En tiempos donde las redes sociales están saturadas de contenido fugaz, hay historias que logran traspasar la pantalla y conmover al mundo entero. Tal es el caso de Gianluca Pugliese, un joven argentino de 24 años, y su abuela María Angélica Todaro, de 88, cuyo vínculo inquebrantable se volvió viral y tocó los corazones de millones de usuarios en redes sociales.
En un día con un clima inmejorable, soleado y con 24 grados, el GPS marca 30 minutos hasta Beccar, donde el joven y su abuela esperan al equipo de GENTE. Entre abrazos y sonrisas cómplices nos dan la bienvenida a su hogar: el mate está servido en la mesa, aunque ella no tarda en confesar que prefiere el té con leche. También hay unas galletitas traídas de España que tienen impresas un retrato de los dos.

María mira atenta todo, mientras el fotógrafo arma el equipo le pregunta: «¿Por qué me van a sacar fotos a mí?», sin dimensionar el impresionante alcance que tuvo su historia. Pide escuchar a Paz Martínez de fondo y comienza a cantar inspirada el tema «Amor, donde hubo fuego», uno de sus favoritos.
A la par se entrega a posar para la cámara y las carcajadas se hicieron presente cuando bromeaba sobre el paso de los años reflejado -a su juicio- en las postales. «Tengo 58. ¡No! 98″, dice. Rápidamente su nieto le aclara: «¡No tampoco! ¿Cuántos tenés?», y ella entre risas confiesa: «No me acuerdo«. Y agregó: «Tengo 88 y el 8 de diciembre cumplo 89″.

«Hoy tiene un buen día, tiene ganas de hablar y está contenta», comenta Gianluca. Al mismo tiempo que confiesan que le avisaron de esta producción de fotos el mismo día a la mañana, para evitar que se ponga nerviosa. Y su ánimo se hizo notar: contó anécdotas, nos compartió fotos del pasado que estaban en un álbum del living de su casa y hasta cantó un tema de cancha: «A Dios le debo la vida, a San Lorenzo el corazón. A River y a Boca cuatro velas y un cajón«, rimó y luego soltó las carcajadas.
Al preguntarle si imaginaba por qué se hizo famosa en redes, no duda en decir: «Por este nieto», mientras lo mira con orgullo. Y el joven expresa: «Creo que por el amor que tenemos, por mostrarnos espontáneo. Seguramente mucha gente ha vivido lo mismo, pero no se anima a publicarlo».

Los días lejos: de la oración de María a las llamadas de Gianluca
Fueron un total de cinco meses los que permanecieron separados. El mayor tiempo que han estado lejos, según recuerdan. Con una promesa de por medio, el joven se aventuraba a cumplir sus sueños en otras tierras, adaptándose a una nueva realidad, mientras su abuela rezaba todas las noches por el pronto reencuentro. «Se lo conté un tiempo antes de irme y se lo tuve que repetir porque se olvidaba a veces. No fue algo de un día para otro».
Mientras estaba en su casa despidiéndose, Gianluca quiso guardar el registro de ese emotivo abrazo, sin saber lo que se vendría después. «Lo grabé para quedarme con ese recuerdo, porque me mataba la reacción de ella. También porque siempre viví en la misma casa, fui al mismo colegio, tuve siempre los mismos amigos, y un cambio así en mi vida era fuerte. Quise mostrar cómo me sentía yo».

– ¿Qué fue lo que más le costó cuando se fue Gianluca?
– María: Cuando se fue lloraba todo el día, porque le pedía a Dios que no me haga morir sin verlo otra vez.
– Gian: ¡Pero viste que vine!
– María: Sí, pero sufrí yo… Se me hizo larga la espera. Fue casi un año.
– ¿Qué era lo que más extrañaban el uno del otro?
– Gian: Aparte de verla todos los días, era abrazarla. Por su edad, obviamente muchas actividades no hacemos. Pero es estar en casa juntos, la merienda, desayunar juntos, hacerle el té y esas cosas.
– María: Yo tomó un té a la mañana y otro a la tarde. En vez de comer, me gusta tomar té con galletitas.

– ¿Cuándo estabas en España se comunicaban todos los días?
– Gian: Día por medio o cada dos días la llamaba, porque hay días que ella duerme y solo te saluda con la mano y chau, porque quiere seguir durmiendo.
– María: ¿Y qué voy a hacer? Ustedes hacen sus cosas y yo duermo. Pero yo veía fotos de el que mandaba. Lo único que yo quería era que vuelva.
– Gian se fue a cumplir un sueño.
– María: Si, está trabajando.
– Gian: Mi pasión es el fútbol, mi sueño era ese, pero el modelaje fue algo que surgió. Me gusta trabajar de eso, se me dio esa oportunidad.

