Hans Wilsdorf apenas había superado los 10 años cuando quedó huérfano. Sin embargo, sus tíos le dieron la mejor educación posible.
A partir de entonces, el niño supo aprovechar cada una de las oportunidades que se le presentaron en la vida para aprender.
Gracias a esto, a los 24 años, fundó una pequeña relojería, sin imaginar que se transformaría en la más cara del mundo.
A continuación, los detalles de esta impresionante historia de progreso.
Una infancia complicada

Hijo de Anna y Johan Wilsdorf, Hans Wilsdorf nació en 1881 en Kulbach, Alemania. Sin embargo, a causa de la muerte de sus padres, fue adoptado por sus tíos maternos cuando tenía tan solo 12 años.
Con el objetivo de darle una buena educación a Hans y a sus hermanos, los adoptantes vendieron el negocio del que vivía la familia Wilsdorf.
Por ello, el pequeño pudo asistir a las mejores escuelas del país: estudió en un colegio de la ciudad de Coburgo y luego en el instituto de negocios de Bayreuth. En ambos sitios, se destacó en matemática y en idiomas.
La infancia y adolescencia no fueron fáciles para Hans, ya que, por la lejanía de los colegios y la dificultad que tenía para hacer amigos, estuvo demasiado solo. No obstante, estas condiciones le sirvieron para aprender a desenvolverse de manera autónoma.
“Nuestros tíos no eran indiferentes a nuestro destino; sin embargo, la forma en que me hicieron ser autosuficiente desde muy temprano, me hizo adquirir el hábito de cuidar mis posesiones, y creo que a esto se debe gran parte de mi éxito”, contó el propio Wilsdorf en su autobiografía Rolex Jubilee Vade Mecum de 1946.
Cuando Hans llegó a la mayoría de edad, había desarrollado una pasión muy grande por los idiomas, que manejaba con facilidad. Por ello, decidió que su destino estaría en un país distinto al de su origen.
Suiza e Inglaterra, los países maestros
Como primer paso, Wilsdorf se mudó a Ginebra, Suiza, donde comenzó a trabajar para un comerciante de perlas. Pero en 1900, pasó a vivir en la ciudad de La Chaux-de-Fonds —del mismo país— y allí, gracias a su buen manejo del alemán, francés e inglés, consiguió empleo en la empresa de relojería Cuno Korten, que era una de las más importantes del sector a nivel mundial.
En dicha compañía, además de manejar la comunicación internacional, Wilsdorf era responsable de poner en funcionamiento y supervisar la precisión de los relojes.

Por su labor, el alemán obtenía 80 francos suizos mensuales, un salario más alto que el promedio de la época. Sin embargo, la ganancia más importante que obtuvo no fue material, sino el aprendizaje adquirido en materia de producción de relojes.
Enamorado de las agujas, Hans comenzó a desarrollar una idea en su mente. Como en aquella época la mayoría de los relojes eran de bolsillo, y los pocos que había de pulsera eran usados por las damas como joyas, pensaba que sería un buen negocio vender relojes pulsera para hombres.
Pero en 1902, tuvo que regresar a Alemania para alistarse en el ejército. Luego de realizar el servicio durante un año, volvió a retomar su anhelo de vivir en el extranjero: se mudó a Londres, Inglaterra. Allí, conoció y se enamoró a quién sería su esposa, Florence Frances May Crotty.
En la capital británica trabajó para otra gran empresa de relojería. Dicho empleo no hizo más que reforzar su idea de un emprendimiento propio, pues veía que el sector tenía mucho potencial pero que le faltaba especialización.
“Mi trabajo allí me brindó una excelente oportunidad para estudiar de cerca la industria relojera y examinar cada tipo de reloj producido tanto en Suiza como en el extranjero”, escribió Wilsdorf en su autobiografía.
«Wilsdorf y Davis», el embrión de Rolex
Finalmente, en 1905, cuando tenía tan solo 24 años y una pequeña cantidad de dinero, Hans se asoció con su cuñado, Alfred Davids, para montar un negocio de relojes, al que llamaron “Wilsdorf & Davis”. El objetivo inicial era proporcionar relojes de calidad a precios razonables.

Años atrás, mientras trabajaba para Cuno Korten, Wilsdorf había conocido a un fabricante suizo llamado Hermann Aegler, quien producía prototipos de reloj pulsera. Por tanto, al poco tiempo de abrir Wilsdorf & Davis, Hans viajó hasta la planta de la empresa de Aegler, ubicada en Bennie, Suiza, y realizó el mayor encargo de relojes pulsera de la historia hasta el momento. Un dato anecdótico: un siglo después, Rolex adquirió la empresa de Aegler.
“Fue el primer paso en nuestro camino hacia el éxito, con el que, de hecho, la fábrica de Bienne está estrechamente vinculada. Durante un largo periodo, viajé a Bienne varias veces al año, aportando a mis colaboradores ideas nuevas, y exigiendo que se hicieran realidad”, recordó Wilsdorf en Rolex Jubilee Vade Mecum.
En 1908, después de mucho pensar, Wilsdorf renombró a su empresa con la palabra por la que hoy la conocemos: “Rolex”. Según el alemán, se decidió por ese término ya que era fácil de recordar y pronunciar. 50 años después de este hecho, en una celebración de la compañía, Wilsdorf recordó el proceso de búsqueda de un nombre:
“Intenté combinar las letras del alfabeto de todas las maneras posibles. Esto me dio cientos de nombres, pero ninguno me convenció. Una mañana, mientras estaba sentado en un autobús que circulaba por Londres, un genio bondadoso me susurró al oído: «Rolex».”.
Meses más tarde, Wilsdorf registró la marca Rolex en La Chaux-de-Fonds, la ciudad Suiza en donde había trabajado. En Londres, no obstante, mantuvo el nombre original Wilsdorf & Davis.

