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sábado, marzo 22, 2025

La ficción especulativa para pensar el presente en el libro del español Munir Hachemi

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Las distopías parecen ser el género que mejor capta la incertidumbre del presente. La crisis ambiental, los dilemas morales, el vacío de creencias o un capitalismo siempre al borde del colapso son apenas un puñado de conflictos que muchos autores imaginan como el punto inicial para un futuro que va del pavor a la desolación. Sin embargo, no toda la ciencia ficción contemporánea apela a esa estrategia, como ocurre con la deslumbrante El árbol viene (Periférica, 2023), la segunda novela del escritor español Munir Hachemi.

La historia no se asienta sobre la crisis del presente, sino que se desplaza hacia el futuro para explorar los modos en que se crea un sistema de creencias y una lengua. Es decir, apela al futuro para reflexionar sobre cuestiones tan ancestrales como los sistemas sobre los que se construye una sociedad.

El comienzo es enigmático, a través de informes y fragmentos de un diario el Arqueólogo da cuenta de las costumbres extrañas de los munai, con los que convive durante algunos años. Muy pronto descubre que son una civilización nacida por accidente, una misión espacial salió de la Tierra, pero su destino falló y sus tripulantes quedaron varados en otro planeta.

Un poco por desidia, otro poco por burocracia, ellos siguieron recibiendo suministros de alimentos, pero quedaron aislados, y con el paso de las generaciones olvidaron todos los conocimientos que traían de su lugar original. A la voz del Arqueólogo se suman los testimonios de algunos miembros de esa comunidad, que por diversos motivos, fueron esenciales para crear una cosmovisión radicalmente distinta a la humana.

Espacio y otras formas de vida

En verdad, los vínculos con el espacio y otras formas de vida son un tema recurrente en la ciencia ficción. Basta pensar en el éxito rotundo de la novela El problema de los tres cuerpos, que publicó en 2006 el ingeniero y escritor chino Liu Cixin como primera parte de una trilogía que en nuestros día cuenta con una serie del mismo nombre.

Munir Hachemi. Foto: gentileza editorial Anagrama.
Munir Hachemi. Foto: gentileza editorial Anagrama.

Y narra la historia de un grupo de científicos que interactúa con una civilización de otro planeta, de modo tal que, entrelaza los conflictos de emocionales y de poder que se suscitan entre ellos, y además, plantea cuestiones que tienen que ver con los vínculos entre el espacio, el tiempo; el equilibrio y el caos.

Claro que no hay que ir a otros planetas para imaginar una sociedad distópica. En Toda la felicidad de la que somos capaces, el escritor argentino Nicolás Hochman imagina una sociedad que se transformó a partir de un fármaco que provoca la felicidad inmediata.

Si en apariencia parece algo positivo, en verdad, se vuelve una pesadilla totalitaria que enajena. En este caso, el relato también avanza a partir de un diario que escribe un hombre desesperado que decide dejar su familia, su ciudad y atravesar la frontera de Argentina para procurarse una vida más verdadera, menos dictatorial.

De varias maneras, la historia resulta un homenaje a la primera novela de ciencia ficción argentina, La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares.

Y si la novela de Hochman ahonda en el imperativo de la felicidad, El árbol viene, de Hachemi se vuelve una reflexión extraordinaria sobre los modos de vincularse de los distintos miembros, en un análisis del poder que es una indagación profunda sobre el origen de la desigualdad social. Y no solo eso, las nociones de género, por ejemplo, no marcan diferencias entre los miembros.

Munir Hachemi. Foto: gentileza editorial Periférica.Munir Hachemi. Foto: gentileza editorial Periférica.

Reflexión sobre la otredad

De ahí que la historia se vuelva una reflexión sobre la otredad. “Sean esas preguntas válidas o triviales, lo cierto es que nunca habría podido formularlas si no hubiera convivido con los mular; solamente en el encuentro con el otro nos es dado vernos a nosotros mismos”

Al mismo tiempo que el Arqueólogo procura entender a los mulai, deja ver las profundas diferencias entre su lengua y las conocidos en la Tierra. De manera alternada, también aparece la voz de Faida que se propone como tarea traducir las anotaciones de un cuaderno que encontró bajo un colchón, dentro de un templo, sin saber cuál es ese idioma de origen. Alcanzan esas dos puntas, y hay más voces aún, para vislumbrar los modos en que el autor español desmenuza la creación de un lenguaje.

De hecho, el modo en que el lenguaje procura captar lo desconocido, unido a la trama fragmentaria, el cuestionamiento de una visión dada sobre lo real y la mirada sobre el otro llevan a pensar en La mano izquierda de la oscuridad, la célebre novela de ciencia ficción de la escritora Ursula Le Guin.

No solo porque la narración también se asienta en un coro voces y aparecen informes de viajeros, sino también porque ambos autores ponen en cuestión la sexualidad y sus mandatos e imaginan civilizaciones que les permiten abrir preguntas de índole filosófico.

A esta altura es evidente: la ciencia ficción de nuestros días ilumina, con una filo perturbador, zonas ciegas del presente. De hecho, con imaginación y lucidez puede que sea el artefacto especulativo más certero para pensar por fuera de los patrones usuales, y con suerte, habilitar algunas ideas alternativas hoy ausentes.

El árbol viene, de Munir Hachemi (Periférica).

Redacción

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