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martes, septiembre 16, 2025

La historia de Leo Veterale y su valiente y resiliente vida detrás de La Barby: «Aunque no lo parezca, siempre fui muy tímido”

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Se llama Leonardo Veterale. El sábado pasado cumplió 59 años, y lo celebró de una manera especial: con el éxito laboral y el hecho de sentir verdaderamente la aceptación. “A mí llamame como quieras. Algunos me dicen Leo y otros me dicen Barby”, es lo primero que dice cuando empieza la entrevista.

“Los que llegan conocerme con muchos años, creo que hacen un gran esfuerzo por el cariño que me tienen y me dicen ‘Leo’. La gente que me conoce de toda la vida me llama de esa forma”, añade en medio de esta producción especial para Revista GENTE, en la que por primera vez posa por fuera del personaje. «Antes de decidirme a aceptar lo pensé y lo consulté con mis afectos”, se sincera Leo, o Barby….

Leo y Barby.  Barby y Leo.
Barby y Leo, Leo y Barby.

-¿Y cómo te gusta a vos que te llamen?

Lo que a la gente le quede cómodo. Me pone me pone mucho peor cuando me dicen, «¿cómo te llamo?». Llamame como quieras. Tengo un nombre y respondo. Yo también me hago cargo y soy responsable de lo que creé. Si no me hubiera llamado Leonardo Veterale, sería un señor montado o me hubiera puesto un nombre unisex.

-¿Por qué Barby?

-Me bautizó así Jorge Ibáñez porque yo iba al boliche Búnker con pestaña, peluca, barba y una muñeca Barbie sonora que se la hacía escuchar a la gente.

-¿Cómo fue lanzarte a los medios como Barby?

-Fue raro. Siempre tuve ganas de ser famoso. Más o menos desde que tenía doce años, pero en ese momento no existía todo lo mediático. Una palabra que para los Setenta o los Ochenta no era usada, tal como la conocemos ahora. Eras actor, cantante, periodista, conductor. Yo, como para el conductor o periodista no me daba, elegí estudiar actuación en la Escuela Municipal de Morón y después me formé con Julio Chávez. En esos tiempos todavía Barby no existía. Pensá que cuando empecé con ella ya había hecho dos o tres obras independientes, muy del off, en avenida Corrientes. Pero pasaron muchas cosas en el medio.

-¿Qué otras cosas hiciste?

-Mira, justamente esto del teatro no me dejaba plata, ¡ni un mango! Así que me puse a estudiar pastelería y emprendí haciendo catering desde mi casa para hoteles y centros de eventos como Costa Salguero.

“Yo siempre fui vergonzoso”

El doble shooting para Revista GENTE.
El doble shooting para Revista GENTE.

“Yo siempre fui muy vergonzoso, aunque no lo parezca: siempre me dio timidez el hecho de mostrarme como Barby en la calle. Esto es algo que me pasa en mi lugar de pertenencia, no me gusta ni ir a Paso del Rey montado ni tampoco hacerlo dentro de mi edificio”, dice.

-¿Cómo era ser Barby en esa época?

Y… que te puedo decir. Había miedo a que te lleven presa por estar montada. Eran años duros. Yo viví discriminación, que me parara la policía en la calle, pero para divertirse porque ellos sabían que no tenía pinta de narcotraficante ni de nada.

-Igual estaba mal.

-Y sí, era para joder. Una de las que me pasó fue en el límite de Puerto Madero con La Boca, en donde se encuentra la rotonda. Estaba caminando, un policía me miró, me marcó y agarró su comunicador, hasta que a la vuelta me paró otro. Eran épocas duras en las que yo tenía el atrevimiento de venirme disfrazada desde Paso del Rey hasta Capital.

-¿Ahora tampoco lo hacés?

No. Me da mucha vergüenza que me vean en mi lugar de pertenencia, ya sea en el barrio donde nací como en el edificio donde vivo. Tengo ese prejuicio, que quizás es antiguo, de pensar que digan: «Uy, miren el homosexual, miren este señor que se disfraza, miren qué raro es”. Tengo esa cosa que se me quedó grabada de adolescente: la discriminación, el bullying, y todas esas cosas que debí trabajar en terapia.

