La facturación electrónica (FE) ha cobrado un impulso significativo en el mundo y en particular en los gobiernos en los últimos años, marcando un verdadero salto hacia la transformación digital. El papel está quedando como cosa del pasado, y ahora muchos ciudadanos y empresas en países en desarrollo pueden beneficiarse plenamente de la automatización y la seguridad digital para cumplir con sus obligaciones tributarias y acceder a servicios del Estado.
Esta revolución comenzó en Chile en 2003 y se expandió a otros 17 países de América Latina durante las dos últimas décadas, con el respaldo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Centro Interamericano de Administraciones Tributarias. El éxito de esta solución ha sido tan significativo que actualmente casi 90 países en todo el mundo ya han implementado, o están en proceso de implementar, la facturación electrónica para fines tributarios, incluyendo países de Asia, África y de la Unión Europea.
En la región, el surgimiento de un nuevo ecosistema financiero digital ha reducido los costos administrativos, agilizado los pagos, mejorado la transparencia y reforzado el cumplimiento tributario y la recaudación.
Además de estos beneficios directos, la digitalización de los pagos genera avances que van desde una mayor seguridad y una reducción del nivel de informalidad, hasta una mejora en el acceso al crédito para las empresas y una lectura más precisa de lo que está ocurriendo en la economía.
Los beneficios exceden el ámbito tributario: la factura electrónica también se ha convertido en el motor de una transformación tecnológica e institucional más amplia de la economía en su conjunto.
Casi 90 países en todo el mundo ya han implementado, o están en proceso de implementar, la facturación electrónica para fines tributarios
Marta Ruiz-Arranz, jefa de la división de gestión fiscal del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)
Las administraciones tributarias ahora pueden generar información más valiosa para diseñar políticas públicas más efectivas. La enorme disponibilidad de datos facilitada por la FE ha permitido además que los gobiernos se transformen en prestadores de servicios digitales útiles tanto para el Estado como para los contribuyentes. En Brasil, por ejemplo, una experiencia pionera del Rio Grande do Sul ha generado una metodología innovadora que utiliza datos de FE para establecer precios de referencia para compras públicas, aumentando la transparencia y eficiencia en el gasto gubernamental.
La FE también ha dinamizado el acceso al crédito en el sector privado, especialmente entre pequeñas y medianas empresas mediante el factoring, que permite usar como garantía de pago aquellas facturas por ventas realizadas a empresas de mayor tamaño o crédito que fueron refrendadas por la administración tributaria.
En términos de política económica, la FE proporciona un monitoreo económico en tiempo real, detallando las transacciones por sectores y zonas geográficas. Esta capacidad facilita al gobierno anticipar las tendencias económicas y la formular mejor sus políticas micro y macroeconómicas, como muestra una publicación del BID.
La nueva era de la facturación electrónica está avanzando en el mundo, mejorando el entorno de negocios y creando nuevas oportunidades de desarrollo
Marta Ruiz-Arranz, jefa de la división de gestión fiscal del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)
Finalmente, el uso estratégico de datos generados por la FE fortalece la regulación y la defensa de la competencia, mejorando así la eficiencia y equidad al facilitar la detección de abusos de poder de mercado o la colusión por oligopolistas.
La lección de América latina es clara: la nueva era de la facturación electrónica está avanzando en el mundo, mejorando el entorno de negocios y creando nuevas oportunidades de desarrollo para todos.