Con su característica cabellera rosa, con trenzas incluidas, su traje de «superheroína» y sus divertidos temas, Luli Pampín se ganó el reconocimiento de los chicos de muchas partes del mundo. Su video más visto en YouTube acumula 1 billón de reproducciones, y está lista para arrancar una nueva gira y reencontrarse con su público.
Pero no siempre tuvo ese alcance. En una profunda charla con GENTE desde España, donde se emociona y no puede evitar las lágrimas, cuenta que sus primeros videos los grabó a pulmón. Con un teléfono y la ayuda de su hermano para editarlos. Mientras que su primera caja musical fue de cartón, hasta que poco a poco fue encontrando el camino que la llevó a dedicarse a esto, su gran pasión.
Detrás del personaje que le saca sonrisas y llena de ilusión a los más pequeños de la casa, está Lucía Pérez Gerardo. La artista nació en la ciudad mendocina de Guaymallén y asegura que vivió una hermosa infancia, rodeada de sus 4 hermanos mientras cantaba y bailaba las producciones infantiles argentinas del momento: Chiquititas y Cebollitas.

Pero cuando tenía apenas 12 años y en medio de problemas económicos que enfrentaba su familia, tuvo que emigrar a España y se instaló con sus padres en Alicante. Ahí empezó un nuevo capítulo en su vida: en un país que le permitió crecer, buscar su verdadera pasión y levantarse las veces que fueran necesarias. Así lo recuerda en esta nota, donde además revela qué le quedó pendiente con la Argentina y se quiebra.
–¿Qué es lo que más recordás de ese momento familiar cuando aún eras una niña?
-Fue una época muy difícil. Llevaba mucho tiempo viviendo una situación en casa muy complicada, porque somos cinco hermanos, en ese momento todos chicos. Es complicado mantener a cinco hijos. Entonces me tocó aceptar el cambio, aunque lo sufría en parte.
–¿Hasta que punto llegaba la dificultad económica en tu hogar?
-Por suerte teníamos de cerca a mi abuelo que tenía una finca, y él nos traía siempre todo lo que estaba a su alcance. Mi abuelo y mi abuela nos traían frutas, verduras, y todo lo que podíamos, pero como te digo, éramos cinco hermanos y la situación era complicada. Me pasó de irme a acostar con un vaso de yogur en la panza y nada más. Y bueno, te acostumbrás a que así es la vida, pero es difícil ver cómo sufren tus padres porque están intentando luchar contra esa situación para darte lo mejor. Y en ese momento lo único que pudo hacer mi padre fue emigrar para darnos un mejor futuro. Y yo lo agradezco un montón.

El paso de Lucía por el ejército español
-Después crecés y decidís entrar a las Fuerzas Armadas Españolas. ¿Cómo se da eso?
-Sí, yo estaba en el instituto terminando el bachiller, tenía 17 años, iba a cumplir 18… Y justo una compañera me contó que iba a ingresar al Ejército. Me contó un poco cómo funcionaba y me interesó un montón, porque mi padre también fue durante mucho tiempo profesor de Taekwondo. Entonces, aparte del arte, tenía muy inculcado el tema del deporte. En casa se hacía muchísimo deporte, ensayábamos, practicábamos. Así que me llamó la atención el hecho de poder viajar, de ayudar a los demás, de vivir mundo, de entrenarme el cuerpo y todo eso.
-¿Cuánto tiempo estuviste en filas?
-Estuve más de 10 años, fue una época muy linda aunque complicada. No es cualquier cosa ser militar, es muy duro para la mente y para el cuerpo. Pero sin duda, me ayudó mucho ese entrenamiento, e incluso sigo aplicando muchas cosas ahora como Luli Pampín. Hay momentos duros en los que me siento mal o tengo cansancio, y voy con mi mejor cara y saco esa fuerza mental que gané durante mi etapa en las fuerzas militares. Esa fuerza la gané en el ejército, así como el compañerismo que tengo con mi grupo de trabajo. Son muchas cosas buenas que me aportó y que también agradezco haber tomado esa decisión.

