La Iniciativa para la Gobernanza Global (en lo adelante, IGG) presentada por el presidente chino Xi Jinping el pasado mes de septiembre, en el marco de la Cumbre de la Organizacion de Cooperacion de Shanghai Plus, constituye una importante oportunidad para los países de Latinoamérica. Sus implicaciones prácticas podrían profundizar las relaciones económicas, tecnológicas y culturales.
Desde el punto de vista de la igualdad y la multipolaridad, la IGG constituye una plataforma para que naciones pequeñas y medianas de Latinoamérica participen en la promulgación de políticas y toma de decisiones. De esta manera, aquellos estados que presentan entornos institucionales estables pueden aprovechar la IGG para convertirse en receptores de proyectos de inversión con valor agregado, transformarse en hubs de confianza y desarrollar relaciones simétricas. Sectores como la agroindustria con trazabilidad, la bioeconomía, la logística portuaria, las energías renovables y la economía digital podrían verse beneficiados a través de esta iniciativa. Esto estará condicionado por la puesta en práctica de los preceptos y garantías establecidas. Es necesario acotar que la prioridad para la gran mayoría de las naciones latinoamericanas no es recibir inversión directa sino diversificar la matriz de producción y transformar el patrón de relacionamiento económico global. Por tanto, es necesario evitar que los beneficios se enfoquen solamente en el flujo de materias primas o en las grandes empresas.
Por otra parte, para una correcta implementación de la IGG es necesario que se diseñen instrumentos financieros a largo plazo y se establezcan mecanismos que impulsen la creación de capacidades locales. Por ejemplo, programas de formación, centros de investigación, desarrollo e innovación, los cuales deben ir acompañados de condiciones contractuales que enfatizan el encadenamiento productivo y la creación de empleo digno.
En su lectura, la multipolaridad permite diversificar socios y no depender de un único polo de poder; ofrece acceso a financiamiento, inversión y plataformas multilaterales (ONU, BRICS, Foro China-CELAC) que amplían las alternativas de desarrollo regional.
Desde el enfoque del desarrollo centrado en las personas, la IGG debe generar proyectos que prioricen la seguridad alimentaria, la educación, la salud y las oportunidades de desarrollo para las pequeñas y medianas empresas. En ese sentido, es imprescindible que los proyectos generados incluyan objetivos como la capacitación local, la salvaguarda del patrimonio cultural y ambiental, la transferencia tecnológica y el empleo digno. Por tanto, la IGG debe fomentar, más allá de criterios macroeconómicos, la participación social y comunitaria en el diseño de las acciones y su supervisión activa.
En el marco de la gobernanza tecnológica, Latinoamérica no puede convertirse solamente en una mera receptora de tecnología, sino también en agente activo de sus soluciones adaptadas al contexto histórico concreto. La región cuenta con biodiversidad, contextos productivos y desafíos que requieren soluciones ajustadas a sus necesidades. Por ese motivo, debería insertarse en cadenas de valor digitales a través del fomento de programas de becas, fondos mixtos que financien investigación aplicada y laboratorios conjuntos. En ese sentido, la IGG podría funcionar como marco jurídico para la creación de fondos de capital mixto o bancos de desarrollo que promuevan la innovación social.
Desde el punto de vista de la gobernanza ética y el liderazgo desde el Sur, Latinoamérica debe participar activamente en la confección y diseño de normas globales, sobre todo en campos como la inteligencia artificial, a través de la adopción de criterios basados en los derechos humanos y la innovación. En este aspecto, podría fungir como un puente normativo entre distintos modelos regulatorios y ofrecer experiencias de gobernanza para otras regiones del Sur Global. La participación de América Latina en espacios multilaterales promovería el establecimiento de estándares inclusivos donde la transición justa, la protección de datos y la desigualdad social sean ejes temáticos centrales.
En resumen, la Iniciativa de Gobernanza Global constituye la más reciente plataforma multilateral propuesta por China. Sus postulados teórico-conceptuales encierran los principios de política exterior del gigante asiático y su visión del orden mundial. Para América Latina constituye una gran oportunidad para fortalecer los lazos de cooperación con China en ámbitos diversos como la cooperación económica, tecnológica y ambiental. Su éxito dependerá de la capacidad de las naciones latinoamericanas de implementar instrumentos concretos, ya sea financiamiento a largo plazo, formación de talento o transferencia tecnológica. América Latina no debe limitarse a ser un mero receptor de proyectos, sino que debe tener un papel activo en el diseño, implementación y evaluación de aquellas oportunidades que verdaderamente se traduzcan en un desarrollo íntegro, profundo y sostenible.
Para ello se deben definir prioridades regionales y nacionales, y negociar acuerdos que promuevan la participación activa en la creación de nuevas tecnologías ambientales y que promuevan la inclusión productiva.