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lunes, noviembre 3, 2025

La bicicleta compartida es una buena inversión

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Los servicios de bicicleta compartida se han demostrado como uno de los mejores impulsos para este medio de transporte en las ciudades. La eclosión ciclista de Barcelona se cimienta en gran parte en el éxito del Bicing desde su puesta en marcha en el 2007. A partir de ahí llegó la expansión de los carriles bici y el crecimiento de su uso hasta ser un elemento fundamental en la movilidad urbana de la capital catalana.

Como Barcelona, muchas otras ciudades han apostado por los servicios de bicicleta pública compartida. Este tipo de servicios se encuentra en más de 150 ciudades europeas de distintos tamaños, desde el gran sistema metropolitano de París con 42.200 bicis y 75 millones de desplazamientos al mes, hasta pequeñas poblaciones con apenas una decena de vehículos. En todos los casos, la inversión de las administraciones tiene un retorno económico y social directo, según un estudio encargado por EIT Urban Mobility y Cycling Industries Europe (CIE) y elaborado por la consultora EY. En el conjunto de Europa, su uso genera 305 millones de euros en beneficios anuales.

El impacto más directo son los 6.000 puestos de trabajo a tiempo completo en las empresas privadas y compañías públicas que prestan estos servicios. Pero más allá, se atribuye al servicio de bicis una reducción de la congestión en las calles de la ciudad que convierte en productivas 760.000 horas que de otro modo pasarían personas atrapadas al volante, lo que se valora en 30 millones de euros.

A su vez, los usuarios reducen los gastos en movilidad hasta un 90% si se compara con el automóvil. En Barcelona, el abono anual del Bicing sale por unos 50 euros de tarifa plana anual y 35 céntimos por uso de bici eléctrica. Unos costes claramente inferiores a los que comporta disponer de un coche.

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Además de los beneficios económicos, también se cuentan los ambientales y sanitarios. Según el informe, el uso compartido de bicicletas ahorra 46.000 toneladas de emisiones de CO2 y 200 toneladas de contaminantes atmosféricos nocivos. Además, al dejar el coche aparcado y pasarse a la movilidad activa, se ayuda a prevenir 1.000 enfermedades crónicas, representando así un ahorro de hasta 40 millones de euros en asistencia sanitaria, lo que lleva a a Lauha Fried, directora de asuntos públicos de Cycling Industries, a concluir que “el uso compartido de la bicicleta ya no sea visto como un coste, sino como una inversión que ofrece claros beneficios”.

Cada euro invertido revierte 1,10 euros
en externalidades positivas

Los ayuntamientos y administraciones metropolitanas también tienen argumentos para defender la bici compartida tras la publicación de este informe europeo. Los 280 millones de coste neto para el conjunto de las autoridades locales deja 305 millones de impacto positivo. Dicho de otro modo, por cada euro invertido, tienen un retorno anual del 10%, lo que genera 1,10 euros en externalidades positivas. 

“Tras asignar un valor financiero a los beneficios del uso compartido de bicicletas queda demostrado que es una de las inversiones más inteligentes que una ciudad puede realizar”, celebra Nick Brown, director ejecutivo de Velogik UK y líder del proyecto del estudio impulsado por el EIT Urban Mobility.

La directora de asuntos europeos de este laboratorio europeo con sede en Barcelona, Bernadette Bergsma, considera fundamental “situar la bicicleta en el centro del futuro sistema de transporte europeo”. La progresión proyectada en el informe va al alza de cara al futuro: cada euro invertido podría llegar a proporcionar un retorno anual del 75% del gasto público en el 2030.

La electrificación de las bicis y la expansión territorial mejoran aún más las proyecciones de impacto en el futuro

La electrificación de las flotas es uno de los elementos que está disparando el número de usuarios en los últimos años y aún puede hacerlo más en el futuro ya que facilita hacer trayectos más largos y con menos esfuerzo. A eso se suma la expansión territorial que está llevando las bicis compartidas a lugares más alejados del centro donde hasta ahora no llegaba, lo que a su vez provoca un aumento de la demanda, también impulsada por mejoras en la infraestructura ciclista segregada y en una mayor concienciación de la ciudadanía. Entre los puntos débiles, que también los hay, se apunta la necesidad de crear sistemas más flexibles y fiables a partir de una mejor planificación basada en datos y una mayor integración con el transporte público.

Con todo, pesan más los factores de crecimiento y se espera que en cinco años los 6.000 puestos de trabajo actuales pasen a ser más del doble y se acerquen a los 13.000. Las toneladas de emisiones evitadas y el número de enfermedades crónicas prevenidas también se multiplicarán, haciendo que las externalidades positivas generadas se acerquen a los 1.000 millones de euros de impacto positivo anual.

Redacción

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