Pensar es un hecho revolucionario es la frase calada en acero que se erige como escultura frente al río en el paisaje del Parque de la Memoria. Significativamente, en un espacio concebido en memoria de los desaparecidos durante la dictadura militar cuando tantos jóvenes desaparecieron por el delito de pensar.
La desafiante obra de Marie Orensanz se compone de dos bloques contiguos, a la manera de las páginas de un libro abierto que obliga al espectador – lector a descifrar un texto que ha sido deliberadamente problematizado. Porque aunque simple y sencillo, nada en la obra de esta artista lo es. Sobre todo en lo relativo al modo en que presenta los textos ; los fragmentos de palabras que constituyen el nucleo central de su obra. Una forma singular de integrar refexiones y distintas formas de tratar la materia.
Si en la década del 70 la frase calada en la obra del Parque de la Memoria ya aparecía en varios dibujos suyos junto a otras frases de tono utópico como “El poder creativo comunica a todos”, lo cierto es que el paso del tiempo y las circunstancias que atraviesa el mundo parecieran haber reorientado su pensamiento en el sentido de un estado conciencia que la ha llevado a meditar sobre la fragilidad; la fragilidad de los seres, de las cosas y los vínculos. De ahí Fragilidad, el titulo de la nueva exposición de la artista en la galería Ruth Benzacar.
Ilusiones que quedaron atrás
Un conjunto de piezas que pareciera sintonizar con una época en la cual los sujetos ya no se ven a sí mismos lo suficientemente fuertes como para cambiar el mundo. Una época que ha dejado atras las ilusiones que animaron los años 70 cuando la artista llegó a Paris y aún resonaban ecos de La imaginación al poder y Sed realistas soñad lo imposible!, las consignas del Mayo del 68 que marcaron la dimensión política que asumió el arte conceptual en la década siguiente.
La obra de Orensanz se encuentra atravesada y afectada desde un comienzo por ese tiempo y la dimensión del tiempo en su devenir transformador. Esta exhibición lo revela especialmente.
Tener conciencia de nuestra fragilidad. Reflexionar, pensar sentir. Una palabra una sensación, un momento, algo que vivimos un tiempo. A dónde vamos y cómo nos protegemos. Estas son las reflexiones en modo poemas que introducen al visitante al mundo más reciente de la artista y reflejan un largo acontecer de experiencias vitales, sentimentales y creativas, acumuladas a lo largo de su vida. Todo plasmado en un conjunto de piezas que inscriben reflexiones sobre las diversas formas en que se manifiesta la sensación de fragilidad . Curiosamente inscriptas en acero

Vamos más allá de lo que vemos… compartir nuestro espíritu, es lo que se lee en el texto calado en dos planos de acero abiertos como las páginas de un libro. En el modo de fragmentar las frases al que apela artista para problematizar perceptualmente su sentido como una cifra que es preciso desocultar.
En el techo de una pequeña pieza que exhibe la forma esquemática de casa, se lee Encontrar en la imaginación soluciones vitales, una suerte de aliento ante la intemperie. En otro texto calado se lee Incertidumbre mientras en la base de una forma piramide escalonada se leee: la fuerza del espíritu. Podría pensarse que el conjunto de trabajos han sido deliberadamente articulados en una suerte de equilibrio entre esperanza e inquietud, que se manifiesta desde una estética fría y distante. Una impronta inmaterial, tan inmaterial como el pensamiento.
Un pequeño puente de acero es otra de las refinadas piezas de este conjunto que llaman la atención y resulta inevitable asociar al principio de tránsito.¿Es esta nuestra condición ante la vida?
Estamos de paso confirma la artista. Dejamos algo, una huella. Mínima al lado de todo lo que vivimos. Podría decirse entonces que esta exhibición se se presenta en cierta forma como un legado. Un conjunto de reflexiones de una artista que a los 88 años busca compartir desde su arte la sabiduría de una vida que le permite leer el presente con honda preocupación.
El principio de la actividad reflexiva, esencial a la práctica del arte contemporáneo que anima a la obra de Marie Orensanz es compartido por Julio Grinblatt, artista fotógrafo argentino radicado en Nueva York y vecino en otra de las salas de la galería Ruth Benzacar.
Dos series de trabajos
En dos series de trabajos exhibidos allí Grinblatt presenta nuevos capítulos de Usos de la Fotografía, la larga indagación sobre la naturaleza de la fotografía que le ocupa desde hace décadas y le ha permitido profundizar tanto en la singularidad de la imagen fotográfica como en el dispositivo cámara y las novedades radicales que aportó al sistema de representación.

