11.4 C
Buenos Aires
jueves, junio 5, 2025

La huella de los capuchinos

Más Noticias

Los primeros hermanos capuchinos llegaron a Catalunya en el año 1578, procedentes de Nápoles. Tras vivir durante algunas semanas en la rectoría de Sant Gervasi de Cassoles y en la ermita de Montjuïc, en Barcelona, se afincaron en el lugar, que según la tradición, había sido la casa paterna de Santa Eulàlia, en Sarrià, cuando todavía era un municipio independiente. 

Fue el embrión de una comunidad que en el siglo XVIII llegó a su máximo esplendor con más de 700 religiosos distribuidos en 25 conventos entre Catalunya y las islas Baleares. Hoy son una cuarentena repartidos entre Arenys de Mar, Igualada, Palma de Mallorca y los conventos de Pompeia-l’Ajuda y Sarrià, en Barcelona.

En el libro ‘Quatre segles de vida caputxina. 1578-1968’, fray Vaentí Serra de Manresa explora las aportaciones de esta orden religiosa en la cultura popular

El libro Quatre segles de vida caputxina. 1578-1968 (Edicions Morera) escrito por el religioso capuchino y sacerdote Valentí Serra de Manresa aborda la historia de esta orden mendicante en Catalunya y explora en uno de sus capítulos sus aportaciones en la cultura popular, que fueron muchas y variadas. 

El autor, doctor en Historia, destaca sus conocimientos en el campo de la horticultura, la cocina popular, el uso de plantas y hierbas medicinales para tratar todo tipo de enfermedades y su papel en la popularización del pesebre en los hogares catalanes a partir del siglo XVIII, decorados con elementos propios del paisaje de Catalunya. Corcho, musgo o acebo en detrimento de palmeras y otros elementos orientales.

Eran solicitados por los seglares como médicos; usaban sanguijuelas para “depurar la sangre” y hiel de víbora para las cataratas

Explica que los capuchinos eran muy solicitados por los seglares como médicos y boticarios. Como grandes conocedores de las propiedades de las hierbas medicinales, que cultivaban en sus conventos, tenían su propio recetario para tratar enfermedades frecuentes como el dolor de oído, las hemorroides, fiebre o los cólicos nefríticos. 

El autor, archivero del convento de Sarrià, dice que se han conservado notas y remedios de inspiración popular como, por ejemplo, “el uso de la hiel de víbora para disolver las cataratas”. Otra práctica médica extendida por la comunidad era el uso de sanguijuelas para depurar la sangre y bajar la tensión arterial. “Los enfermeros capuchinos se servían de estos animales que guardaban vivos en botes de cristal de las apotecarias para tratar a los enfermos”.

Grabado de un religioso capuchino regando un huerto hacia 1578

Grabado de un religioso capuchino regando un huerto hacia 1578

‘Quatre segles de vida caputxina. 1578-1968’

El colectivo despuntó también en la tradición de buscar aguas subterráneas mediante radiestesia, tarea que ejercen los zahoríes. El autor explica que el primer religioso que ejerció como tal fue Jeroni Codina de Caldes de Montbui, que en 1621 planificó la canalización de las aguas de la ciudad de Mataró. En 1627, proyectó una acequia de agua navegable en el río Llobregat, en Barcelona, y se ocupó también de la canalización y conducción de aguas subterráneas en el convento capuchino de Sant Roc de Figueres.

Otra de las huellas que dejaron hay que buscarla en la gastronomía, y en concreto en la cocina de aprovechamiento, enfocada a la vida de austeridad y pobreza que practicaban los frailes. Fray Valentí pone la etiqueta de “cocina capuchina” a aquella que aprovechaba los recursos, como las vísceras de los animales y el uso de productos de proximidad y hortalizas de temporada.

Lee también

Sor Pilar, la última de las capuchinas

Xavier Ribera

La hermana Pilar Lumbreras, la última monja capuchina de Manresa, en el despacho del convento junto a una fiel.

Ni en días de fiesta, hacían grandes excesos. Una máxima llevada al extremo la dejó anotada el primer cronista de los capuchinos en Catalunya, Miquel de Valladolid, que describía así los ágapes de los fundadores: “era su comida ordinaria tan pobre que yo vi el día de Nuestro Padre San Francisco comer la comunidad de Santa Eulàlia pan cocido con aceite por no tener carne ni otra cosa mejor”.

Redacción

Fuente: Leer artículo original

Desde Vive multimedio digital de comunicación y webs de ciudades claves de Argentina y el mundo; difundimos y potenciamos autores y otros medios indistintos de comunicación. Asimismo generamos nuestras propias creaciones e investigaciones periodísticas para el servicio de los lectores.

Sugerimos leer la fuente y ampliar con el link de arriba para acceder al origen de la nota.

 

- Advertisement -spot_img

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Advertisement -spot_img

Te Puede Interesar...

Hospital Garrahan: fracasó la reunión en la Secretaría de Trabajo y hay paro con movilización a Plaza de Mayo

No hubo acuerdo entre el Gobierno y los gremios vinculados al Hospital Garrahan. El conflicto se profundiza y el...
- Advertisement -spot_img

Más artículos como éste...

- Advertisement -spot_img