La de Trufa -antes llamada “Bebecita”-, es una de las tantas historias que reflejan la crudeza y, al mismo tiempo, la esperanza que habita en el mundo del rescate animal. Su historia comenzó en Arrecifes, donde fue abandonada. Pasó días vagando por las calles hasta que, finalmente, llegó a buenas manos que le brindaron el cuidado y la atención que tanto necesitaba.
Bebecita llegó al hogar «Amor de galgos» es un estado alarmante: delgada, con la piel lastimada, poco pelo y un hocico visiblemente torcido. Al evaluarla, el veterinario confirmó que su rostro era el reflejo de la violencia, según relató a Clarín, Karina Silvestre quien se encarga de las adopciones del hogar.
El golpe, posiblemente una patada, le había fracturado el tabique nasal, provocándole una desviación permanente. La opción de operar fue descartada; su recuperación debía enfocarse en sanar su cuerpo, su piel y, sobre todo, su alma.
El caso de esta perra no es una excepción. Silvestre explicó que Arrecifes es una zona donde muchos galgos son abandonados, y señaló que su refugio es uno de los pocos espacios de la región dedicados a rescatarlos y brindarles una segunda oportunidad.
Cómo Trufa recuperó su salud
Bajo el cuidado de los voluntarios encargados del tránsito del refugio, la cachorra galga fue resguardada y comenzó su etapa de rehabilitación. Lo positivo fue que, a pesar de su estado, la perra comía con buen apetito cuando le ofrecían alimento. Eso permitió comprobar que «el problema no era ella, sino las condiciones en las que había sido mantenida», aclaró Karina.
Así, con una dieta adecuada —que combinaba alimentos recomendados por el veterinario y comida casera—, baños semanales y atención médica, Trufa —como la llamaron sus adoptantes— inició una recuperación progresiva, mostrando mejoras visibles día a día.

Aunque su salud y aspecto físico habían mejorado, existía el miedo de que nadie quisiera adoptarla. “Con sinceridad, pensábamos que iba a quedarse para siempre en el hogar. Muchas veces, la gente elige perros cachorros o de colores más llamativos y los menos adoptados son los adultos y los negros”, confesó Silvestre.
El día que la dura vida de Trufa cambió para siempre
La suerte de Trufa cambió por completo cuando su historia fue publicada en las redes sociales del hogar con la esperanza de encontrarle una familia. A partir de ese momento, comenzó un proceso de adopción que incluyó entrevistas con los postulantes, visitas a los domicilios y una evaluación para asegurarse de que la galga fuera recibida en un entorno seguro, amoroso y definitivo.

Entre los posibles adoptantes se destacaron Natalina y Marcos, una pareja joven que quedó cautivada por la mirada dulce de Trufa. Aunque vivían en un departamento en Recoleta, cumplieron con todos los requisitos del proceso de adopción.
Hoy, Trufa disfruta de una nueva vida junto a su nueva familia, que le brinda todo el amor y cuidado que merece. La definen como «una galga súper cariñosa y juguetona».
Así, contenta y querida, acompaña a sus dueños a todas partes: paseos por la plaza, partidos en la cancha de Vélez, celebraciones de cumpleaños y muchos momentos especiales que disfrutan juntos día a día. Una historia que, por suerte, tuvo un final feliz.