Usos de la fotografía se compone de once series diversas entre sí. En cada una de ellas, el artista analiza un aspecto distinto que involucra procedimientos y condiciones de producción de la fotografía en relación con distintas instancias de su desarrollo..
En esta ocasión una de las series que presenta en Ruth Benzacar alude al movimiento, su experimentación desde la fotografía, el punto en que éste deviene en abstracción y cómo fue abordado en los comienzos de la fotografía.
Para ello Grinblatt elige una figura que identifica como metáfora de la fotografía: la momia. Detenida en un instante, la Momia (una suerte de guiño a Titanes en e Ring, uno los entretenimientos televisivos de su infancia) es una figura que como la Medusa representa lo contrario al movimiento. Algo así como el ¿El Ca a eté (Esto ha sido) del que hababa Barthes?
Grinblatt somete a la Momia a un proceso frenético de movimiento como aquél de las películas mudas. La referencia a Muybridge, el fotógrafo que usó varias fotografías consecutivas de caballos para representar el movimiento, es evidente.
También cita a Jules Marey el fotografo que inventó la ‘escopeta fotográfica’, capaz de tomar doce exposiciones en un segundo. Otro pionero de la fotografía que surge en estas indagaciones de Grinblatt sobre la fotografñia y el movimiento es Nadar. El gran fotógrafo inmortalizó la imagen de Baudelaire, Sarah Bernard, Eiffel, Liszt y Corot en retratos que reemplazaron los fondos escenográficos por unos neutros que destacaban la figura del en un primer plano.

¿Pero qué fue lo que hizo este gran retratista que captó la mayor atención de Grinblatt en esta investigación? Justamente, utilizar algunos de estos cambios en función de anular al sujeto del retrato detrás de un disfraz. Una figura con una malla negra destinada a que aparezcan los gestos, las emociones para poder referir a cuestiones abstractas y no a una persona en particular. Nadar no sólo ocultó a los modelos con una malla entera negra sino que les puso unos círculos blancos en las articulaciones conectados por líneas y además un fondo negro. Las fotos devenían así diseños abstractos. Lo que se veía es el dibujo de las líneas de la figura caminando. Esto de usar un disfraz para mostrar el movimiento es lo que para Grinblatt conectó a su Momia con Nadr junto a Muybridge y Marey como pioneros del movimiento en la fotografía.
Fotografía analógica
La otra serie con la que cierra su largo proyecto Usos de la Forografía se llama Doble cero y remite a efectos de los usos la película en la fotografía analógica. Básicamente porque doble cero corresponde a los números que indicaban el comienzo del rollo de negativo.
«Estoy trabajando esta serie desde 1999 –admite Grinblatt– y recién ahora le encuentro su sentido. En ese momento me interesó la referencia doble cero en relación a lo que se debatía en ese momento acerca de cómo registrían los sistemas el cambio de siglo.¿Como fin o como principio? El doble cero podía significar las dos cosas y a la vez una tremenda confusión a escala global. Pero lo que finalmente dio forma a la serie es lo que se desliza, casi al azar en el pimer tramo de la películala. Cuando el fotógrafo dispara fotos para estar seguro que la foto que aparezca con el número cero (es decir la primera deseada) sea un fotograma perfecto que no esté quemado por la luz».
Antes de llegar a ese primer fotograma aparece esa parte del rollo parcialmente velado por la luz y parcialmente enfocado por la cámara. Eso es lo que le interesa a Grinblatt, como resultado de instancias que escapan al control del fotógrafo.
«Me parece lo más cercano a la posibilidad de una fotografía no armada o compuesta de antemano –define el artista–. Lo cual es una ilusión. Porque la tomé con una cámara, con un rollo, le elegí, le encuadré, entonces ya eso es una forma de construir una escena». En la definición del artista son una especie de objet trouvé que la percepción rescata por infinitas e inexplicables razones.
Fragilidad, de Marie Orensanz, y Usos de la fotografía -XI/ Cast – Doble cero, de Julio Grinblatt, podrán visitarse hasta el sábado 21 de junio de martes a sábado de 14 a 19 en Ruth Benzacar (Juan Ramírez de Velasco 1287).