuperando su vida, comenzó el castigo hacia mí y mi familia”, asegura. Y refiere que las cuestiones se fueron agravando a partir del 29 de noviembre de 2021, cuando la Justicia le notificó a Siciliano el requerimiento a juicio por incumplimiento de los deberes de asistencia familiar y dictó embargos sobre sus bienes.
Y en esta dirección, el 15 de agosto de 2022 su vida se tiñó de angustia. Recibió un mensaje de Whatsapp que la marcó a fuego. Desde un número desconocido con característica de Rosario, amenazaron de muerte a su hijo y le enviaron 20 fotografías con seguimientos personales a ella y a todo su círculo íntimo, en diferentes momentos y lugares. Las imágenes incluían escenas familiares tomadas a escondidas y en fechas claves, como una cena de Nochebuena. “Sentí que me moría”, expresó.
Cuando se investigó al titular de la línea, la empresa de telefonía informó una ubicación en un barrio periférico de Rosario y como titular a un familiar directo del jefe de una banda de narcotraficantes de esa ciudad.
“Ante mi sorpresa y asesorada por mi abogado penalista, acudí a un investigador privado que reveló el ardid. La ex pareja de Laura había puesto una línea de teléfono mediante la modalidad ‘swing swaping’ a nombre de esta persona de Rosario, se trasladó a esa ciudad y mandó el mensaje él haciéndose pasar por el jefe de esa banda de Rosario, todo ello con el objetivo amedrentar y de generar pánico”, dijo.
“En esta instancia, renuncié a la defensa de mi clienta. Ingenuamente creí que así terminarían las agresiones hacia mí, pero me equivoqué: para el violento no existen los escrúpulos morales, toma como víctimas a inocentes que ni siquiera conoce con el objetivo de provocar daño”, comentó con este medio.
Y sumó un nuevo punto de inflexión: “Desde agosto del 2022, se dedicó a atacar la vida de mi hijo y de su esposa, destrozando vidrieras de negocios, quemando con ácido el auto y tajeando las cubiertas en el domicilio de mi hijo”, lamenta.
La condena es por daño en cuatro oportunidades, incendio con peligro común para bienes, amenazas simples y agravadas por ser anónimas y daño en concurso ideal por desobediencia en dos hechos.
SC