-¿Y en qué momento dejaste el ejército?
-En un momento en el quede me encontraba muy complicada con mi bebé. Fui madre soltera, estaba sola con él y tenía que viajar mucho. Y llegó un punto que mi hijo se enfermó varias veces seguidas y tenía que estar a su lado y no podía, ahí dije: «Es el momento de dejarlo». Él me necesitaba, además ya había pasado 10 años ahí, ya había conseguido todo lo que quería, y fue entonces que decidí prestarle atención a esa parte artística, que siempre llevé dentro pero que no me animaba a arriesgarme.
El comienzo de Luli Pampín: de su inspiración a su exigente rutina
–Hoy tenés casi 20 millones de suscriptores en YouTube. ¡Es un montón! ¿Cuando comenzaste con este proyecto imaginaste que ibas a tener esta repercusión?
-Sí, es tremendo. El video más visto tiene un billón de reproducciones, es una locura. Y para anda me iba a imaginar que podría llegar ni cerca de lo que estoy hoy. Cuando empecé tenía mucha ilusión, muchas ganas y era muy constante, porque sabía que tenía que intentar perseguir ese sueño. Pero principalmente lo hice por mi hijo, Mateo. No sabía qué iba a pasar en el futuro, pero si está a segura que le estaba poniendo todo el corazón a este proyecto.
–¿Recordás cómo fueron las grabaciones de tus primeros videos?
-Ay, sí, lo recuerdo como si fuera ayer, muy loco. Recuerdo que tenía exactamente la misma ilusión que tengo ahora, con la diferencia que era todo muy casero. Con muchas dudas, porque era una persona que solía ponerme trabas, no estaba segura de que fuera a salir bien, y en un punto también me daba vergüenza pensar en qué dirá el otro. Pero mi hijo fue mi gran soporte en ese momento, y el que de alguna manera me empujó a atreverme. A medida que iba viendo su reacción, también iba aprendiendo a encontrarme a mí misma.

–Has contado que tu hermano cumplió un rol muy importante en tus inicios como Luli Pampín.
-Sí, estoy muy agradecida con mi hermano, porque fue un gran apoyo y lo sigue siendo. Al comienzo yo no sabía nada, podía estar en la parte de la técnica, que era lo mío, pero la otra parte que era digital, cómo funciona un ordenador, cómo funciona el programa, como se veía un video, no tenía ni idea. En las mañanas me grababa y yo entonces le pedía que me explicara paso a paso, como una nena pequeña (risas), y tanto preguntaba que aprendí y pude dejar de molestarlo.
–Cuando comenzaste con este proyecto te tocó por un tiempo dividir tu tiempo con otro trabajo, ¿Cómo hacías?
-Era difícil… Una vez me quedé editando tanto tiempo videos por la noche, dobladita en el ordenador, que luego me tuve que ir a urgencias a recibir urgencia médica, porque no podía del dolor. Lloré mucho, porque me dolía la espalda de haberme quedado así toda la noche. Pero me pasaba que estaba tan concentrada y era algo que me gustaba y apasionaba que no me daba cuenta del tiempo que pasaba frente a la pantalla. Hubo días que me olvidé de comer, por ejemplo. Pero sé que todo ese esfuerzo valió la pena.
–¿En qué momento descansabas?
-En ese momento fue muy duro, porque ahora puedo disponer de mi tiempo, pero antes me tenía que acostar a las 6 de la mañana y levantarme a las 8, o sea dormía muy poco. Pero ocurre siempre que comienzas algo a lo que le estás poniendo tu cien por ciento, al principio es duro. Nada te va a llover del cielo, hay muchísimo trabajo y sacrificio detrás.

–¿Es cierto que tu primera caja musical fue de cartón?
– ¡Sí! Y me pasa que cuando hago los shows y veo mi cajita que es tan hermosa, siempre se me viene a la cabeza esa primera caja, que era una caja de cartón enorme. La pinté con un spray y luego le puse pegatinas para que sea más bonita, pero yo salía de esa caja musical que claro, la hice en mi casa y grababa. No tenía luces, grababa con la luz del sol y a veces me maquillaba, me preparaba y cuando salía a grabar y el cielo se nublaba, a veces ya no podía grabar después de haberme estado preparando por tantas horas.
–Todo fue muy artesanal.
-Totalmente. Era muy poquito lo que tenía a mi alcance, pero aún así me fui adaptando poco a poco y eso es lo bonito de este proyecto, que empezó con poco, pero sin pausa. Siempre apostando y trabajando con amor, con cariño y con el tiempo llegaron las primeras reacciones y al ver todo lo que se va generando del otro lado, hace que todo lo que trabajé merezca la pena.
El fenómeno de Luli Pampín en los chicos
«La primera vez que vi chicos disfrazados de Luli fue impresionante. Gritaba a los cinco vientos, por todos lados ¡Mirá, se ha disfrazado de Luli! Lo gritaba eufórica. No lo podía creer (risas). O cuando veía a una mamá o cuando hice mi primer show, fue impresionante ver todo eso. Incluso tengo muy marcado el momento en el que logré mis primeros 400 suscriptores y para mí era ‘¡wow!’, fue una fiesta total», confiesa la artista sobre lo que representó la primera etapa de su carrera.
–¿Qué te pasa cuando los niños te ven como una súper heroína, como su máxima estrella?
-Es un orgullo ser un referente así para los niños, y es algo que me tomo muy en serio, porque es una gran responsabilidad. Además, como mamá valoro eso y estoy comprometida en entregar un contenido de calidad, siempre pensando en cómo lo haría con mis hijos. Porque es de ahí donde vienen mis ideas. De pensar qué les quiero enseñar, cómo se lo quiero explicar, de qué manera, o qué juegos hacemos. Entonces, ese instinto de la maternidad tiene mucho que ver en lo que quiero proyectar con Luli Pampín.
–Viviste a pleno todo el proceso.
-A mí particularmente cada logro por pequeño o grande que sea no deja de sorprenderme. Siempre hay mucha retribución de parte de los niños. Es hermoso ver que hay niños tan chiquitos que todavía no hablan, pero lo primero que hacen es tirarle un beso a Luli. O que aprenden a hablar gracias a mis videos. Eso para mí no tiene me precio.