El éxito de Rolex, impulsado por los relojes pulsera y los famosos
Además de romper con el estereotipo de género que indicaba que solo las mujeres usaban relojes pulsera, Rolex trabajaba para mejorar la precisión cronométrica de los relojes, que en aquellos años era bastante deficiente.
La labor de la empresa obtendría su primer reconocimiento en 1910, cuando un Rolex fue el primer reloj de pulsera en recibir un certificado cronométrico oficial, otorgado por el Official Watch Rating Centre, el organismo suizo de control de la marcha de los relojes.
Cuatro años más tarde, asimismo, el Observatorio británico de Kew otorgó al reloj pulsera de Rolex un certificado clase “A”, reconocimiento que hasta entonces estaba reservado a los relojes de la marina, los más precisos de la época.
Para 1914, y a pesar del estallido de la Primera Guerra Mundial, Rolex había crecido sustancialmente y tenía más de 60 empleados. Wilsdorf veía un panorama muy prometedor para su empresa: “En mi opinión… los relojes de bolsillo van a desaparecer casi por completo, y ¡serán reemplazados por los relojes de pulsera!”, habría dicho entonces.
Además, los relojes pulsera se volvieron muy necesarios en la guerra, ya que eran mucho más prácticos que los de bolsillo. Este tipo de relojes, por ejemplo, permitía a un soldado sostener su fusil y a la vez mirar la hora.
A pesar de lo anterior, ante el conflicto mundial, Wilsdorf tomó una precaución: cambió el nombre de su empresa en Londres de Wilsdorf & Davis a “The Rolex Watch Company Ltd.”, con el objetivo de quitar su apellido de la marca, ya que Inglaterra se enfrentaba a Alemania.
No obstante, Rolex no escaparía del todo a las consecuencias de la guerra. En 1915, con el objetivo de conseguir más recursos, Gran Bretaña decretó un arancel del 33% para las exportaciones, lo que perjudicó sustancialmente a las ventas de Rolex.
Ante esto, la empresa de relojes mudó su sede a Bienne, donde tres años antes había abierto oficinas para facilitar la relación comercial con Aegler. En 1919, finalmente, Rolex trasladó su planta de ensamblado a la “Ciudad de la relojería”, Ginebra, Suiza, donde actualmente se encuentra.

Desde allí, Wildsorf y su compañía no pararon de crecer. En 1927, Rolex lanzó “Oyster”, su primer reloj hermético comercial. Para demostrar la resistencia del modelo al agua, Hans, que también sabía de marketing, le regaló a cada uno de los distribuidores una pecera con un reloj adentro.
Ese mismo año, Wilsdorf cerró un contrato para que una personalidad reconocida usara un Rolex. Se trató de la nadadora Mercedes Gleitze, quien, con el reloj Oyster colocado, se convirtió en la primera mujer británica en cruzar el canal de la Mancha a nado.
En adelante, la vinculación entre Rolex y personalidades destacadas se convertiría en una estrategia de Hans: Pablo Picasso, Diego Maradona, John Kennedy, Roger Federer y hasta Ernesto “Che” Guevara, entre muchos otros, han usado relojes de la marca.

Para 1931, cuatro años después del éxito de Oyster, Rolex lanzó el “Oyster Perpetual”, el primer reloj automático de la marca, que solo depende del movimiento de la muñeca para conseguir energía. Este modelo acompañó a los alpinistas Edmund Hillary y Tenzing Norgay, quienes en 1953 alcanzaron la cima del Everest por primera vez en la historia de la humanidad.
Todo iba bien para el gran Wilsdorf. Sin embargo, en 1944, sufriría un gran revés: el fallecimiento de su esposa Florence Frances May Crotty.
Ante el suceso, y como el matrimonio no tenía hijos, Wilsdorf fundó la Hans Wilsdorf Foundation, organización que a partir de entonces tiene las acciones de Rolex y que dona una gran parte de sus ingresos a causas benéficas.
Diversificación de la oferta y Rolex sin Wilsdorf
En las siguientes décadas, Rolex puso todas sus energías en ampliar el abanico de su clientela. Por un lado, creó Montres Tudor, la filial encargada de producir relojes de buena calidad pero más baratos que los de Rolex.
Un año después, Hans supo reponerse y revolucionó otra vez el mercado con el lanzamiento del “Datejust”, el primer reloj en mostrar la hora y la fecha en una misma ventana. Este modelo fue usado por varios líderes mundiales como Dwight Eisenhower y Winston Churchill.
Por otro, diseñó relojes que exceden la simple función de mostrar la hora. Para ello, lanzó modelos que sirven en actividades como la inmersión submarina, la aviación o la exploración científica.
En 1956, específicamente, salió al mercado el “Milgauss», un modelo diseñado para científicos, que era capaz de resistir los campos magnéticos. Este fue el último reloj supervisado por Wilsdorf, quien el 8 de julio de 1960, en Ginebra, falleció a causa de una enfermedad pulmonar.

La empresa relojera continuó elaborando nuevos modelos hasta el día de hoy, tales como el Daytona, el GMT-Master II y el Yacht-Master.
Así, llegó a convertirse en la marca de relojes más cara del mundo, con un valor estimado en 9.000.0000 de dólares.
De igual modo, a través de Hans Wilsdorf Foundation, aún destina una parte de sus ingresos a acciones benéficas, y por ello el Gobierno de Suiza la exime del pago de impuestos de sociedades.
Un ejemplo de crecimiento con calidad y filantropía, del que seguro Hans Wilsdorf estaría muy orgulloso.