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lunes, octubre 20, 2025

La gran mezzosoprano Elina Garanča cuenta los sueños que quiere cumplir, las ganas de vivir en el campo y la magia de cantar en vivo

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Elina Garanča, la gran mezzosoprano letona está en Buenos Aires para ofrecer un recital que promete una experiencia musical intensa y llena de matices, junto al pianista escocés Malcolm Martineau, uno de los más refinados intérpretes del repertorio vocal. Pasaron seis años de su debut en el Teatro Colón, el regreso de Garanča se da en el marco del ciclo AURA. Su presentación se anuncia como uno de los momentos más esperados de la temporada lírica.

La cantante llegó anoche y, apenas unas horas después, recibe a Clarín en el hotel donde se hospeda. Acaba de terminar una larga jornada de grabaciones y sesiones de fotos en Tigre —cuatro horas de una producción a otra— y, aunque está visiblemente cansada, se muestra plenamente dispuesta a conversar.

Elina Garanča se presentará junto al pianista escocés Malcolm Martineau en el Colón. Foto Martín Bonetto Elina Garanča se presentará junto al pianista escocés Malcolm Martineau en el Colón. Foto Martín Bonetto

Su castellano, fluido y con un encantador acento español, delata su vida en Málaga, donde reside desde hace varios años.

La vuelta al Colón

Elina cuenta que está «muy feliz, obviamente» de volver de nuevo aquí. Y agrega: «El Teatro Colón es único en el mundo, y aparte de eso, el público es fenomenal. Eso es lo que quedó en mi corazón más profundamente. La ciudad me ha gustado muchísimo, esta vez vamos a pasear un poquito más».

Elina Garanča cantará algunas canciones letonas dentro del repertorio del concierto de este lunes 20 en el Colón. Foto Martín Bonetto Elina Garanča cantará algunas canciones letonas dentro del repertorio del concierto de este lunes 20 en el Colón. Foto Martín Bonetto

-En su presentación anterior cantó con orquesta, ahora será un concierto más íntimo.

-Exactamente. En esta oportunidad vamos a intentar crear en este gran teatro una atmósfera íntima y muy conectada.

-¿Y cómo pensó el programa, que incluye repertorio italiano, francés y alemán?

-Un repertorio que me permite dar lo máximo de mí, no sólo vocalmente también emocionalmente. Cada compositor tiene su mundo de colores, de emociones, y me interesa presentar lo que tiene que ver con la capacidad vocal, por un lado, y también diferentes idiomas, colores y comunicación con el pianista. Habrá músicas más conocidas y otras menos conocidas. Creo que son las favoritas del repertorio dorado de mezzosoprano, también cantaré canciones de Letonia, mi tierra natal.

-Esos temas también las incluyó en su último disco When Night Falls… un proyecto muy personal donde incluso cierra con una preciosa canción de cuna cantada a capella. ¿Sus padres le cantaban cuando era pequeña?

-Sí, claro. Y esa canción que decís es una de las canciones que conocen todos en Letonia. No hay ni un niño que no la conozca. Algunas me las cantaba mi madre, otras son del compositor Raimonds Pauls, que vive todavía y es una leyenda. Crecí escuchándolo en la tele y en la radio.

Elina Garanča en el hotel de Buenos Aires donde s e hospeda, a pocas horas de haber llegado. Foto Martín Bonetto Elina Garanča en el hotel de Buenos Aires donde s e hospeda, a pocas horas de haber llegado. Foto Martín Bonetto

-¿Es importante como educación emocional y sentimental cantarle a los niños desde la cuna?

-Más que ver con la educación, las canciones de cuna son un alimento, es la comida. Es lo que lo que cada madre brinda a un niño, con o sin texto, más o menos conocido, pero en algún momento cada madre canta algo a su niño, más que educativo tiene que ver con el amor. Letonia es un país muy pequeño, pero tenemos casi dos millones de canciones populares y se transmiten de boca en boca a los pequeños.

-¿Por qué recién el año pasado decidió grabar canciones de Letonia?

-De cierta manera, necesitaba un poquito más de coraje para presentar algo no sólo popular sino desconocido. Además, poco a poco, no es que me retiro, pero estoy haciendo unos pasos un poquito más lentos. Miro todo lo que está pasando en el mundo, cómo vivimos, y en estos tiempos quiero mantener y preservar algo que define profundamente, algo muy mío. Y, además, sabiendo que somos tantos los músicos de Letonia por el mundo –directores de la orquesta o violinistas o instrumentistas o cantantes– me parece genial hacer conocer la música que tenemos.

-Ahí hay un núcleo importante que definió mucho de la artista que es hoy.

-Creo que desde la panza de mi madre, porque ella era cantante. El contacto mío justamente con la música es algo anormal pero a la vez muy natural. Son pocos los niños que escuchan a su madre cantar música clásica desde la panza.

-En un momento amplió su repertorio sumando canciones latinoamericanas, como Yo soy María de Piazzolla y Gracias a la vida de Violeta Parra. ¿Continúa esa búsqueda?

