Los mitos en torno a receta secreta de la bebida más famosa del mundo son varios, desde que la fórmula fue transmitida entre familiares y amigos de su creador generación por generación, hasta la idea de que solo dos personas en el planeta conocen los ingredientes de la Coca-Cola.
Lo cierto es que estas nociones calaron tan profundo en la cultura popular que acrecientan más aún valor simbólico y comercial de uno de los productos más consumidos, a tal punto que de la fórmula secreta de la Coca-Cola es -tal vez- el mayor secreto industrial que existe.
Por conspirar para tratar de vender los secretos de Coca-Cola a Pepsi, el principal competidor, una ex empleada que trabajó en las oficinas de marketing de la famosa empresa radicada en Atlanta, Georgia (Estados Unidos) fue condenada a ocho años de cárcel junto con sus cómplices.
Mientras que Coca-Cola fue creada en 1886 por el farmacéutico John Pemberton, quien en realidad buscaba una alternativa para la morfina, Pepsi nació en 1893, de la mano del químico Caleb Dpeneavis Bradham, aunque la gran rivalidad entre las marcas comenzó tras la Gran Depresión.
El día en que Pepsi estuvo cerca de la receta de Coca-Cola
Joya Williams trabajó durante tres años y medios en una de las fábricas embotelladoras de Coca-Cola hasta 2005, cuando se incorporó al área de marketing como asistente administrativa del director Javier Sánchez-Lamelas. Este puesto privilegiado le permitió acceder a correos electrónicos confidenciales, documentos internos y demás información sensible, como productos que todavía no estaban en el mercado.
Después de 14 meses de trabajo, por los cuales percibía un salario de aproximadamente 50.000 dólares anuales, Williams conoció a Edmund Duhaney, un hombre de 40 años y padre de tres hijos que acababa de salir de la cárcel y buscaba trabajo.

Williams le confesó a Duhaney que poseía documentos «altamente confidenciales» de la empresa y que probablemente Pepsi pagaría mucha plata por ellos, pero por un acuerdo de cooficialidad no podía entregarlos directamente.
De esta forma aparece Ibrahim Dimson, amigo de Duhaney a quien conoció en la cárcel. Como intermediario, utilizó el alias de «Dirk» para enviarle una carta membretada con el logo oficial de Coca-Cola al vicepresidente de Pepsi. Dimson aseguraba ser un alto ejecutivo que poseía documentos «extremadamente confidenciales».
Dos semanas después, Dimson recibió una llamada de un supuesto empleado de Pepsi llamado Jerry, quien estaba inveterado en la información pero necesitaba pruebas. Dimson envió por faz 14 páginas marcadas como confidenciales y le pidió a Jerry una transferencia de dinero a una cuenta bancaria para demostrar ser un «socio serio»
Los primeros 5.000 dólares obtenidos llevó a Williams no solo a obtener gran cantidad de documentos ejecutivos con información altamente sensible, sino también a muestras reales de productos en desarrollo no lanzados al mercado hasta ese momento.

Williams se hizo de grandes carpetas con información clasificada y un frasco con una muestra de un producto «secreto». Luego entrego estos secretos empresariales a Dimson, quien rápidamente los vendió a Jerry por 75.000 dólares: 30.000 por adelantado y 45.000 después de las pruebas.
La relación y el intercambio avanzaba. Dimson y Jerry se encontraron en el aeropuerto internacional Hartsfield-Jackson de Atlanta. Dimson entregó una bolsa de lona marrón de Armani Exchange llena de mercancía a cambio de una caja de galletitas de Girl Scouts con de dinero.
Dimson salió del aeropuerto, se subió a un coche con su amigo Duhaney y se dirigió a Decatur, Georgia, donde se repartió la plata: 2.000 dólares para Duhaney, 6.000 para Williams y la mayor parte, 22.000 dólares, para el propio Dimson. Pero el gran pago llegó 10 días después, cuando Jerry le ofreció a Dimson 1.5 millones de dólares por los secretos comerciales restantes
El fair play de Pepsi y la investigación del FBI
El empleado de Pepsi interesado en los secretos comerciales de Coca-Cola jamás existió: Jerry en realidad era Gerald Reichard, un agente especial del FBI. Es que cuando Pepsi recibió la carta de «Dick», alertó rápidamente a Coca-Cola sobre un infiltrado en su empresa. A su vez, Coca-Cola denunció el hecho ante la oficina federal que dio comienzo a la investigación.
Todos los documentos y material que Reichard en la piel de Jerry obtuvo de Duhaney, Dimson y Williams fueron las pruebas que permitieron acusar al trío de fraude electrónico, robo y venta ilegal de secretos comerciales. En julio de 2006 fueron detenidos.
Williams -de 41 años- fue condenada a ocho años de cárcel por conspiración para robar secretos comerciales. Duhaney (43) y Dimson (41) obtuvieron una pena de dos y cinco años respectivamente. Ambos se declararon culpables, aceptaron cooperar en el caso y testificaron contra Williams, quien inicialmente negó las acusaciones, pero al final aceptó la culta.
«Su señoría, expandí mi conciencia por medio de esta devastadora experiencia. Este fue un momento muy definitorio de mi vida en la que caí en la infamia sin pretender la fama. Pido perdón a Coca-Cola, a mi jefe, a usted y también a mi familia«, expresó Williams tras la sentencia en 2007.

El juicio incluyó los testimonios Sánchez-Lamelas, su ex pareja y del agente Reichard del FBI. También se presentaron videos de las cámaras de seguridad que Coca-Cola había instalado en sus oficinas al comienzo de la investigación, donde se podía ver a Williams llevarse documentos y muestras de productos.
«Hicimos lo que haría cualquier empresa responsable. La competencia puede ser feroz, pero también debe ser justa y legal», aseguró un portavoz de Pepsi tras el juicio. De acuerdo con el fiscal estadounidense para el Distrito Norte de Georgia de la época, David E. Nahmias, los ejecutivos de Pepsi, de haberse involucrado y no alertar a Coca-Cola, habrían enfrentado penas de hasta 30 años de cárcel.
“Ordené una revisión exhaustiva de nuestras políticas, procedimientos y prácticas de protección de la información para garantizar que continuamos salvaguardando rigurosamente nuestro capital intelectual”, aseguró quien fue en aquel entonces el director ejecutivo de Coca-Cola E. Neville Isdell, cuando el caso salió a la luz.