– Usted decía que le latía el ojo antes que llegara él, ¿por qué?
– María: Sí. Yo le había dicho a una señora que a veces me cuida y le dije: «Hoy vamos a tener una noticia linda porque me late el ojo derecho», el izquierdo no me gusta. Entonces, justo llama él por teléfono. Yo creía que me llamaba de España y estaba acá afuera (risas). Me levanté como podía y nos saludamos en la puerta. Y de ahí empezaron a venir todos los vecinos por los gritos (risas).
– El video de su despedida conmovió a muchos, pero también otros cuestionaban que te fueras lejos de tu abuela. ¿En algún momento te entró ese sentimiento de culpa?
– Gian: En el primer video me sorprendieron esos comentarios. Pero fui entendiendo que la gente siempre va a criticar o va a tener algo para decir, porque aparte no conocen la situación ni lo que pasa realmente. Siempre van a opinar sin saber. Mi abuela nunca estuvo ni está sola. Y eso era lo que no me gustaba, que en vez de prestarle atención a los buenos comentarios que eran muchísimos, yo respondía los malos, por querer aclarar y que no digan cualquier cosa. Pero ya me acostumbré al tema de las redes.
La historia detrás del emocionante reencuentro de Gianluca y su abuela
La historia comenzó a circular en abril de 2025, cuando Gianluca decidió emigrar a España en busca de nuevas oportunidades laborales. El joven mantuvo siempre una relación cercana y profunda con su abuela materna, quien jugó un rol clave en su vida.
Antes de partir a Europa, el joven decidió grabar un video que más tarde compartiría en redes. En la grabación, se lo ve sentado frente a María, explicándole que se ausentaría por unos meses para “hacer plata” y progresar. Conmovido, le pregunta: “¿Me vas a esperar?”. La respuesta de María fue tan tierna como desgarradora: “Espero volver a verte si Dios me da vida.”
Pasaron varios meses y, fiel a su palabra, Gianluca regresó a Argentina este septiembre. Esta vez, las cámaras captaron un momento aún más emotivo: el deseado reencuentro. La abuela sorprendida y al borde del llanto, apenas pudo contener la emoción al ver entrar a su nieto por la puerta. “Qué suerte que Dios me permitió verte”, dijo entre lágrimas.
Teniendo su vuelta planificada, le avisó a su familia que iría a verlos para que el impacto para ella no fuese tan grande. Sin embargo, llegó un par de días antes, para sorprenderlos de alguna forma. «Cuando llegó no lo esperábamos todavía. Él me llama y me dice: ‘Dame con mi mamá’, y ella empezó a gritar: ¡Está en la puerta! Y salió corriendo», recuerda entre risas la abuela.

Sobre ese momento exacto en el que volvieron a estar cara a cara y pudieron abrazarse, María cuenta: «Me fui a la puerta y lo abracé. Eso no me olvido nunca más. Volvió y ahora espero que no se vaya más. Le digo que no se llegue a enamorar porque no lo largan más «, agrega entre carcajadas. Y rápidamente el joven le aclara que tiene que irse nuevamente, pero que volverá pronto.

Después de una hora de reír juntos, la abuela cuenta las anécdotas de cuando Gian era chico, pero la que más recuerda, es una vez que le puso los zapatos al revés por el apuro de la rutina. «Él era buenito. En el jardín de infantes fue escolta de la bandera. Lo llevaba acá al Centro Cívico y lo premiaron cuando dibujó. Yo lo levantaba para llevarlo al colegio y entonces, una vez apurada, no me fijé y le puse las zapatillas. Y cuando íbamos caminando porque el colegio quedaba a nueve cuadras, vi que las tenía al revés», tira sin poder parar de reír.

María se despidió preguntando: «¿Van a volver a visitarme?». Sonrió al mirar el resultado de las fotos y con un beso dio por finalizada la jornada. Según nos contaron, ha enfrentado varios problemas de salud en los últimos años: un ACV ocular producto de la diabetes, una fractura de fémur y dificultades de movilidad. A pesar de ello, su lucidez y cariño permanecen intactos.
El vínculo entre el joven y su abuela trascendió el algoritmo y le recordó a la gente algo esencial: el valor del amor, la gratitud y el tiempo compartido con la familia.
Fotos: Chris Beliera