Cuando se viaja en la línea 5 de metro, entre las estaciones de Sagrada Família y Sant Pau, basta con asomarse bien a la ventana para atisbar entre la oscuridad algo parecido a una estación. No hay pasajeros, ni los hubo nunca, pero sí que tiene su andén, el pasillo de acceso e incluso el hueco para unas escaleras mecánicas que nunca llegaron a instalarse.
El lugar se encontraba abandonado y lleno de polvo hasta hace pocos días. El centenario del metro ha sido la excusa perfecta para que Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) devuelva en cierto modo la vida a esta estación fantasma, que se construyó en 1968 y nunca fue utilizada como tal. Debía ser parte de la L2 pero el cambio de trazado la hizo innecesaria en una L5 con la estación de Sagrada Família a apenas 100 metros. Desde entonces, el olvido.
La instalación oculta renace como espacio expositivo dentro del programa de actos del centenario del metro
Más de medio siglo después se abre por primera vez, pero no como parada de metro, sino como espacio expositivo al que se accede desde una boca de metro que nunca ha estado abierta a los pasajeros junto a la avenida Gaudí. Es una entrada clandestina que solo conocen los jubilados de TMB y el comité de empresa, que se reunen periódicamente en una sala anexa.
El largo pasillo que lleva hasta el andén es uno de esos secretos que esconde TMB y que abrirá por primera vez este fin de semana a 360 curiosos como parte de las visitas organizadas para conmemorar el centenario del metro. A finales de mes se repetirán las visitas, aunque las plazas ya están agotadas desde hace semanas.
En el andén se encontrarán un suelo de mármol que reluce incluso más que el de muchas otras estaciones en funcionamiento, aunque una mampara de vidrio deja claro que los trenes por aquí solo pasan de largo. No busquen publicidad de la época ni señalización de la estación, como sí que se puede encontrar en la otra estación fantasma de la ciudad que se abrirá a finales de mes, la de Correos, en la L4 bajo la Via Laietana. En este caso, al no entrar nunca en servicio la estación, se encuentra como nueva, aunque lleva sumergidas en las tinieblas casi 60 años.

Los primeros visitantes de la estación fantasma observan el paso del metro sin que los viajeros sean conscientes de ello
Àlex Garcia
Los que ya la han visitado son los grafiteros, que se han colado más de una vez en este espacio. También se rodó un anuncio de televisión y hubo un año en el que TMB instaló unas luces y un árbol de Navidad. Los aficionados a lo paranormal, por su parte, sugieren que hay fantasmas. El director del metro, Òscar Playà, acostumbrado a recorrer los túneles a medianoche cuando se realizan las obras de mantenimiento, bromea sobre un fantasma que cuida por el buen funcionamiento de la L5.
Quien quiera creer en ellos, debe saber que ayer ante una avalancha de periodistas y tiktokers invitados por TMB, se fue la luz con todos allí dentro. Quizás era el fantasma atrapado aquí estaba molesto con tantos visitantes, o quizás simplemente aún no estaba acabada la nueva iluminación que la compañía de transportes está ultimando para las visitas del fin de semana y los plomos saltaron justo cuando todas las cámaras encendieron sus focos y más ruido había.
Al margen de fantasmas difíciles de ver, lo que se encuentra a simple vista son un conjunto de elementos históricos de TMB. La empresa ha instalado unos plafones en los que se puede repasar la centenaria historia del suburbano y unas vitrinas con elementos históricos como los diferentes billetes existentes a lo largo del tiempo.
También se puede tocar una máquina expendedora de billetes de los años 20, utilizada entonces por las taquilleras, y unos tornos de los años 70 con su característico color amarillo y desde el que es podían comprar los billetes introduciendo las pesetas en la máquina antes de entrar. “Devuelve cambio”, remarca la máquina ante unos visitantes que han llegado hasta aquí con su T-Mobilitat recargada desde el teléfono móvil.

Máquina validadora de los años 70 exhibida en el andén de la estación fantasma
Àlex Garcia
Todos estos elementos se mantendrán cuando acaben las visitas de este octubre, previstas para este fin de semana y el último de mes. Debido a la alta demanda, que ha dejado a miles de personas deseosas de visitar este lugar, la directora de relaciones institucionales de TMB, Mònica Peinado, se ha comprometido a “abrir varios fines de semana más para que más gente pueda visitarla”.
Después del centenario, la compañía pública deberá decidir si vuelve a dejarla habitada solo por fantasmas o sigue el camino de metros como el de Madrid y el de Londres, donde se realizan visitas periódicas a espacios similares.