Los últimos responsables de la librería Sant Jordi del barcelonés barrio Gòtic encaran el inminente cierre de este histórico negocio con la esperanza de que tenga lugar un milagro de última hora. El Ayuntamiento se muestra discreto, pero intenta emplear sus últimos cartuchos. Estas pérdidas del patrimonio de la ciudad nunca gustaron a los políticos. Lo que ocurre es que la prórroga del contrato de alquiler de la Sant Jordi terminará el 28, el viernes, en menos de una semana, y la búsqueda de un librero dispuesto a tomar el negocio aún no fructificó. Tic tac, tic tac…
De modo que los familiares del malogrado Josep Morales cruzan los dedos al tiempo que pergeñan qué harán con el singular, catalogado y protegido mobiliario del establecimiento, porque están seguros de que estos estantes son de su propiedad y de que lo último que querría quien fue el alma de esta librería sería que fueran tomados por carcasas para móviles, gafas de sol económicas, camisetas de recuerdo con mensajes groseros… Son los productos que más irrumpen de un tiempo a esta parte por la calle Ferran. Los familiares de Morales no quieren correr ese riesgo. De ahí la importancia de encontrar muy pronto un librero de garantías.
El negocio ofrece estos días descuentos del 50% y un vermut de agradecimiento para quienes le apoyaron
Aunque el dueño del inmueble se muestra dispuesto a cobrar una renta inferior a la que marca el mercado por estas latitudes a fin de que perduren los últimos usos culturales de este local, lo de montar una librería en este lado de la ciudad no deja de antojarse una empresa tremendamente arriesgada. Y estos días Ferran se antoja especialmente tristona.
A muy pocos metros de la Sant Jordi la fachada de la emblemática farmacia La Estrella luce cada día una nueva pintada. Hace meses que la tienda marihuanera que relevó a la vieja farmacia bajó la persiana de modo definitivo, y sus ochenta y tantos metros cuadrados se ofrecen ahora a 8.000 euros el mes.
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Y el otro día el popular presentador Marc Giró de la mano de la banda Sidonie dio a conocer de un modo muy simpático a través de las redes sociales los bonitos bolsos de piel para hombre que uno aún puede encontrar en los últimos negocios de toda la vida de este vial, caso de Calpa, Guido, Belles Arts Ferran… Pero quizás unos cuantos posts no basten para superar las reticencias de tantos barceloneses a bajar de nuevo al centro de la urbe. La mayor parte de los turistas prefieren una camiseta de 10 euros. Y los comerciantes señalan que también sería conveniente mejorar la seguridad, la limpieza, el mantenimiento…
Además, como siempre ocurre en el Gòtic en cuanto trasciende que un inmueble puede pronto quedar libre, también están apareciendo los oportunistas con proyectos de negocio más bien ambiguos y peregrinos. Hasta unos cuantos coleccionistas de muebles le tienen el ojo echado a la Sant Jordi. La esperanza es lo penúltimo que se pierde, y aún queda tiempo y en cualquier momento puede sorprendernos un final al estilo de Qué bello es vivir . A veces las jugadas a la desesperada salen bien. Estos días el Ayuntamiento, la asociación de comerciantes Barnacentre y el Gremi de Llibreters de Cataluya tratarán de conjurar el último milagro. Entretanto los últimos responsables de la Sant Jordi ya están ofreciendo descuentos de hasta el 50% a fin de aligerar su stock cuanto antes, y encima hoy domingo invitarán a un vermut a todos aquellos que les prestaron su apoyo, tanto en las últimas semanas y como en los últimos años.
