LA PAZ – Los 18 millones de niños, niñas y adolescentes indígenas de América Latina y el Caribe continúan siendo víctimas de desigualdades en salud, nutrición y educación, mostró este jueves 7 un informe de entidades dedicadas al desarrollo de la infancia y de los pueblos originarios.
En la región “habitan más de 54,8 millones de personas indígenas, de las cuales 18 millones son niñas, niños y adolescentes. Esta población enfrenta múltiples vulneraciones estructurales de derechos, derivadas de siglos de discriminación, exclusión y despojo territorial”, indicó el informe.
El estudio fue una iniciativa del Fondo de Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (Filac), la Red de Jóvenes Indígenas, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa).
En el trabajo se pasó revista a la situación de pueblos originarios en la región y se recogieron voces de niños, niñas y adolescentes de Rosario (Argentina), Corque Marka (Bolivia), Muellamues (Colombia), Otavalo (Ecuador), Palín (Guatemala), Juchitán de Zaragoza (México) y Alto Mishahua (Perú).
Una conclusión es que, en el contexto de pobreza, que castiga al menos a 43 % de los indígenas -casi el doble que al conjunto de los 668 millones de latinoamericanos y caribeños-, las desigualdades en perjuicio de los pueblos originarios no solo persisten, sino que incluso se amplían las brechas de disparidad.
Entre los hallazgos clave del estudio está que las tasas de mortalidad materna, infantil y en la niñez son significativamente más elevadas en la población indígena que en la población no indígena.
Persisten las barreras de acceso cultural y geográfico a los servicios de salud y, en comparación con la población no indígena, en los pueblos indígenas se registran altos niveles de desnutrición global y crónica en niñas y niños menores de cinco años.
Existen brechas significativas en acceso a la educación, así como en la calidad y pertinencia de las metodologías y los contenidos educativos.
Las y los estudiantes indígenas de sexto grado obtienen 38 puntos menos en las pruebas que sus homólogos no indígenas, y presentan mayores tasas de repitencia. Y la implementación de la educación intercultural bilingüe sigue siendo insuficiente.
La intersección de formas de discriminación y factores de riesgo como etnia, género, edad, idioma, la ubicación urbano-rural y la situación migratoria, incrementan la vulnerabilidad de la niñez indígena a múltiples tipos de violencia, como castigo físico y psicológico, trabajo infantil, abuso, explotación sexual y trata.
La falta de registro civil, especialmente en zonas rurales y en contextos migratorios, es una vulneración de derechos que además impide acceder a servicios esenciales para el adecuado desarrollo de la infancia y adolescencia indígena.
En la población indígena se observan elevados índices de matrimonio infantil o uniones tempranas, así como una alta prevalencia de embarazo adolescente.
Las adolescentes indígenas enfrentan múltiples desigualdades y barreras para iniciar y finalizar la educación formal, acceder a oportunidades de liderazgo en sus comunidades e integrarse productivamente en trabajos remunerados.
En cuanto al entorno y el territorio, existen brechas significativas de acceso al agua potable y al saneamiento entre la población indígena y la no indígena, incluso en las zonas urbanas.
El cambio climático ha exacerbado la inseguridad alimentaria de los pueblos indígenas y está provocando migraciones forzadas.
Finalmente, los ciclos de entrevistas mostraron que en hogares, escuelas, comunidades y países, la voz de las niñas, niños y adolescentes indígenas aún es marginal en los procesos de toma de decisiones.
A-E/HM