A lo largo de las décadas, Leo estudió y se formó como artista. Se codeó con figuras de renombre, pero su gran estallido popular se lo terminó dando la pantalla chica.
A lo largo de las décadas, Leo estudió y se formó como artista. Se codeó con figuras de renombre, pero su gran estallido popular se lo terminó dando la pantalla chica.
Desde este verano, Barby es una de las panelistas rotativas de LAM.
Desde este verano, Barby es una de las panelistas rotativas de LAM.

-Cosas que marcan.

-Es gracioso porque si me cruzo a alguien saco charla de varón: soy capaz de preguntar por las gomas del auto. Siento como que de alguna manera tengo revalorizar mi parte masculina. El travesti o el transformista, cuando era chico, era un degenerado. Es una locura. Hay una cosa que me salva en este momento y es la fama. Eso todo lo perdona. Te lo pueden decir Lizy Tagliani o Flor de la V.

-¿Cómo se constituía tu familia?

-Una familia clásica del oeste, de Paso del Rey. Mi papá era italiano naturalizado argentino. Comerciante y medio involucrado con política, varias veces se postuló como concejal y esas cosas. El viejo era muy de que se acomodaba en los gobiernos, y estuvo como interventor del cementerio de Moreno. Después también fue interventor de tránsito y podes creer que así y todo no conseguí el registro. ¡La tuve que hacer como cualquier cristiano! Mi mamá era gallega. Se separaron cuando yo tenía doce años, así que agarré la parte final de su amor. En esa época separarse era muy duro.

-¿Y qué me podes contar de tus hermanos?

-Tengo dos. Uno, mi hermana, vive en Córdoba, me consintió en todo y fue la más gay friendly del mundo junto a mamá.

-¿Qué te acordás de esa infancia?

-Queen mi casa era una castañuela. No el varón, ese típico adolescente que explotó a los quince. Yo ya era mariconcito desde los seis años.

El cruce de miradas de un personaje multifacético.
El cruce de miradas de Barby y Leo.

-¿Te enfrentaste a esa situación de “salir del clóset” o justamente por eso en tu casó fluyó?

-No se generó eso de sentar a mamá como en una novela y decirle “soy gay”. Fue quedando en claro gradualmente y fue aceptado. Trataba de cuidarme, era muy ubicado y en mi casa nunca se generaron problemas. Después de los veinte ya venían a casa amigos gays.

La explosión de Barby en los medios de la mano de Ángel de Brito y Elizabeth Vernaci

“En mí siempre estuvo una cosa innata de llamar la atención. El famoso ‘quiero que me quieran’ y el deseo de ser visto y hacerme notar”.
“En mí siempre estuvo una cosa innata de llamar la atención. El famoso ‘quiero que me quieran’ y el deseo de ser visto y hacerme notar”.

“Trabajé desde siempre en el boliche Búnker y después en el boliche América. En el último había un día que se llenaba de famosos, especialmente con gente del Bailando. Una vez apareció Celina Rucci, que había quedado sentenciada, y me pidió que fuera a alentarla como hincha. La llamé a Flor de la V para preguntarle qué onda el Bailando, y me dijo que avanzara tranquila. Y ahí le saqué provecho porque me quedé en la tribuna, y después aparecieron otros personajes como Las Rikitas o Mariano de la Canal. En ese contexto, Gerardo Sofovich me ofreció trabajar con él: ‘Tengo algo para vos en el verano’. Era una comedia con Moria Casán”, rememora a Revista GENTE.

Nos mantuvimos un año en cartel. Imaginate lo que era estar ahí con Moria: un sueño cumplido. Ella, un verdadero ícono. Hasta hicimos gira por Uruguay. Después de eso me quedé agarrada a Sofovich, mi amor. Hice Homenaje a María Elena Walsh y una revista en Carlos Paz con Valeria Archimó. Fue la última porque no me gustaba tanto estar fuera de casa. Entonces seguí con BDV y mis participaciones en los boliches”, redondea.

