A doce horas de haber salido de la casa de Gran Hermano, donde se coronó campeón de la edición 2024/2025, Santiago Algorta habla con Clarín, con un mix emocional «entre el shock, la gratitud, la felicidad y la sorpresa«. ¿Sorpresa, justo en él, que para «el afuera» -o gran parte de ese colectivo social- era el máximo candidato, el más estratega, el que día a día fue construyendo el fandom más sólido? Claro, en «el adentro», algo de esto se podía percibir, pero nadie tenía la certeza. Por eso se sincera y, en este helado mediodía de miércoles, dice: «Entré con la cabeza muy fría y después de siete meses terminé jugando con el corazón y no me veía ganador».
Con 29 años recién cumplidos, Tato traspasó el umbral el 2 de diciembre del 2024, junto a los otros 23 «originales». Viaja con la memoria a ese día «y recuerdo la mesa larga, con todos brindando y charlando e inmediatamente imaginé que el ganador podría ser Ulises, porque no paraba de hablar, de meter chistes, de desplegar su histrionismo«.
Por esos caprichos de los realities -se juega adentro, se decide afuera con voto pago-, los dos llegaron a la final de este martes, pero el uruguayo le dio una paliza al cordobés, numéricamente hablando, con el 62,8 por ciento contra el 37,2. No era un versus más, sino el duelo entre dos modos muy distintos de competir, entre dos rivales de la convivencia televisada.
Una final con un rival y con una amiga íntima
La noche se había abierto con los tres finalistas en placa y sólo faltaba definir las posiciones del podio: en tercer lugar quedó Luz, la amiga incondicional de Tato, con quien formaba el grupo de «El Tridente», que completaba Luciana (y al que más tarde se sumó Luchi).

Cuando comenzó la última gala «pensé que yo quedaba tercero, Luz segunda y que ganaba Ulises. Pero cuando salió Luz y quedamos los dos mano a mano empezaron a subir mis ilusiones. Y cuando Santi (Del Moro) anunció que ganaba yo no lo podía creer. Realmente en ese momento no lo esperaba, aunque reconozco que entré pensando en llegar a la final y que varias veces sentí que se podía dar que lo ganara. Pero tanto tiempo de encierro te van modificando las sensaciones».
-Entre los más de 30 participantes (entre originales, nuevos e invitados especiales), de arranque se te vio jugar como un ajedrecista.
-Qué bueno eso, porque medio que lo busqué. No de aparentar un ajedrecista, sino que entré sabiendo que quería tomar decisiones importantes para proyectarme en la final.
-Aún corriendo el riesgo de caer antipático, como te pasó de entrada, cuando te convertiste en el primer líder…
-Esa noche tuve que mandar a gente a la galería y correrla por un rato del juego y sabía que eso no iba a gustar. Pero no entré a hacer amigos. Entré con la intención de desplegar un juego sólido, de resistencia, de ser fiel a mí mismo, de no engancharme con lo que digan los demás y de no dar golpes bajos.
-¿Y pudiste cumplir con todo?
-Con casi todo. Pude, y quise, no dar golpes bajos y no desperfilarme, pero sí terminé consiguiendo un hermoso y reducido grupo con dos amigas (Luz y Luciana), y luego también con Luchi, y confieso que en algunos momentos, pocos, me afectaron algunas cosas que decían sobre mí.

Y entonces recalca que «más de una vez me aislaron, me hacían sentir que era un traidor por decisiones que tomaba, que era creído y que no tenía corazón«.
Y vaya si demostró que lo tiene, que apenas el conductor dio su nombre se despidió del subcampeón con altura y palabras cálidas (no así Ulises hacia él, que siempre picanteó un duelo innecesario entre Uruguay y la Argentina) y luego empezó a correr y saltar por la casa a los gritos y con las pulsaciones aceleradas, «no pudiendo creer lo que estaba viviendo. Hasta le pregunté al Big (la voz del Gran hermano) si lo que estaba pasando era cierto. Es más, sigo estando como en un sueño. Quiero saber cómo logré tanto apoyo de la gente».

