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jueves, agosto 14, 2025

La Anónima: nacida en la Patagonia, al filo de sus 120 años y con presencia en 10 provincias

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Hace más de 100 años, a principios de siglo, el desierto era desafiado por unos pioneros que querían engrandecer el suelo patagónico. Fue así como en 1908 las empresas de José Menéndez y Mauricio Braun se unieron dando lugar a la sociedad que comenzó con almacenes de ramos generales, estancias y una flota naviera propia.

Desde los inicios, debido a lo largo y complicado del nombre, los habitantes de la Patagonia bautizaron a la nueva empresa como La Anónima. En 1942 abrió su capital a la oferta pública, cotizando desde entonces en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires.

Varios factores llevaron a la decadencia de la empresa. Por un lado, el canal de Panamá, que -si bien fue inaugurado en 1914- con el tiempo le fue quitando tráfico marítimo a Punta Arenas y a toda la costa patagónica argentino-chilena.

Por otro lado, el Estado nacional creó la empresa marítima estatal, el precio de la lana caía sistemáticamente y además la familia se multiplicó, por la simple reproducción de ambas familias, los Menéndez y los Braun. Todo esto hizo que el negocio marítimo decayera cada vez más y la Patagonia sufriera económicamente en todo sentido.

A mediados de la década de los 60, en medio de una difícil situación económica y financiera, la sociedad toma una serie de medidas, tales como la liquidación de la flota naviera, la venta de campos e inmuebles y la transformación de los almacenes de ramos generales en supermercados, que ya operaban bajo la modalidad autoservicio.

Si bien las medidas fueron correctas, no fueron suficientes, y la empresa se había minimizado a solamente 11 sucursales con muy poca tecnología y, por lo tanto, era necesario hacer otras reformas.

Por eso, a partir del año 1979 se revierte la dispersión del capital social y el paquete accionario se concentra en la familia Braun. De esta manera, asumo la actual conducción de la sociedad, y se pone en marcha una nueva estrategia orientada a obtener el liderazgo en el supermercadismo de la región patagónica, mediante una política de crecimiento, renovación tecnológica e informática y la instauración de una nueva política corporativa.

Federico Braun, presidente de La Anónima.
Federico Braun, presidente de La Anónima.

En el año 1981 la empresa ya contaba con sistemas informáticos y tenía una clara estrategia: ser líderes en pequeñas y medianas ciudades de la Patagonia (posteriormente más abarcativos). Así, fuimos creciendo sin prisa y sin pausa durante la década del 80 y del 90, llegando –como evento culminante de la década del 90– con una emisión de capital, que fue prácticamente un IPO, que nos permitió generar en los últimos tres años de esa década un crecimiento y una consolidación muy importantes. Después, pasada la crisis del año 2001, se retomó el crecimiento y nos permitió llegar –en gran parte, a través de la adquisición de pequeñas y medianas cadenas del país– a tener la estructura que detallo a continuación:

  • 169 sucursales (en 89 ciudades, 10 provincias).
  • 1 e-commerce non-food (La Anónima Online), que actualmente representa el 4% de las ventas de la compañía.
  • La Anónima Plus (programa de beneficios para el cliente).
  • 1 centro de panificados (en Rafaela).
  • 3 concentradores de frutas y verduras.
  • 1 fintech de soluciones financieras (tarjeta de crédito, préstamos personales, con más de 350.000 clientes).
  • 1 centro de atención al cliente.

Actualmente, luego de transitar la década del 2000 superando ciertas dificultades vinculadas con la deuda que tenía la empresa, continuamos evolucionando. Motivados por nuestro propósito de “acercar un futuro mejor a nuestros clientes y comunidades”, entre los años 2010 y 2015 aumentamos de manera significativa el número de sucursales inauguradas en 10 provincias de nuestro país.

Este año hemos alcanzado un gran hito al obtener la certificación como Empresa B, la primera gran cadena de supermercados de América en hacerlo, lo cual demuestra calidad y compromiso con la mejora continua en varios aspectos.

Las empresas B certificadas cumplimos con estrictos marcos regulatorios y altos estándares sociales y ambientales reconocidos a nivel mundial. Nos comprometemos a ser agentes de cambio utilizando las fuerzas del mercado teniendo en cuenta el triple impacto de nuestras actividades: procurando la rentabilidad del negocio –con bienes y servicios atractivos que permitan hacer sustentable a la empresa–, el impacto social –atendiendo las necesidades en las ciudades donde estamos presentes– y la gestión del impacto ambiental –midiendo y mitigando los efectos de nuestra actividad en el medio ambiente–.

Mirando el futuro

Hoy en día, con una economía que se apoya en el ancla fiscal y que tiene objetivos de reforma impositiva, laboral y previsional, podemos ver un futuro mejor para la Argentina en los próximos años, lo cual nos permite ser optimistas en la actividad que desarrollamos (supermercadismo). Cabe destacar que nuestra presencia en las zonas de Neuquén y Río Negro, con el impacto que tiene la industria del Oil&Gas, nos pone en una situación privilegiada.

Redacción

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