En el centro histórico de Arequipa, Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco, los edificios honran su historia. Por ejemplo, los bellos claustros de la Universidad Nacional San Agustín (UNSA), creada en 1828 y una de las diez mejores de Perú, de construcción robusta, con la piedra típica de esta ciudad volcánica que, según nos cuentan, tiembla todo el tiempo, aunque sea en forma imperceptible. En uno de estos claustros, en la Sala Mariano Melgar, tuvo lugar el encuentro sobre “El idioma español en los medios digitales de alcance global”, del que fueron parte el editor general de Clarín, Ricardo Kirschbaum; la directora del periódico Perú 21, Cecilia Valenzuela; el director del digital colombiano La Silla Vacía, Daniel Pacheco; y la politóloga y periodista deportiva Sarah Castro en el marco del X Congreso Internacional de la Lengua Española.

El encuentro fue organizado por el periódico El País y la Real Academia Española (RAE).
El inicio del diálogo, coordinado por el escritor y expresidente de la agencia de noticias EFE, Álex Grijelmo, no pudo ser más gracioso. Al cabo de una breve espera para el inicio, Grijelmo tuvo que aceptar que “la silla vacía” era para Daniel Pacheco, director del destacado medio digital homónimo, que llevaba una demora.
Al presentar a Kirschbaum, Grijelmo lo definió como “un periodista de referencia en un diario de referencia para América Latina” y destacó la diversidad de los expositores. Valenzuela dirige Perú 21, fundado en 2002, desde hace dos años. De inmediato, invitó a Kirschbaum a reflexionar sobre la pelea con las variedades del español en unos medios que no solo tienen una audiencia local, sino que tienen alcance global, y sobre los errores que más enojan a los editores de los que se cometen en los medios.
El editor general de Clarín dijo que “la calidad de la escritura ya no es un elemento fundamental en el periodismo actual”.
Continuó: “Los medios tradicionales se diferenciaron por ser aquellos en los que se escribía bien. El soporte papel le da al idioma una jerarquía por sobre las demás pantallas. El problema no son tanto los errores que se producen en la escritura, sino las deficiencias que se advierten en la formación de los periodistas. Esto, naturalmente, provoca errores y, además, por razones que todos comprenderán, las empresas han reducido planteles fundamentales de supervisión, como eran los correctores, que han desaparecido”.
Destacó entonces que “el periodismo se está pasteurizando, en el sentido de captar una nueva audiencia al ritmo de un algoritmo o de los motores de búsqueda que llevan a titular con mayor impacto. Esto genera una nivelación del periodismo hacia abajo y solo prevalece la marca que se construyó antes del mundo digital”.
De este modo, hoy el periodismo tiene que optar, de forma crucial, entre la audiencia o la calidad.
La informalidad vs. la calidad
Tomó entonces la posta Cecilia Valenzuela, quien expresó que, en el mundo digital, “la informalidad y la oralidad le están robando mucho a la prosa, a la estética y al arte. Porque, en la inmediatez voraz que vivimos, la informalidad es lo que manda”.
Expresó luego que, en Perú 21, que pese a no ser solo digital ofrece a sus suscriptores una versión ePaper, su principal canal de contenidos, “libran una batalla constante contra la inmediatez”. Y señaló un dato simpático: no han renunciado a tener una correctora a la que llaman Miss Read, que implica de algún modo un control de calidad sobre los textos que se publican y deben ser corregidos en línea.
Y aclaró que, en la actualidad, es difícil sostener económicamente esa supervisión.

Por su parte, Sarah Castro aportó que los errores del periodismo no son tanto los textos mal escritos lo que le molesta, sino las muletillas —por caso, en el periodismo deportivo al que hoy se dedica—, que resultan invadentes, así como la recurrencia a enlaces que “a los lectores no les suman nada”.
Puso de relieve los lugares comunes que atentan contra el periodismo de calidad.
A su turno, Daniel Pacheco destacó que, en La Silla Vacía, han procurado identificar “los propios pecados, por ejemplo, las frases largas. Una frase con más de 70 palabras no es una frase, sino una emboscada”. Y señaló los errores más comunes de sintaxis, tras lo cual dijo: “Todos tenemos que desarrollar un estilo”.
Para el joven director del medio digital, “el lenguaje vive uno de sus mejores momentos, probablemente antes de que pierda su humanidad”; y contó el modo en que, en La Silla Vacía, dedicado a la política, procuran adaptar el lenguaje a las necesidades de su medio.
Para lo que se viene en el lenguaje escrito manejado por las máquinas, dijo Pacheco, “quizá en el futuro el error humano sea reivindicado”.
Kirschbaum agregó que, lejos de ser un nostálgico, hoy los periodistas somos “inmigrantes que tenemos que aprender nuevas formas de expresión y nuevos lenguajes”.
Allí llegó la primera referencia a la inteligencia artificial, sobre la que Kirschbaum dijo que “la única forma de ganar ante la IA, el nuevo gran desafío, es que la audiencia quiera leer algo que no esté en otro lugar. La competencia del periodismo contra lo que llamó la customización es imposible de ganar”.
La lengua, la patria a defender
Cecilia Valenzuela se refirió entonces a la necesidad de defender la lengua en los medios. “Si nosotros no la defendemos, se va a destruir. La lengua es un lugar, un espacio de todos los que compartimos una cultura mestiza y una manera de expresar nuestras ideas, nuestra historia común, nuestras tradiciones y sentimientos, con herramientas extraordinarias. Las redes sociales amenazan la calidad de nuestra lengua y es deber de los periodistas vigilar que eso no ocurra”.

Agregó que “si tenemos una patria que es la lengua, es nuestro deber hacernos responsables”.
Sobre el final, tras una hora de tertulia, quedó un punteo interesante: la IA va a reconfigurar el ecosistema de los medios. Los lectores agradecen cuando los periodistas rectifican. El tráfico de lectura que se derrama hacia los medios ha disminuido a partir de que los buscadores ya no solo distribuyen información, sino que retienen a la audiencia.
Si es cierto que las máquinas llegaron al lenguaje y a los medios, el periodismo es mucho más: es obtener información de otra gente, y eso solo lo consigue la curiosidad humana.