-Me falta un poquito de tiempo. Esa parte va a venir más tarde. Aún estoy seleccionando más y más música que no es el típico repertorio clásico que se canta en las salas del concierto. Pero necesito terminar de aprender algunos papeles de ópera, que son muy grandes, importantes y demandantes. Me lleva bastante tiempo memorizarlos y estudiarlos. Una vez que cumpla un par de sueños que tengo en relación a la ópera, voy a abrir mucho más el repertorio.

Elina Garanča sueña con cantar Elina Garanča sueña con cantar «Ariadna en Naxos», «Ortrud» de la ópera «Lohengrin» y Lady Macbeth.. Foto Martín Bonetto

-¿Y cuáles son esos sueños que quiere cumplir?

-Me falta, por ejemplo, Ariadna en Naxos, que la voy a cantar el próximo verano, también Fedora de Umberto Giordano; Ortrud de la ópera Lohengrin, de Wagner, Medea de Cherubini y Lady Macbeth.

-Curioso, porque mencionó que estaba más bien cerrando algo de su carrera, pero sigue abriéndola con unos papeles tremendos.

-Sí. Lo que estoy cerrando es la cantidad de actuaciones porque esos roles necesitan tiempo para prepararse. Antes tenía 60-65 actuaciones al año, ahora quiero quedarme con 40, como mucho, para poder aprender los papeles enormes que son muy demandantes vocalmente y también emocionalmente. Además soy mamá de dos niñas adolescentes, de 14 y 12, y necesito estar un poquito más en mi casa también. Después de casi 30 años de carrera, un poquito menos no me viene nada mal.

-¿Cómo siente que está evolucionando su voz y su vínculo con la música en los últimos años?

-Escucho cada vez menos a los críticos y las opiniones de afuera. Hago mi camino por mi placer y guiada por mi idea de lo que quiero decir. Antes, cuando era una cantante joven, tal vez quería mostrar algo que todavía no era, pero que quería convencer que lo era. Entonces, ahora estoy disfrutando más, puedo decidir y decir «Pues, si no me da la gana, no lo voy a hacer.» Aún tengo un profesor de canto, con quien trabajo y sigo trabajando regularmente, todos los nuevos roles los preparo con él.

Creo que mi salvación tuvo que ver con mi curiosidad, buscar dónde están mis límites, mi curiosidad me empuja y me he empujado hasta ahora. Y, claro, la capacidad vocal, los últimos años estuve pensando cuál iba a ser el próximo paso, y, poco a poco, preparándome. Lo mismo hago ahora con los papeles que vienen, el repertorio lo estoy preparando, anticipando algunas de las arias, incorporándolas en los conciertos poco a poco, y voy adelantando un poquito.

-En la presentación de When the night falls dijo que las canciones estaban pensadas para ese momento del día en el que llegás a tu casa, te retirás a tu vida privada, y te conectás con un lugar seguro. ¿Cuál es tu lugar seguro en el mundo?

-Donde esté mi familia. Mis niñas. A mi casa llego como Elina y es mi templo. Individualmente, mi lugar seguro es la naturaleza, todo lo que ella nos ofrece. Soy super feliz en el bosque sola o en el parque caminando; o al lado del río, tengo la ilusión que podría vivir en un campo con vacas, con cerdos, sin personas. Me parece que hemos perdido el sencillo principio de vivir. Busco la serenidad, la tranquilidad, el contacto primitivo con la naturaleza. Y ahí siento de verdad que mi alma está en paz y estoy super tranquila.

-¿Se iría a vivir al campo?

-No sé si podría vivir todo el tiempo, pero la ilusión de vivir sin gente me emociona mucho (risas). Crecí en el campo desde que era niña, entiendo el círculo de la vida, el nacimiento y la muerte. He visto nacer un cerdito chiquitito y a los cuatro meses lo comimos en la Navidad. Nacer y morir es el normal ciclo de la vida. No digo que no tengo miedo de morir, pero he vivido bastante y si es el precio para que mis niñas puedan seguir, pues estoy preparada para dar ese paso.

-Le gusta simplificar.

-Claro. Lo sencillo es sentarte al lado de alguien que te entiende en silencio, compartir la experiencia de la naturaleza. Creo mucho en el primitivismo del cuerpo humano, en la conexión. Si estoy en un teatro cantando con la posición correcta o incorrecta, serán dos o tres personas, como mucho, entre las 2000 que han venido, que lo van a entender. Lo mismo cuando me comunico con alguien o llego con mi voz emocionalmente a una persona.

-Tiene que ver con la magia de la música en vivo

Claro, y nunca sabés cómo saldrá. Pero vas al escenario, comenzás a ver y a probar uno u otro camino, y en un momento sale algo completamente sorprendente que te quita el aire, y ves que el resto del público tampoco puede respirar. Ahí se produjo la magia.

FICHA

Ciclo Aura

Elina Garanča, mezzosoprano. Malcolm Martineau, piano.

Obras de Brahms, Cilea, Gounod, Mascagni, Duparc, Saint-Saёns y otros.

Lunes 20 a las 20 Concierto en la sala principal del Teatro Colón

(el ciclo Aura continúa con Nadine Sierra, el 3 de diciembre)

Redacción

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