Barcelona vive un particular boom desde hace años de nuevas barberías que algunas de ellas evocan el estilo clásico de antaño. En el número 160 de la calle Aribau del barrio de l’Antiga Esquerra de l’Eixample, a la barbería Jaume no le ha hecho falta recrear los tradicionales sillones ni otro mobiliario de época. Este negocio celebra este año un aniversario muy especial al cumplir un siglo de vida.
Su responsable, Jaume Palós, es la tercera generación de este establecimiento que ha conservado el legado de sus predecesores y su amor por el oficio. Acceder a esta barbería es como hacer un viaje al pasado. Además de sus enormes espejos, destacan dos butacas de los años 50 Triumph con respaldos de rejilla y una trona original para los clientes infantiles que todavía usa.

Jaume Palós cortando el pelo a un cliente
Ana Jiménez / Propias
Su padre fue barbero y también se llamó Jaume. Recuerda que le explicaba que el primer barbero, Eladio Arias, empezó a trabajar en 1925 con otro socio, aunque algunos clientes que vivieron aquí decían que podría haber habido uno anterior, con el apodo de Gallo, extremo que no ha podido confirmar Jaume.
El padre del dueño actual, nacido en Roses, empezó a ejercer esta profesión con 13 años y en los años 40 se trasladó a Barcelona, donde estuvo en una barbería en Sants. En 1952 entró en la barbería de la calle Aribau ya que conocía a Pepe, un sobrino de Eladio. Años más tarde, en 1966 se hizo cargo del negocio, momento en el que el actual responsable vino a vivir aquí con tres años, al destinarse a vivienda la parte posterior del local.
El local conserva butacas de los años 50 y una trona de los inicios del negocio para clientes infantiles
Tras acabar el instituto, su padre le sugirió que como tenía que hacer el servicio militar que aprendiera a cortar el pelo. Así lo hizo y cuando empezó este oficio le gustó tanto que decidió continuar hasta el día de hoy. Cuatro décadas después, Jaume cuida con esmero cada detalle y dedica a cada servicio como mínimo media hora, con un trato personalizado y una relación única con cada cliente. “Esto es un confesionario. Aquí se guardan muchos secretos”, asegura.

El local conserva mobiliario de época con butacas de los años 50
Ana Jiménez / Propias
Además de la satisfacción por el trabajo bien hecho, también le gusta que cada día aprende algo de sus clientes, ya sea de un catedrático o un médico. “Es un aprendizaje continúo si prestas atención. Es una auténtica universidad”, comenta.
Este barbero tiene clientes de toda de la vida del barrio aunque también fuera la ciudad, como de Sant Carles de la Ràpita. Además algunos de ellos son de varias generaciones, habiendo cortado el pelo desde el abuelo al bisnieto. De clientes ilustres, a él le han contado que en su día pasaron por aquí el mítico exportero del Espanyol y del Barça, Ricardo Zamora, o el dibujante Joaquim Muntañola, autor de historietas en el célebre TBO, entre otras publicaciones.

El barbero Jaume Palós en la entrada del local, donde se observa en la fachada los colores tradicionales blanco, rojo y azul para señalizar este tipo de negocio
Ana Jiménez / Propias
En la fachada del negocio están pintados los tradicionales colores asociados a la barbería: blanco, rojo y azul. Jaume recuerda que una de las teorías sobre su procedencia sería la bandera tricolor de la revolución francesa. Entonces los barberos la colgaban en sus establecimientos para que no fueran víctimas de la guillotina.
Él no da credibilidad a esta versión y se inclina más por otra, la de cuando los barberos no disponían de local propio e iban a los pueblos ofreciendo sus servicios de barbería, dentista y médico. En aquella época efectuaban sangrías y el blanco correspondería a los trapos blancos para los vendajes, el rojo a la sangre y el azul a la venas.

A la izquierda el padre del actual propietario, Jaume Palós, a su lado, Pepe, el sobrino de Eladio Arias, sentado y dueño original del negocio junto a otro socio
Archivo Jaume Palós
Sobre la situación actual del sector, este barbero lamenta que ha perdido sus grandes referentes, como Vidal Sassoon, Pascual Iranzo o Lluís Llongueras. En cuanto al futuro del negocio, Jaume, de 62 años, seguirá trabajando hasta su jubilación aunque no tiene relevo ya que su hijo se dedicó profesionalmente a las artes gráficas. Un consejo que daría a las nuevas generaciones de barberos y que aprendió de su padre: “Si no amas el oficio, no te dediques a ello”.