Tras «la remada», su presente tiene como eje su trabajos en LAM (en América, donde se desempeña como angelita itinerante), La negra pop (por FM Pop, a la orden de Elizabeth Vernaci, de lunes a vienes de 9 a 13) y en Soy tan Biutiful (ciclo que conduce con Pampito los sábados de 13 a 15). “Este 2025 es hermoso. Vos podés haber escrito cincuenta libros, pero la popularidad que te da la televisión no te la da nadie. Es uno de los sueños más completos en lo laboral”, celebra.

“Uno de mis quiebres fue cuando en Búnker me ofrecieron formalmente participar de las noches de boliche, pero para estar entre la gente y entretenerla. Una cosa era ir y hacer un show como hacen muchos talentosos transformistas. Pero esto era otra cosa. Me quedé muda”.
“Uno de mis quiebres fue cuando en Búnker me ofrecieron formalmente participar de las noches de boliche, pero para estar entre la gente y entretenerla. Una cosa era ir y hacer un show como hacen muchos talentosos transformistas, pero esto era otra cosa. Me quedé muda”.

“A mí el hecho de formar parte de LAM me cambió mucho. Lo que me está pasando lo vivo bien, con alegría. La relación que tengo con Ángel (de Brito) es de una amistad de muchos años porque nací con él en BDV, su programa en Ciudad Magazine. Empecé una vez por semana y después iba tres. En medio del éxito que tiene ahora en América, me volvió a llamar. Y en parte, fue el quien me recomendó con la Negra”, explica.

-¿Cómo te aceptó la Negra en la radio?

Como un animalito que viene casi analfabeto a la vida…, y me formó. Me dio una clase magistral. Yo no sabía ni lo que era un micrófono, y menos hablar de corrido. Todo lo que aprendí lo usé en mi provecho de la mano de la mejor voz del país. Porque en la radio, más allá de estudiar, lo que importa es tener vida, vivencias, algo para contar.

Barby junto a Elizabth Vernaci y Humberto Tortonese.
Barby junto a Elizabth Vernaci y Humberto Tortonese.

-E impronta.

-Tal cual. A mí esto me llegó a mis 50 pirulos. Mientras la vida de alguien a los 50 ya está muy nutrida de todo, ella me agregó un plus: me enseñó a hablar al micrófono.

-Tan así que terminaste conduciendo tu propio programa.

-Sí. Ya van casi cinco años que estamos con Pampito. A mí se me ocurrió porque con él habíamos hecho para el canal de YouTube un ciclo en el que yo cocinaba con un famoso en mi casa, y lo entrevistábamos. Como siempre tuvimos buena química, le propuse sumarse a la radio.

La Barby, en modo angelita chimentera.
La Barby, en modo angelita chimentera. «Me preparo mucho y se más que muchas de las que están ahí sentadas».

-¿Cómo nació tu amistad con Fernando Peña?

-Empezó a finales de los Noventa. Era habitué de Búnker por su amistad con los dueños. La verdad es que no tenía ni idea quién era: para mi se trataba de un tipo muy simpático, y listo. Cruzábamos saludos. Hasta que un día me dijo «vos vas a trabajar conmigo». Era principios del 2000. De repente un día se comunicó conmigo una de las productoras. Creo que era Kiwi, la ex esposa de Jorge Lanata. Me querían a mi para la próxima obra. Hice un papel de un gay que se había enamorado del personaje de Fernando Peña en Esquizopeña, el musical. Una cosa rara, re delirante y descollante. Y después hicimos Ni la más puta, en donde entraba medio caricaturizado, ya que no salía montado de Barby, y en un momento quedaba en bolas.

-¿De qué forma lo recordás?

-Como un tipo amoroso y cariñoso. Nos seguimos hablando durante mucho tiempo después de ese segundo trabajo.

