Atrás quedó la “Caro cínica” que repetía que la maternidad no era para ella, que se escudaba en la autosuficiencia y que creía que la realización profesional era el único destino posible. Carolina Amoroso (39) siempre tuvo una brújula clara: independencia, autonomía, pasión por contar lo que pasa en el mundo. Esa misma brújula la llevó a cubrir guerras, elecciones y crisis humanitarias, con intensidad y entrega absoluta.
En ese vértigo, admite, no había espacio para imaginarse como madre. Hasta que llegaron sus sobrinas, y con ellas un amor inédito que encendió un deseo silenciado. “Mi aspiracional era otro”, reconoce. También el amor parecía una utopía blindada… hasta que apareció Guido Covini (38). La conexión comenzó por Instagram, con un mensaje que aludía a su trabajo en Ucrania, y que ella decidió abrir casi por azar. Ahí empezó todo.
Hoy, embarazada de siete meses y casada con el músico desde hace poco más de un año, Amoroso habla sin defensas. En diálogo con GENTE revisita sus antiguos prejuicios, reflexiona sobre lo que significa traer un hijo al mundo actual y comparte, con ternura y lucidez, cómo la dulce espera la transformó más de lo que alguna vez imaginó.

Del cuarto del bebé al babyshower y los nombres en debate
“Hoy presumo mi panza y desarmo viejas defensas”, cuenta súper plena y en el tramo final de la gestación, que llevó muy bien, excepto por la somnolencia o “la falta de aire entre frases” en medio de algunas largas formulaciones en el noti -se ríe-.
Acerca de los detalles obvios de la maternidad, asegura que nunca se hubiera imaginado que le generaría tanta emoción, por ejemplo, pensar en vestir la habitación de su primogénito. Una seguidora le escribió por Instagram para ofrecerle algo especial y ella no dudó.
“Nunca pensé que me iba a ilusionar tanto con un mural de la selva en el cuarto del bebé”, cuenta al describir ese espacio temático que arma con la obsesión por el detalle que la atraviesa. Tanto para dar noticias, como para diseñar el lugar donde se refugiará apenas unas semanas antes del 10 de septiembre, fecha probable de parto.

Allí, cuenta, el color predominante será el verde y, desde ya, los detalles estrellas son “los animalitos de la selva”. Otro de los asuntos impensados que la tienen de por más entusiasmada es el babyshower por la llegada de su hijo. “Estoy cumpliendo con todos los clichés que antes no pensaba que iba a cumplir. Hasta tengo celebración que me están preparando mis amigas, así que eso también me genera mucha ilusión”, comparte Caro, emocionada por la dedicación de su círculo más íntimo que piensa sorprenderla.
El nombre del varón en camino, revela, también es una “cuestión de Estado” familiar que tiene a los Amoroso/Covini de por más apasionados: “Están todos debatiendo entre tres nombres finalistas que aún no puedo contar porque se siguen sumando jurados a la decisión final”.

Carolina Amoroso y el cruce entre la maternidad y el heroísmo de las mujeres en zonas de guerra y conflicto
“Sin lugar a dudas traer al mundo un hijo en un mundo convulsionado me genera muchas cosas. Un mundo del que, en los últimos años, me tocó ver su cara más cruel”, plantea Caro, voz destacada en la cobertura de conflictos como la Guerra de Ucrania y la crisis migratoria de Venezuela. Y a propósito, eleva su más profundo deseo para su primogénito: “Me encantaría que el mundo y el dolor no le sea indiferente”.
Al profundizar cómo las historias de reconstrucción la impactaron tanto, Amoroso cuenta que todo el proceso le “permitió revalorizar mucho el heroísmo y el valor que había en las historias de muchas mujeres que, en contextos difíciles, daban a luz y maternaban”.
“A mí me ha tocado ver mujeres que llegaron a la maternidad con una neonatología de emergencia montada en un lugar subterráneo en Ucrania, como en una suerte de sótano”, puntualiza conmovida. Y continúa: “También he visto mamás en rutas migratorias haciendo de todo y arriesgando sus vidas para llevar a sus hijos a un lugar más seguro, porque el lugar que llamaban casa los expulsa”.

Además, también ha contado historias dolorosas de madres que luchan porque se haga justicia por sus hijos, “a los cuales se los ha arrebatado o la guerra o una dictadura brutal, o a quienes algún tirano en algún rincón de América latina les han privado de su libertad”.
“Y ahora, más que nunca, todas esas historias que conocí me vienen a la cabeza totalmente revalorizadas porque creo que esa experiencia tan vital y transformadora que es la maternidad se me empieza a acercar”, ahonda la periodista. Y suma: “Siempre entendí el dolor de esas personas pero ahora entiendo que lo empiezo a dimensionar en toda su extensión”.
En relación a cómo Caro quiere llevar adelante su profesión, insiste: “Por supuesto que estoy abierta a que la experiencia de la maternidad me transforme, pero también es cierto que este bebé viene a esta mamá que tiene esta pasión por contar historias y entiende que es parte de una misión personal, si se quiere”.
En ese sentido, el rol de Guido Covini, a quien considera “un gran compañero que entiende el sentido y el propósito que tienen esas historias” es más que fundamental. Consciente de “los riesgos que implica asumir su vocación” y encarar el que llama “un periodismo humanitario”, asegura: “Apuesto a continuar haciéndolo, creo que con mayor profundidad y entendimiento”.
Fotos: Chris Beliera y gentileza C.A.
Retoque digital: Julieta Scavino
Retoque make up y pelo: Luana Clemente @luani.makeup para @sebastiancorreaestudio
Agradecemos a @Ma_Maternity, @Vars y @Salsipuedes