El tercer Encuentro Gastronómico Comer La Vanguardia , celebrado en el marco de Catalunya Regió Mundial de la Gastronomia 2025, tuvo lugar ayer en Món Sant Benet (Sant Fruitós de Bages), donde la historia de su monasterio milenario y un paisaje verde de bosque y huertos y la Fundació Alícia son buena prueba del patrimonio que concentra Barcelona, la provincia anfitriona de esta nueva jornada.
“Estamos en el mapa de la excelencia y queremos hablar de ello”, comenzaba Cristina Jolonch, la periodista y responsable de Comer La Vanguardia , moderadora de las dos mesas redondas. Antes de la primera de ellas, titulada Terra de talent , Damià Serrano, director de marketing de experiencias e investigación de la Agència Catalana de Turisme, daba la bienvenida celebrando al talento allí reunido y a su capacidad de posicionar todos los eslabones de la gastronomía. Por su parte, Soledad Bravo, gerente de Turismo de la Diputación de Barcelona, afirmaba que el poder de la gastronomía refuerza todos los valores importantes de la sociedad, tanto los vivenciales como los económicos”.
Los chefs reclamaron compromiso con los productores y mayor acercamiento entre campo y ciudad
La cocinera Carme Ruscalleda mostró un profundo agradecimiento a la riqueza natural de su tierra, el Maresme, que considera que le ha dado los mejores productos para la cocina. “Conocerlos de cerca crea un vínculo humano, afectivo o, quizás, sobrenatural con lo que está vivo. Cuando un cocinero toma el compromiso de crear una casa, se preocupa por respetar sus productos y a quienes los cultivan porque eso le suma singularidad”. Con ella coincidía Eduard Xatruch, del triestrellado Disfrutar y actual mejor restaurante del mundo: “Como profesionales que amamos la gastronomía sabemos que no nace en los fogones de los restaurantes sino en el mar, al lado del payés, en la naturaleza, y para que siga brillando y tenga un futuro prometedor hay que cuidarla”.
Paolo Casagrande, Victor Quintillà, Carme Ruscalleda, Iván Margalef y Eduard Xatruch ayer en el encuentro de La Vanguardia
Miquel Muñoz. Shooting
Víctor Quintillà, del Lluerna (Santa Coloma de Gramenet), asociaba esta preocupación a una toma de conciencia: “Cada vez tenemos más claro qué queremos mostrar al exterior y para ayudar a preservar la cultura y el paisaje gastronómico tendría que intervenir la administración”. “Hay demasiado wok y poca escudella”, sentenciaba Ivan Margalef, del restaurante L’Ó (Món Sant Benet). “Tenemos que apostar por la cocina catalana, porque solo así nos daremos a conocer de forma global”, añadió. También el cocinero Paolo Casagrande, del Lasarte, primer triestrellado barcelonés, se expresaba en este sentido: “Creo que Catalunya es uno de los sitios más bonitos en los que puede vivir un cocinero. Eso sí: con la responsabilidad de crear un vínculo con los proveedores y los ecosistemas alrededor del restaurante, y con sus personas”.
Eduard Xatruch responde a una de las preguntas de la moderadora, Cristina Jolonch
Miquel Muñoz / Shooting
El magnetismo de la diversidad fue el tema de segunda mesa, con Toni Massanés, director de la Fundació Alícia, Montserrat Selga, responsable de turismo del Consell Comarcal del Bages, Andreu Galindo, CEO de Sant Aniol, Eugeni Llos, director general de Peralada Resort, Soledad Bravo y Damià Serrano, que pusieron en valor el potente y variado patrimonio cultural barcelonés más allá de la capital.