La historia de amor de casi 30 años que marcó su vida

“Lo que pasa en el amor es que a lo larga tenés que ir aceptando todo. No vas a tener un matrimonio como el de tu papá y tu mamá, fiel hasta la muerte. Las parejas gay tienen otra manera de armar sus parejas. No es como las parejas heterosexuales y te amaré hasta la muerte y todo eso”.
“Lo que pasa en el amor es que a la larga tenés que ir aceptando todo. No vas a tener un matrimonio como el de tu papá y tu mamá, fiel hasta la muerte. Las parejas gay tienen otra manera de armar sus parejas. No es como las parejas heterosexuales con un ‘te amaré hasta la muerte’ y todo eso”.

Habla de todo, aunque tiene ciertos resguardos a la hora de referirse a su historia de amor. Se casó en 2014 y acumula hasta hoy 28 años de relación. Todo un número.

“Es una vida de cuidarse, de quererse, de apoyarse, de amarse ante todo, de estar el uno para el otro. Tampoco te la voy a hacer muy romántica con esto de que somos el uno para el otro, hasta la muerte. Pero es que el vínculo que tenemos hoy”, continúa.

“Es tremenda la cantidad de años que pasaron y lo felices que fuimos. Yo no me puedo quejar de cómo me va la vida con él. Me conoce, me cuida, lo conozco, lo cuido. Eso pasa principalmente”, agrega.

-¿Qué consensos hay en la pareja en el día a día después de 28 años?.

-No te puedo negar que por ahí tenemos un deseo sexual con otras personas, porque tampoco uno es ciego… Y tenemos permisos de estar con un tercero, incorporarlo o sumar otra pareja.  Igual no es que andamos por la vida como cazadores furtivos.

De Leo a Barby en 30 minutos

Su último cumpleaños lo festejó en vivo en FM Pop, en el marco de un programa especial en donde recibió el afecto de su público.
Su último cumpleaños lo festejó en vivo en FM Pop, en el marco de un programa especial desde el que recibió el afecto de su público.

“Cuando empecé con Barby en un momento pensé en parar en el verano porque ponerse peluca es como tener un gorro de lana... Pero nunca pude hacerlo”, afirma.

-¿Cuánto tiempo le lleva a Leo transformarse en Barby?

-Soy un caradura porque me hago en media hora. Llego al canal y las chicas de maquillaje pulen el grueso de lo que ya me hice. Yo no soy como los chicos transformistas y drag queen que se hacen unos maquillajes al estilo Rupol.

-¿Cuántos vestidos tenés?

Montones. Y tiré y regalé otros tantos. Ahora que estoy en la tele me mandé a hacer muchos más, y mi casa es un quilombo. Le doy más bola a las pelucas. Soy acumulador. Ahora tengo como un stock para 35 looks distintos. Así que si en dos meses repito nadie se da cuenta. Ahora me mandé a hacer dos tapaditos de piel.

«Relajado y casero», así define al proceso por medio del cual pasa a ser La Barby.

-¿Qué mantención le das a las pelucas?

-Las lavo con detergente. Parece un chiste, pero el peluquero de peluca es algo que no abunda. Yo se las doy a un conocido, que se llama Germán, me las peina y las deja divinas. ¡No es fácil peinar plástico!

“En Argentina la comunidad no tiene referentes”

“Para mí referentes son los que impulsaron las leyes. Referentes mediáticos no hay. Sí te puedo decir que hay admiración por figuras como Flor de la V o Lizy Tagliani. Flor, por ejemplo, tuvo que luchar mucho más porque se comió toda la discriminación, como Cris Miró. Ellas sí la pasaron mal. Lizy entró con el camino más liberado. Aunque también te puedo decir que también la vivió pesada, porque no era famosa y lo que le pasaba era más duro, aunque de otra manera”, piensa.

“Yo no me olvido más de la nota que Mauro Viale le hizo a Flor en la que le preguntaba barbaridades. Ella se estaba muriendo de angustia, pero a la vez pensaba ‘me la estoy bancando porque quiero llegar’. Todo eso normalizábamos”, cierra mordiéndose el labio inferior Leo-Barby o Barby-Leo.

Fotos: Chris Beliera
Edición: Darío Alvarellos y Gustavo Ramírez

Redacción

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