«A mitad de camino entre el perfil bajo y la euforia»
De a poco Tato va a ir tomando contacto con la realidad, con su celular, con su gente. Después de esta nota se va a reencontrar con varios de sus ex compañeros para competir en un Pasapalabra especial que Telefe emitirá el viernes. Y el jueves se volverán a ver las caras en la entrega de premios, los GH Awards -como los bautizó Del Moro-, que se transmitirá a partir de las 22.30, después de La voz Argentina.
-¿Cómo viviste la convivencia con tanta gente?
-No fue fácil, pero sabía adónde entraba. Me fascina el formato. Entré muy mental y moví fichas fuertes en los días iniciales -como armar, en su calidad de líder, una placa en la que Ulises podía irse en la primera semana (finalmente se fue Delfina) y despejar así su camino-, pero en los últimos dos meses estuve más calmo en cuanto a estrategia y con el corazón tomando algunas riendas.
-¿Habías estudiado las dos ediciones anteriores?
-Sí, y creí entender que esta vez se iba a premiar algo más a mitad de camino entre el perfil bajo y la euforia. El primero lo ganó Marcos (2022-2023), muy sereno, y el segundo lo ganó otro uruguayo, Bautista (2023-2024), que sobre el final se expuso más. Y nunca perdí de vista que el personaje más fuerte de esa temporada había sido Furia, que no pudo ganar. Entonces me moví un poco por el medio de esos escenarios, pero sin por eso mostrarme de una manera que no soy. De hecho, a mí en la vida me gusta ser protagonista, pero no soy belicoso. No me va pelear al pedo, por eso muchas veces no me enganchaba cuando me provocaban.

-Esa actitud de «no me afecta» te terminó jugando a favor.
-Es que había muchos momentos en los que se discutía por todo y no sé si eso gusta tanto. Lo que sí sé es que a mí me desgasta. Yo prefiero la charla. Prefiero los grupos pequeños, unidos, leales.
-Como «El Tridente».
-Eso fue muy loco. Te repito que no entré buscando amigos, pero las encontré. Enseguida empecé a pegar onda con Luciana y con Luz, y los tres, por distintos motivos, éramos un poco relegados por el resto. Y nos unimos y se armó una alianza indestructible, esto seguirá en la vida, con Luchi incluida. Para mí «El Tridente» representa una forma de vivir.
-¿Cómo sería su lema?
-Paz espiritual, tranquilidad en el día a día, lealtad, armonía, alegría y protección mutua.

-¿Y qué pasa si en medio de ese grupo alguien gusta de otra persona, como te pasó con Luz?
-Se asume como lo asumí. Y cuando entendí que ella eligió seguir con su pareja (El Pestañas, su novio español, entró de visita a la casa), le puse bigotes. Amiga para siempre. Y lo bien que hice, porque la amistad sólida con ella nos mantuvo fuertes y unidos hasta la noche final.
Hincha de Peñarol, analiza la idea de instalarse en la Argentina, deseo que tenía desde antes de entrar al reality, pero que se potenció con su paso arrasador por el programa. «Todavía tengo la cabeza alterada y el corazón contento. Iré tomando decisiones de a poco -como, por ejemplo, qué hacer con los 84 millones de pesos en premio-, pero me gustaría hacer algo en los medios de acá», comenta quien no descarta tener «una charla con Ulises».
-¿Para qué?
-Hay cosas de él que me hacen mucho ruido desde el primer día, pero le sé ver sus virtudes… Fue un gran jugador, supo moverse súper bien ante las cámaras, tiene un buen manejo discursivo, es talentoso y tiene dotes de showman. Creo que le va a ir bien en la tele o donde quiera. Mi objetivo nunca fue atacarlo como persona, como sí lo han hecho varios conmigo, pero sí tratar de sacarlo pronto porque lo veía fuerte.
-¿Siempre fuiste tan seguro?
-No, pero con los años me propuse centrarme más en mí y no estar tan pendiente de la opinión ajena. Sí escucho y acepto consejos, por supuesto, pero no me dejo llevar por el qué dirán. Antes sí. Te cuento una: una vez armé un TikTok divertido con mis entrenamientos y tardé tres horas en darle click. Era: ¿lo subo o no lo subo? ¿Me criticarán mucho? ¿qué hago?
-¿Y qué hiciste?
-Me animé, le di click y se viralizó. Es un ejemplo simple que te doy, como para que te des una idea de lo inseguro que era. Pero con el tiempo empecé a usar mejor la cabeza.
Tanto, que durante varios meses fue el puching ball al que le tiraban con munición gruesa y no se caía. Ahora tampoco cae (emocionalmente hablando), pero lejos de recibir más ataques que elogios, está de pie con el 62,8 de votos que lo sostuvieron en el ring hasta la campanada final.