“Utilizamos la noción de “extrema derecha” o ‘derecha radical’ porque son las categorías más abarcativas (…) Constituye una fuerza política ubicada a la derecha de la derecha tradicional, que además utiliza discursos y acciones extremas”, define el doctor en Antropología por la Universidad de Brasilia Alejandro Grimson en su último libro Los paisajes emocionales de las ultraderechas masivas, editado por el Centro Maria Sibylla Merian de Estudios Latinoamericanos Avanzados en Humanidades y Ciencias Sociales (CALAS).
Aporta algunas características de estas nuevas derechas cuyo hito de irrupción estaría dado a partir de la asunción de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos en 2016: “La xenofobia, en general la alterofobia, la polarización política, en algunos casos el insulto o el maltrato y ya en dos casos célebres la ocupación física de poderes de la república, como el Capitolio en Estados Unidos y la Plaza de los Tres Poderes en Brasil”.
El Gobierno de Javier Milei, según la descripción que realiza el investigador y docente del Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) de la UNSAM, encajaría dentro de esta descripción: “En algunos países la derecha extrema gobierna o ha gobernado. Pero cada año en más países es una fuerza de masas y en ningún caso parece un fenómeno pasajero”, se lee en su libro. De hecho, le dedica un extenso apartado a analizar su llegada a la política local.
En este diálogo con Clarín, reflexiona sobre algunos puntos clave de su trabajo que intenta analizar un fenómeno que va en ascenso, que cada vez parecería representar a más personas y que desconcierta a las fuerzas progresistas. De hecho, su subtítulo es provocador: “¿La gente vota contra sus intereses?”. También se toma un minuto para reflexionar acerca de su paso como asesor del Presidente Alberto Fernández y director del programa Argentina Futura hasta su renuncia en diciembre de 2022. Afirma: “Estamos viviendo una nueva época”.
–¿Cómo surgió este libro?
–Cuando sentí muy de cerca los fracasos de la política y las consecuencias que provocaba en la sociedad, cuando vi el cambio cultural y el crecimiento de la extrema derecha, me dediqué dos años a empezar a estudiar el fenómeno.
–En un pasaje afirmás que «nunca hubo en la historia humana una sociedad más individualista?. ¿Por qué te parece que se generó esto y cuáles son las consecuencias que observás?
–Son una serie de factores: la ausencia de horizonte colectivo de bienestar, la transformación de las relaciones laborales, el cambio tecnológico que llamamos “smartphonización de la vida social”, el triunfo del “sálvese quien pueda”.

–Ves a la derecha con una estrategia mucho más clara y global y a la izquierda o a los movimientos progresistas/democráticos más dispersos, desorientados. ¿Por qué crees que pasa esto?
–No se trata de una persona o un gobierno. Estamos viviendo una nueva época. Se inició con el triunfo de Trump en 2016. Está dominada por la incertidumbre: del cambio climático, el Covid, el récord de guerras desde 1945, las reglas económicas globales, la inestabilidad. Por lo tanto, la disputa política es sobre certidumbres. La extrema derecha promete certidumbres polémicas con su xenofobia, sus insultos, su odio, su motosierra. Las fuerzas por la justicia social hablan de complejidad, de multicausalidad y quedan identificadas con frustraciones sociales.
–¿Por qué te parece que ocurre esto?
–Las fuerzas democráticas en distintos países prometieron alcanzar el bienestar. Y cada vez se ha hecho más difícil. Eso ha generalizado el desencanto. Y a mayor desencanto en un país más crecimiento de la extrema derecha. Muchos de esos partidos no comprenden aún el cambio de época, han perdido empatía con los dolores de la población y, sobre todo, no proponen una alternativa económica que enamore. ¿Cuáles son los países modelo hoy en día? Se han perdido los distintos modelos que organizaban las diferencias políticas.
–Antes nombrabas el covid. En el libro analizás a la pandemia como un factor clave del crecimiento de las ultraderechas. ¿En qué observás que contribuyó y por qué creés que estas fuerzas aprovecharon tan bien el contexto y lo supieron interpretar a favor de su crecimiento?
–En el mundo los oficialismos, de distintos colores políticos, perdieron. En el caso argentino, hay una particularidad: la pandemia empezó con un apoyo masivo al Presidente al inicio de la cuarentena, que se fue dañando con las sucesivas prórrogas y errores y tuvo su punto culminante en la foto de Olivos. Metáfora condensadora de la desilusión. Además creo que esa ilusión y desilusión masiva actualizó dolores análogos de la historia argentina reciente. Hay una regla: a mayor desencanto, mayor crecimiento de la extrema derecha. En nuestro caso, la desilusión fue con Macri y Alberto Fernández y la foto de Olivos representó la “constatación de la casta”.
–Hay otro factor ligado a este crecimiento, que tal vez en el libro no se llega a profundizar tanto, que son las redes sociales -pienso sobre todo en X y en Tik Tok- en donde los partidos políticos tradicionales no terminan de hacer pie. ¿Qué observás vos al respecto de esto? ¿Cuál es tu análisis?
–Es parte del cambio cultural de la época, que muy lejos está de ser políticamente neutro. Y a esto sumale que las fuerzas progresistas tienen mucha dificultad en captar esas tendencias.
–Respecto a esto, en un momento mencionás en el libro que uno de los factores del crecimiento de estas nuevas derechas es que «Las fuerzas democráticas no han resuelto ninguno de los problemas que nos trajeron hasta aquí». ¿Qué opinas que se podría hacer?
–Las fuerzas democráticas por la justicia social necesitan un proyecto económico consistente y alternativo, sin inflación. Posiblemente eso implica lograr reformas tributarias en alianzas con varios países. En esta época sólo están defendiendo lo que se logró en décadas previas. Se vuelven fuerzas conservadoras. Falta proyecto, imaginación y nuevas metáforas.
–El concepto de «paisajes afectivos» es clave en tu análisis -de hecho, da título al libro. ¿Cómo llegaste a él?
–En realidad, se ha mostrado que la tradicional oposición entre razón y emoción es un error. Alguien que llora la muerte de un familiar ¿es irracional? Es absurdo. La política siempre tiene componentes afectivos. La desafección, el hiper racionalismo y la falta de empatía son lo opuesto a lo que necesita una sociedad dolorida, harta, repleta de pérdidas. La antropología ha mostrado que hay distintas racionalidades. Por eso hay que comprender aquello que no se puede compartir. Por ejemplo, investigar por qué hay personas que votan opciones autoritarias.
–Esto último aparece en el subtítulo del libro («¿Por qué los sectores populares votan contra sus propios intereses») y discutís un poco esa idea. como si sus intereses fueran tan claros o predeterminados. ¿Cuál es tu análisis?
–Pregunto provocativamente si votan contra sus intereses para responder que no lo hacen. Hay mucha soberbia en creer que yo sé cuáles son los intereses de todos. ¿Todos quieren más plata en el bolsillo? ¿Hay gente dispuesta a resignar algo de esa plata a cambio de vivir sin inflación? ¿Acaso no es lo más racional desear que el propio hijo regrese sano y salvo a la noche? Frente al punitivismo autoritario, ¿qué proponen las fuerzas democráticas? Se le ha regalado la palabra “orden” a fuerzas autoritarias. La democracia y la justicia social son inviables sin un orden propio.