–¿Cuidás mucho más lo que decís y mostrar públicamente, por la cantidad de chicos que te siguen?
-Sí, por supuesto. No sólo por ser una referencia para niños, sino para las familias enteras. Si bien el contenido que hago para los chicos está en YouTube y en los shows, también a través de las redes, uno conecta con los padres, con las madres, con los abuelos. Y me gusta que me conozcan como Lucía también, un poco de mi lado de mamá, pero obviamente manteniendo siempre la vida privada más bajo perfil.
Claro. El fenómeno de Luli Pampín alcanzó a las familiares enteras y en muchos países.
-Es que mi mensaje siempre va enfocado en que hay que seguir cuidando la infancia y enseñando respeto, enseñando amor, enseñando cosas bonitas, música creada para niños. Todo se ha creado para niños, porque los niños ya tendrán tiempo de ser mayores, de escuchar otro tipo de música y de elegir ellos mismos lo que quieran a futuro, pero ahora mismo cuando son pequeños, creo que hay que cuidarlos mucho.
Lucía, la mujer y mamá de dos
–¿Y cómo viven tus hijos esta revolución con tu personaje? Porque ellos tienen en casa a las dos: a Lucía la mamá y a Luli, la superheroína.
-El mayor ya tiene 10 años y fue el que vivió todo el proceso de este proyecto desde pequeño y lo transitó con toda la naturalidad del mundo. Sé que es verdad que a veces le costó compartirme con otros niños, cuando salía del teatro y me abrazaban otros nenes, y él se quedaba a un costado, un poquito le cuesta todavía. Pero lo entiende.
–¿Y la nena?
-La pequeña, que ahora tiene dos años me sigue sorprendiendo. Desde el rimer día fui Luli y Lucía, y ella lo tomó como si no hubiera nada extraño en eso. Le daba lo mismo si le daba teta su mamá o el personaje (risas), así que en ese sentido me lo han hecho muy fácil, porque lo tienen muy incorporado ya. Cuando van al teatro viven la experiencia ellos también, y eso es muy hermoso porque lo disfrutan mucho.

La gira por Latinoamérica y su emoción por volver a Argentina: «Perdón, me han dado ganas de llorar
Luli (el personaje) se prepara para volver a los escenarios con su amiga, la Radio Mágica, en una misión fantástica para devolverle la vida a una biblioteca abandonada. Allí habita un misterioso personaje que se adueña de los libros cerrados y los cubre polvo.
Pero con música, imaginación y alegría, logrará revivir cada historia y llenar de magia los escenarios de Chile, Argentina, Perú, Ecuador y Venezuela. Esta vez, con vestuario diferente, nuevas canciones y una puesta en escena deslumbrante.
–¿Qué sensaciones tenés cuando volvés a Argentina, ya más como Luli Pampín que como Lucía?
-De sólo pensarlo me han dado ganas de llorar. Perdón (se quiebra). Es maravilloso. Estamos trabajando muchísimo para hacer estos shows en Argentina. Crecí viendo Chiquititas, y ahora de adulta vivirlo en primera persona y ver qué apuesten a mi proyecto y que me reciban en Argentina como Luli Pampín, es hermoso. No puedo aspirar a más en la vida. Es un gran sueño hecho realidad. Tengo muchísimas ganas de ir, estoy muy contenta.

–¿Cuándo fue la última vez que viniste?
-La última vez que fui a Argentina fue en el 2022 y estaba embarazada de ocho meses, y ahora imaginate, mi hija tiene dos años. Quisiera ir más seguido, pero no es fácil viajar desde España con toda la infraestructura que lleva el show. Sé que muchas veces reclaman más fechas en mi país, y soy la primera que siempre quiere volver, pero es complicado organizarlo. Por eso para mí volver después de tanto tiempo es muy emocionante. Poder ver a mi familiar, amigos, pasar tiempo con ellos.
–Aprovechás para reencontrarte con tu gente.
-Es que Argentina sigue siendo mi hogar. Cuando anuncié mi próxima visita a Buenos Aires, lo hice cantando el himno a la bandera, que es lo que yo recuerdo que hacía en el colegio, y cantaba, y era una alegría tremenda. Cuando yo me tuve que ir, me nombraron abanderada, y para mí era un trabajo muy arduo el de haber estado estudiando, porque quería ser abanderada. Estudié, estudié mucho, y cuando por fin lo conseguí y fui abanderada, me tuve que ir a España (se quiebra) y no pude disfrutar de los actos llevando la bandera más que unos cuantos, y me quedé con muchísimas ganas de poder hacerlo.