Fuera de Francia, donde ya prácticamente nadie le encuentra ninguna gracia, Emmanuel Macron conserva todavía cierto crédito político. A falta de una Unión Europea cohesionada, el presidente francés -secundado por el británico Keir Starmer y el alemán Friedrich Merz- se ha erigido en uno de los principales portavoces de Europa ante el mundo y en un actor esencial en la defensa de Ucrania frente a la agresión rusa y la indiferencia norteamericana. Sin embargo, el activismo internacional del inquilino del Elíseo esconde un gigante con pies de barro.
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