–En un momento mencionás que «Ignorar la diferencia es condenar a las fuerzas democráticas por la justicia social a la derrota política por incomprensión radical.» ¿A qué te referís?
–No se puede ignorar que vivimos en sociedades profundamente heterogéneas. Si creés que deberían ser sociedades homogéneas no podés comprender nada de lo que sucede. Podés deprimirte por incomprensión. O se corre el riesgo de convertirse en un gran narcisista que habla como si fuera portador de una verdad absoluta. Por ejemplo, si la gente vota a la extrema derecha creés que son irracionales o desinformados. ¿Y si tienen una forma de pensar que no entendemos?
–Nos alejamos por un momento del libro para recordar tu pasado: fuiste asesor durante el gobierno de Alberto Fernández y estuviste a cargo del área Argentina Futura hasta tu renuncia en 2022. ¿Qué te dejó esa experiencia?
–El libro es muy claro respecto de los rasgos graves que he visto en la política profesional que conocí. Por supuesto escribir el discurso de asunción, discursos de apertura de sesiones o de Naciones Unidas es una experiencia invaluable, así como el libro con el plan futuro para la Argentina. Pero fue extremadamente frustrante.
–También hablás del fanatismo, lo describís como «una certeza en un mundo de incertidumbres». ¿Qué implica esto? ¿Qué se puede hacer ante una polarización que va en aumento?
–La política profesional quiere hacer algo en el cortísimo plazo. Eso no es viable. Hasta que no se construya una alternativa política y cultural no es posible cambiar el encuadre, la lógica amigo-enemigo.
–Otra emoción que analizás es el resentimiento. ¿Te parece otra clave de la época?
–Sí, quizás uno de los cambios más novedosos de esta nueva época es lo que llamo el predominio de la “injusticia horizontal”. Antes la bronca de los excluidos era contra el pequeño grupo de megamillonarios. Ahora crece la bronca contra el vecino que tiene un subsidio, una asignación, un trabajo digno, un crédito. Pasamos de la injusticia vertical a la horizontal.

–Por último, respecto al futuro, pronosticás que » el peronismo no regresará pronto al Poder Ejecutivo» y que » Milei llevará a Argentina a una mayor ruina económica aún». ¿Cuáles son tus argumentos para tales afirmaciones? ¿Te parece inevitable que nuestras vidas empeoren? ¿Observás cierto margen para la resistencia?
–Creo que se equivocan los opositores que creen que si este plan fracasa se retorna a un período histórico anterior. Para que el peronismo o cualquiera dispute el poder debe construir un proyecto de esta nueva época, no lo veo cercano. Por otra parte, la estabilidad macroeconómica depende de muchos factores. Pero la destrucción de miles de pymes es inevitable si este modelo se perpetúa. Hay problemas en sectores productivos mayores. A fines de los noventa la sociedad avaló un modelo sin inflación a costa de una recesión de varios años y un sideral aumento de la pobreza. La inflación es importante, pero no es todo en la vida.
Alejandro Grimson básico
- Es doctor en Antropología por la Universidade de Brasília y licenciado en Comunicación por la Universidad de Buenos Aires.
- Con su libro Mitomanías argentinas propuso un modo de abordaje crítico del sentido común, a partir del cual se realizó un programa de televisión.
- Es investigador del CONICET en la UNSAM, donde también dirige el Colegio Doctoral y se desempeña como profesor. Anteriormente, fue decano del Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES) durante ocho años.

- A él le siguieron, en colaboración con Emilio Tenti Fanfani, Mitomanías de la educación argentina y, en colaboración con Eleonor Faur, Mitomanías de los sexos.
- Ha investigado culturas políticas, identidades, movimientos sociales, procesos migratorios, zonas de frontera e interculturalidad.
Los paisajes emocionales de las ultraderechas masivas, de Alejandro Grimson (CALAS).