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martes, agosto 5, 2025

La increíble historia del Circo Servian: de aquella familia que escapó de la guerra hace 120 años, a la difícil despedida del orangután Johnny y el gran desafío lograron superar

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Cuando Cristian Servian habla del circo lo hace desde la emoción más profunda. No es sólo un espectáculo, sino una tradición que lleva tatuada en el ADN desde hace más de un siglo. Su bisabuelo escapó de la Primera Guerra Mundial y llegó a América con la única certeza de que el circo sería su hogar y legado.

Hoy, cuatro generaciones después, Cristian lidera junto a sus hermanas uno de los circos más reconocidos y queridos del continente, con una historia familiar que parece sacada de una novela.

«Mi abuelo tenía un circo enorme, el del canguro boxeador, lleno de animales y artistas. Mi papá repitió la historia y en 1993 creó el Circo Servian. Empezamos con una carpa vieja que se nos voló en la segunda ciudad a la que fuimos. Fue duro, cosimos la carpa a mano, trabajamos al aire libre, en escuelas, salones. Sobrevivimos a fuerza de amor por esta vida«, cuenta a Revista GENTE sentado en la carpa que hace unas semanas está instalada en Pilar.

Cristian, heredero orgulloso de esta historia, repasa los desafíos y las alegrías de mantener vivo el sueño circense en tiempos cambiantes.

Cristian, uno de los dueños y herederos del Circo Servian.

El Circo Servian comenzó con artistas callejeros, juglares y saltimbanquis que recorrieron toda Sudamérica hasta radicarse en Argentina. Su abuelo se separó del grupo familiar para crear un circo emblemático con animales exóticos y espectáculos únicos, y su padre continuó la tradición. Según cuenta, la familia vivió siempre en ruta, él y sus hermanas lograron hacer la escuela gracias a un pase golondrina especial que permitía educación itinerante.

Cristian asegura que el secreto de la longevidad y el éxito del circo reside en el amor y el compromiso absoluto con esta forma de vida. Él recuerda con orgullo cómo, desde niño, aprendió malabarismo, equilibrio y otras habilidades mientras ayudaba con los animales y las labores del circo. «Mi padre siempre apostó fuerte por esto, lo amaba y hoy podemos decir que hemos logrado mantener vivo ese sueño y proyectarlo hacia el futuro con nuevas generaciones», enfatiza.

La vida itinerante: una gran familia en ruta

Hoy en el Servian trabajan alrededor de 100 personas: sigue siendo un espectáculo itinerante.

Actualmente el Circo Servian es una auténtica ciudad rodante. Con casi un centenar de personas involucradas, entre artistas, técnicos, choferes, electricistas, especialistas en marketing y personal de limpieza, recorren Argentina en más de 40 semirremolques y 12 camiones. La organización logística es monumental y perfectamente sincronizada, transformando cada lugar donde se instalan en un espacio de alegría y asombro.

La carpa actual, fabricada especialmente para el circo en 2019, fue diseñada por Canovio, el prestigioso fabricante italiano. Cristian relata con orgullo que es única, con una estructura en forma de castillo decorada con arabescos, hecha con lona francesa Ferrari y equipada con tecnología italiana.

Esta carpa puede durar más de una década manteniendo intacto su brillo y calidad, algo impensado para las lonas tradicionales, que apenas resisten unos pocos años.

El Servian se instaló en Pilar por las vacaciones de invierno, y seguirá ahí hasta fines de agosto.

«Nosotros estamos constantemente en movimiento, llevamos este espectáculo a grandes escenarios internacionales como el Movistar Arena de Chile o el Entel Arena de Montevideo, donde tuvimos la fortuna de convocar a más de 30 mil personas en pocos días. Pero, pese a contar con oportunidades en otros países, elegimos quedarnos en Argentina, porque amamos profundamente nuestra tierra, sus tradiciones y sobre todo, su gente», explica Cristian.

El circo no es sólo trabajo, es convivencia permanente. Casi todos los trabajadores viven en casas rodantes, compartiendo espacios reducidos y rutinas intensas, algo que únicamente es posible cuando se transita desde la pasión absoluta por esta profesión. «Es una vida exigente, pero no la cambiaríamos por nada. Somos como una gran familia extendida que comparte día a día la pasión por el circo y la alegría de ver cómo el público disfruta de lo que hacemos», detalla emocionado.

