Leonardo Boff*
Estamos entrando en un mundo multipolar, cuestionado por la visión unipolar de Estados Unidos. En este contexto, América Latina y Brasil ocupan un lugar importante en el debate geopolítico. Aquí están los elementos esenciales que garantizan la continuidad de nuestra civilización y de la vida. Tanto Trump como China, en disputa, los han puesto bajo su mirarada codiciosa.
En lo que toca a los arancelazos, no se trata solo de una medida personalísima de Trump, sino de todo un sistema que ve en el Sur global un peligro para el dólar y para la hegemonía estadounidense. El arancelazo sobre Brasil quiere significar una lección de sumisión a los intereses imperiales para toda América Latina y para los BRICs. Brasil, como ningún otro país, está de forma soberana y serena, enfrentándose a esa pretensión imperialista de alineamento y de sometimiento. ¿Qué es finalmente lo que nosotros queremos? Queremos la América Latina y el Brasil que están en nuestros sueños. El gran sueño es este:
En primer lugar no queremos la América Latina y el Brasil que los otros han querido siempre: una factoría permanente del capitalismo en sus varias formas de realización histórica, un espejo de los países metropolitanos, un eco de la voz de los patrones del mundo, una neocolonización, una porción exótica del mundo donde hay indígenas, pueblos ancestrales, papagayos y el infierno verde.
Particularmente queremos una América Latina que recupere el sentido originario del nombre que los pueblos que viven aquí desde hace milenios le daban: Abya Ayala que significa Tierra Madura. Este nombre es profético para todas las tierras. Todas ellas deben aún madurar para que la Tierra como planeta sea realmente Abya Ayala, la Tierra Madura, la morada común de todos los humanos, hermanados entre sí y con todos los demás seres de la naturaleza como refiere la Carta de la Tierra (2003:Preámbulo) y la encíclica del Papa Francisco Laudato Sì:sobre el cuidado de la Casa Común (2015). Queremos una América Latina y un Brasil que sea una América indo-afro-asio-latino-americana, lugar donde se realiza seguramente el mayor ensayo histórico de sincretización de todas las razas, pues a esta porción de tierra vinieron representantes de casi todas las razas humanas. Sólo a Brasil vinieron representantes de 60 pueblos diferentes.
Aquí en los trópicos está emergiendo una civilización sincrética como la propia naturaleza, de raíz multicultural, anticipación de lo que deberá ser la humanidad unificada en un único Planeta con la conciencia de un único destino común. Ella se asienta sobre una base ecológica prometedora: la mayor biodiversidad de la Tierra y la mayor riqueza hídrica del Planeta.
Queremos una América y un Brasil que hagan de esta dotación natural e histórica suya una oferta de esperanza y de sueño de una humanidad más solidaria, más tolerante, más respetuosa de las diferencias, más benevolente y más espiritual. América del Sur es un continente místico. La realidad se vive empapada de energías divinas que acompañan al ser humano en su trayectoria dándole un sentido de transcendencia, de cordialidad, de humor y de levedad.
Queremos una América y un Brasil que consideren la Tierra como la Pachamama, la gran Madre, la Tierra sin Males y la Gaia de los modernos, que la respeten y veneren como se venera y respeta a la propia madre.
Queremos una América y un Brasil donde los seres humanos, hombres y mujeres, se sientan hijos e hijas de esa gran Madre y se propongan vivir en sinergia y en hermandad, el ideal andino del buen vivir y convivir.
Queremos una América que no se sienta más América sino que se sienta como la propia Tierra que llegó aquí a esa conciencia universalista, cargada de fraternura y de voluntad de construir una única historia: la historia de la humanidad que ha encontrado su camino de vuelta a la patria común, al planeta Tierra, después de milenios de dispersión por los continentes, en los estados-naciones y en los límites de las culturas. Ahora es el tiempo de construcción de la Casa Común.
Queremos una América y un Brasil que vean a los pueblos como tribus del único pueblo de los humanos, especie del homo sapiens sapiens en sintonía con las demás especies en la misma aventura histórica y cósmica sobre este Planeta: una fraternidad universal y terrenal.
Queremos una América y un Brasil que se sientan bajo el arco-iris de la nueva alianza (un contrato social planetario) que los humanos están fundando entre sí, alianza de convivencia en la sinergia, en la compasión de los unos hacia los otros y con los demás seres, convergente en las diversidades y diversa en la unidad, arco-iris que simboliza la permanente alianza de Dios con todo lo que existe y vive para que nunca más se produzca la devastación de los diluvios naturales e históricos sino que todos puedan vivir siempre más y mejor.
Esa América y ese Brasil solo serán uno de los nombres de la propria Tierra si nosotros mismos, sus hijos e hijas, asumimos ese llamado y vivimos de acuerdo a ese imperativo. Es laTierra misma que habla y clama a través de nosotros para que inauguremos esa nueva fase de la historia planetaria. Que ese sueño ancestral, soñado por Bolívar, José Martí y Darcy Ribeiro se historice mientras aún tenemos tiempo y si no sucumbimos al calentamiento global o a alguna otra tragedia de dimensiones planetarias.
Leonardo Boff ha escrito Habitar la Tierra, Vozes 2022; Brasil:Concluir la refundación o prolongar la dependencia, Vozes 2018; Tierra Madura, Planeta, São Paulo 2023.*
Traducción de MªJosé Gavito Milano