La línea del Llobregat lleva décadas siendo la hermana pobre de Ferrocarrils de la Generalitat (FGC), con el grueso de la inversión dedicada siempre a la del Vallès. Esa dinámica de desequilibrio perpetuado durante demasiado tiempo cambiará con la prolongación de la línea 8, que ahora finaliza en la plaza Espanya y que cuando acaben las obras se adentrará en el Eixample hasta llegar a Gràcia. Desempeñará el papel de metro en una zona central de Barcelona desprovista de suburbano como es Francesc Macià y, a la vez, dará un impulso a la línea del Llobregat, mejorando su frecuencia de paso y aumentando la capacidad.
El proyecto de prolongación llevaba 15 años arrastrándose en el Plan Director de Infraestructuras (PDI) de la Generalitat como la obra con una mayor tasa de retorno de la inversión. Pese a llevar aparejada una demanda prevista de más de 20 millones de viajes anuales, siempre acababan pasando por delante otras actuaciones menores, quizás por la extrema complejidad técnica que conlleva.
Los trabajos, que empezaron a principios del 2024 y se alargarán hasta finales del 2029, suponen la construcción de algo más de cuatro kilómetros de túnel atravesando el Eixample a unos cincuenta metros de profundidad. En la Gran Via, cerca de plaza Espanya, ya se prepara el pozo de ataque por donde la tuneladora empezará a horadar el subsuelo este mismo año.
Mientras tanto, ya se está trabajando en la excavación de los pozos en los que se construirán las futuras estaciones de Hospital Clínic, Francesc Macià y Gràcia. Seguirán el estilo de las más modernas de la línea 9, con ascensores de gran capacidad en lugar de escaleras mecánicas para subir y bajar de un túnel construido a tanta profundidad para sortear los obstáculos que se encuentra en su trazado, como un gran depósito de aguas pluviales y las vías del AVE.
Las nuevas estaciones, en las que se espera un trajín importante con 70.000 pasajeros diarios, han sido situadas estratégicamente como intercambiadores con la línea 5 de metro (Hospital Clínic), el tranvía (Francesc Macià) y la línea del Vallès de FGC (Gràcia). A su vez, la Generalitat quiere aprovechar para proyectar un intercambiador de autobús en la propia plaza Espanya con acceso subterráneo, creando unas posibilidades de conexión entre distintos medios de transporte que a hoy en día aún no existen.
Antes de que todo ello sea una realidad palpable, como la prolongación de la L8 atraviesa una de las zonas más densamente pobladas de Barcelona, los efectos de las obras están siendo notables para los vecinos y los conductores, ya que han obligado a interrumpir la circulación de la calle Urgell en dos tramos durante un año. También se han tenido que cortar varios carriles de la Gran Via y ocupar una zona del parque Joan Miró entre protestas vecinales por la tala de árboles que ha comportado.
