En el número 500 de la calle València hay en marcha una obra con mucho poso de historia. Aunque lo que aquí interesa es lo que está por venir, pues el principal afectado es la guardería Granota, una de las más veteranas del Eixample. A 15 días de que unos 70 niños de 0 a 3 años empiecen el nuevo curso, los responsables del centro todavía no saben en qué condiciones podrán abrir. Los trabajos en su patio tenían que finalizar el 31 de julio, pero ese calendario venía condicionado por un permiso de retirada de residuos a través del interior de manzana que ha llegado, dicen, demasiado tarde. Lo ideal era disponer de arranque de un tobogán que derivara los escombros hacia un contenedor. Sin la licencia, los operarios se han visto obligados, en plena canícula, a trazar un alambicado circuito a pie hasta la calle.
Unas filtraciones de agua al parking derivaron en una demanda que ha tardado cuatro años en resolverse. El juez terminó fallando a favor de una mujer que encontraba su coche hecho unos zorros los días de lluvia. La comunidad de vecinos ha tenido que pagar las costas del juicio y hacer frente a un proyecto de cerca de 160.000 euros. Las obras empezaron el 15 de julio. Les ahorraremos las disputas vecinales, las discusiones sobre quién debía pagar el pato, el debate sobre el uso privativo de elementos comunes o cómo el Eixample echó por tierra el plan de Cerdà de convertir los interiores de manzana en zonas verdes para compensar la ausencia de parques. Las obras se están ejecutando, pero los tiempos previstos están lejos de cumplirse. Y los niños están al caer.
Unas filtraciones de agua al parking derivaron en una demanda que ha tardado cuatro años en resolverse
Curiosamente, sin embargo, el interior de esta manzana que conforman las calles València, Aragó, Padilla y Castillejos, es uno de los 45 que sí se han recuperado para uso ciudadano. Son los jardines de Flora Tristán, inaugurados en el 2003. Ahí es donde precisamente se había solicitado instalar el contenedor, de manera que la retirada de escombros y la entrada de material de construcción fuera lo más ágil posible.
El propietario de la Granota se llama Joan Lluís Liste. Abrió el negocio en enero de 1980 y llegó a tener cerca de 300 niños y niñas. Ahora empezarán con casi 70 y con la idea de terminar con unos 90. Se queja amargamente de la Administración e invita a observar la obra. “Primero tiran los residuos a esa terraza del aparcamiento, y desde ahí, con un carro, viajes hasta la calle para descargar en sacos”. Un paseo de unos 150 metros.
Lee también
Las obras para recuperar la Casa del Sucre de Glòries saltan al próximo mandato
Carlos Márquez Daniel

Un portavoz del Ayuntamiento explica a este diario que el permiso llegó el 17 de julio y que, al ser una zona verde, no se trataba de una simple ocupación de la vía pública. Parcs i Jardins tenía que validar el proyecto. Un par de horas después de que La Vanguardia preguntara por la cuestión, los afectados recibieron el plácet municipal para instalar el anhelado contenedor. Ayer por la tarde pudieron colocarlo, así que esperan que la obra coja velocidad para, como mínimo, recibir a los peques con medio patio acabado.