Johnny, el orangután que dejó huella en el corazón del circo

Uno de los mayores desafíos del circo fue encontrar un nuevo lenguaje que no incluyera a los animales.

Hasta 2010 el Circo Servian tenía animales: leones, tigres, monos, camellos, ponis y un orangután muy especial. “Fue muy duro desprendernos de los animales», cuenta y confiesa que hubo una despedida que le costó mucho.

Johnny, el orangután que llegó al circo en 2001 y vivió allí durante nueve años, sigue ocupando un lugar especial en el corazón de la familia Servian. Originalmente, Johnny pertenecía a una pareja alemana de artistas que emigraron a Argentina tras la Segunda Guerra Mundial. Cristian recuerda cómo su padre rescató al animal cuando sus dueños no pudieron seguir cuidándolo, y le dio un hogar cálido y amoroso dentro del circo.

Desprenderse de Johnny y otros animales en 2010 fue una decisión dolorosa pero necesaria. Cristian describe con profunda emoción las visitas al zoológico de Luján donde Johnny vive actualmente: «Él nos reconoce, es imposible no emocionarse cuando nos ve. Sabíamos que la época de animales en circos había terminado y debíamos evolucionar hacia espectáculos que priorizaran exclusivamente el talento humano y artístico».

Nuevos payasos y acrobacias más complejas se sumaron a las dos horas de show.

Desde entonces, Servian ha transformado de manera radical su espectáculo. Inspirados en Cirque du Soleil, apostaron por actos acrobáticos de alta dificultad, trapecistas arriesgados, músicos y cantantes en vivo, y payasos contemporáneos. La transición fue compleja, pero lograron crear una identidad renovada que respeta la tradición circense al tiempo que la renueva para un público actual que exige un entretenimiento ético y consciente.

Cristian admite que a pesar de extrañar profundamente a Johnny y los otros animales, esta evolución los hizo crecer como artistas y seres humanos. «Fue difícil adaptarnos, pero encontramos un camino nuevo que ahora nos llena de orgullo. El público valoró nuestro esfuerzo y eso nos dio fuerza para seguir apostando por esta nueva etapa del circo», afirma convencido.

El desafío de apostar a la Argentina

Cristian, horas antes de que comience la función.

El Circo Servian ha resistido décadas en un país marcado por la inestabilidad económica y social. Cristian reconoce que sostener un espectáculo de esta magnitud implica enfrentar enormes dificultades, pero destaca la fidelidad y el cariño del público argentino como la clave para perseverar. «Sabemos que muchas familias hacen un gran esfuerzo económico para venir a vernos. Nuestro compromiso es ofrecerles dos horas de pura felicidad, alejándolos un rato de sus problemas cotidianos», explica.

Cristian señala que han tenido múltiples oportunidades de instalarse en lugares como Estados Unidos o Dubai, pero siempre decidieron regresar a Argentina. Explica que la nostalgia por la tierra natal, la familia y las costumbres argentinas les impide abandonar definitivamente el país. «Somos muy argentinos, llevamos ese espíritu arrabalero a cada lugar donde nos presentamos. Extrañamos nuestro idioma, nuestro humor, la cercanía con el público», relata.

Hoy el circo sigue apostando a Argentina y a las nuevas generaciones. Mateo, hijo de Cristian, es acróbata y participa activamente en los espectáculos, mostrando que la tradición se renueva constantemente. También se sumó recientemente a una función especial Alberto Cormillot, quien, tras quedar fascinado como espectador, decidió integrarse al elenco junto con sus nietas, Abril y Zoe, ambas estudiantes de Circo en la Universidad de San Martín.

Finalmente, Cristian concluye con una reflexión sincera: «Sabemos que apostar a Argentina es un desafío diario, pero nuestra pasión y el amor por el público nos mantienen firmes. Servian es más que un circo, es un sueño familiar que seguimos compartiendo generación tras generación… Mientras exista esa pasión, estaremos aquí, firmes y felices».

Fotos: Chris Beliera y Gentileza Circo Servian

Redacción

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