El escándalo empezó por unos bíceps. No por una ley ni por una decisión diplomática, sino por un vestido sin mangas. En 2009, los de Michelle Obama fueron recibidos como una afrenta: demasiado fuertes, demasiado reales, demasiado negros. Durante ocho años, su cuerpo se convirtió en un terreno de disputa: a sus brazos “demasiado firmes” se sumaron un cabello “demasiado natural” y unas risas “demasiado sonoras”. Dieciséis años después, la ex primera dama publica The Look, un libro de fotografías que parece hablar de moda, pero es en realidad un archivo de miradas que devuelve una pregunta: ¿qué se espera de una mujer cuando ocupa el lugar más observado del mundo?
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