Por PABLO FIUZA, Presidente de la Cámara de la Industria Argentina del Software (CESSI)
La industria del software se consolidó como uno de los pilares más dinámicos y estratégicos de la economía argentina. Genera divisas, empleo de calidad, desarrollo de capital humano y valor agregado que potencia al resto de las actividades productivas. Es la infraestructura invisible que impulsa la transformación digital del país: desde el agro hasta la salud, desde el comercio hasta la administración pública, todas las actividades encuentran en el software su motor de competitividad e innovación.
En los últimos diez años, el sector creció un 64% en empleo, una expansión notable si se considera que el empleo privado en general apenas aumentó un 1% e incluso cayó en muchas actividades. Así, la participación del software en el empleo privado registrado pasó del 1,4% en 2015 al 2,3% en 2024. Solo durante ese año se generaron 6.131 nuevos puestos de trabajo, y en el primer semestre de 2025 se sumaron otros 1.097. Actualmente, la industria se acerca a los 160.000 empleos registrados, con una participación femenina del 35%, reflejo de un avance sostenido hacia una transformación cultural que nos vuelve más diversos, creativos y sostenibles.
El software argentino no solo crece en facturación, empleo y exportaciones; también se convierte en la base de la innovación del resto de las industrias. En 2024, la facturación total alcanzó los US$ 22.221 millones, con un incremento interanual del 13,1%. Las exportaciones marcaron récords: alcanzaron US$ 2.570 millones, un aumento interanual del 2,6%, y en el primer semestre de 2025 ya totalizan USD 1.322 millones, lo que representa un crecimiento interanual acumulado del 15%. Cada nuevo proyecto que cruza fronteras representa conocimiento argentino que se proyecta al mundo. Incluso en contextos económicos desafiantes, nuestra industria mantiene una curva ascendente porque se apoya en talento, innovación y visión de largo plazo.
Pablo Fiuzza, presidente de CessiEn 2025 marcó un punto de inflexión. La irrupción de la inteligencia artificial está redefiniendo cómo trabajamos, desarrollamos y formamos talento. Algunas tareas iniciales ya pueden automatizarse, lo que modifica el perfil de ingreso de los jóvenes profesionales. La industria del software fue históricamente una gran generadora de primer empleo, y hoy el desafío es garantizar que la IA potencie ese rol, no que lo limite. Por eso, trabajamos junto a universidades y centros de formación para repensar la preparación de perfiles más junior, adaptando los programas educativos a las nuevas demandas tecnológicas y fortaleciendo habilidades humanas que seguirán siendo esenciales: creatividad, pensamiento crítico y colaboración.
Al mismo tiempo, esta tecnología abre un nuevo espectro de oportunidades. Procesos antes costosos y extensos hoy se aceleran, multiplicando la capacidad de innovación y reduciendo tiempos e inversiones. Argentina cuenta con una ventaja estructural: un ecosistema de talento técnico y creativo, una comunidad académica activa y una cultura emprendedora que nos permitió ser cuna de doce unicornios. El desafío es canalizar esa ventaja para que la industria del software se consolide como un verdadero proyecto de país.
Desde CESSI venimos impulsando un compromiso activo con todo el entramado productivo. Algunos sectores -como la banca, las telecomunicaciones o la energía- están muy avanzados en su madurez digital; mientras que otros -como la manufactura o la logística-, aún muestran brechas importantes. Queremos reducir esas diferencias, porque la competitividad del país depende de la transformación tecnológica de todas sus industrias.
La discusión sobre el marco legal de la inteligencia artificial también nos involucra directamente. No se trata de regular para frenar, sino de establecer principios que protejan a los ciudadanos y, al mismo tiempo, incentiven la inversión y la innovación. Argentina tiene la oportunidad de diseñar un marco inteligente que combine ética, seguridad y competitividad. Nuestra experiencia con la Ley de Promoción del Software -que visibilizó y fortaleció a la industria, y hoy es tomada como referencia por otros países- demuestra que los marcos normativos claros pueden impulsar el crecimiento y posicionar al país en el mapa global. Como actores relevantes en este debate, queremos aportar una mirada técnica y constructiva, basada en la trayectoria y la capacidad transformadora del sector.
Argentina tiene talento, creatividad y capacidad de adaptación. Nuestra industria demostró que puede crecer incluso en contextos adversos. El gran desafío para los próximos diez años será lograr que toda la sociedad reconozca el potencial de esta industria. Que el software deje de percibirse sólo como un sector tecnológico para consolidarse como el corazón de un nuevo modelo de desarrollo: uno capaz de generar empleo de calidad, exportar inteligencia argentina al mundo y promover un futuro más inclusivo, sostenible y digital.





