Era la heredera de un imperio, pero la imagen que devolvía el espejo nunca le alcanzaba. Christina Onassis (1950-1988) vivió entre lujos desmedidos, tragedias familiares y una relación tormentosa con su propio cuerpo.
Su obsesión con las dietas la llevó a someterse a tratamientos extremos, ingerir cócteles de pastillas y pasar por reiteradas internaciones en clínicas italianas y españolas donde intentaba, una y otra vez, controlar su peso y su angustia.
Como puntualizó tiempo después su amiga Marina Dodero –en cuya casa del Tortugas Country Club la multimillonaria falleció el 19 de noviembre de 1988–, la socialité de origen griego sufría de ansiedad y padecía trastornos alimenticios.
“Hacía lo que quería”, aseguró Marina. También contó que tomaba pastillas para dormir a raíz de tanta cafeína que ingería: consumía 24 bebidas cola de las chiquitas por día, una por hora.

La batalla eterna por su imagen: la fortuna que no era suficiente
Desde temprana edad, Christina luchó contra su figura. Criada bajo la imponente sombra de su padre, Aristóteles Onassis, y rodeada de mujeres esbeltas y glamorosas, su cuerpo se convirtió en su mayor inseguridad. Se sometió a innumerables regímenes alimenticios, algunos supervisados por médicos y otros directamente diseñados por gurúes de la belleza de la época, que prometían resultados rápidos a cambio de métodos dudosos.
La presión por encajar en los estándares del jetset internacional fue letal. Para la década de los 70 y 80, Christina ya era una clienta habitual de las exclusivas clínicas europeas especializadas en reducción de peso.
Lugares como la clínica Henri Chenot, en Italia, o los sanatorios suizos de alta gama la recibían con regularidad. Allí, pasaba semanas sometida a planes alimenticios restrictivos y tratamientos de desintoxicación que la dejaban debilitada y emocionalmente exhausta.

Las pastillas que marcaron su destino: entre la automedicación y la adicción
No solo las dietas estrictas formaban parte de su rutina. Christina Onassis consumía un cóctel de medicamentos que incluía anfetaminas para reducir el apetito, ansiolíticos para calmar la ansiedad y somníferos para conciliar el sueño.

Los informes médicos de su fallecimiento revelaron que tomaba barbitúricos, antidepresivos y fármacos para el control de peso en dosis peligrosamente elevadas.
El listado de medicamentos hallados en su suite del Alvear –su morada paralela a sus extensas estadías en lo de Dodero– es extenso y alarmante. Entre ellos se encontraban nombres como Mogadon, Tryptizol, Librium, Valium, Polaramine y Theodene, una combinación explosiva que evidenciaba su lucha contra la depresión, la ansiedad y el insomnio.

Entre la brusca pérdida de peso y la fragilidad emocional que no pudo remontar
Dos meses antes de su muerte, Christina Onassis había bajado más de 20 kilos. Los testimonios de quienes la vieron en sus últimos días describen a una mujer frágil, agotada y cada vez más dependiente de los fármacos. Sus estadías en clínicas se habían vuelto más frecuentes y sus médicos advertían sobre el peligro de sus hábitos.

El 19 de noviembre de 1988, Christina fue hallada sin vida en la bañera de la casa del Tortugas Country Club de Dodero, donde también compartía su tiempo con el hermano de su amiga, Jorge Tchomlekdjoglou –con quien se iba a casar–.
Tenía solo 37 años. Oficialmente, se habló de un edema pulmonar, pero la combinación de medicamentos y el desgaste físico generado por su régimen de vida dejó pocas dudas: su cuerpo no resistió más.

La última noche con vida de Christina Onassis en palabras de su mejor amiga, Marina Dodero
“Me llamó la atención que ella estaba destemplada. Me dijo que tenía frío y hacía un calor bárbaro. Esa noche comimos rico y recordamos mucho a su padre y a su hermano también muerto, Alex. Estaba melancólica, pero feliz”, recordó la socialité Marina Dodero, quien la alojaba en el Tortugas.
Esa noche no durmieron juntas como solían hacerlo porque Onassis se lo pedía. “Necesitaba compañía. Yo no estaba acostumbrada a dormir con mujeres, pero era como una hermana”, explicó en 2022. Esa noche también le pidió ir a rezar a la capilla. Cuando volvió junto al hermano de su amiga, Jorge Tchomlekdjoglou –con quien se iba a casar–, la visitó brevemente a Dodero en el cuarto.
“Me tiró un beso al aire y dijo ‘buenas noches’ en griego. Fue la última vez que la vi”, explicó.

De sus tratamientos a “sus pantagruélicas comilonas”, según Thierry Roussel, padre de su hija
A un mes del fallecimiento de Christina, Thierry Roussel, el padre de su hija Athina, habló con GENTE sobre la difícil batalla de Christina. “Tenía los caprichos lógicos de cualquier mujer. Su ansiedad, en cambio, era más fuerte que nuestro amor. Le ofrecí lo máximo que pude: el amor de un hombre, una familia y una vida sin sobresaltos. Pero no pude estabilizarla”, explicó compungido.

A la hora de definir su personalidad “difícil”, prefirió hacerlo así: “Tenía un carácter cambiante y muchas veces la enfurecía tener que esperar algo, por ejemplo. Pero cuando estaba rodeada de amigos era alegre”.
También hizo hincapié en sus vaivenes con el peso, aunque aclaró que no estaba obsesionada por ser un «cisne». También dijo que elegía centros italianos y Marbella (España) para sus largas curas “que contrarrestaba con pantagruélicas comilonas. Esa era su enfermedad”.

Sorprendido por la repentina muerte de Christina, por ese entonces compartió: “Es ridículo que haya muerto porque llevaba unos días tomando sólo jugos o Coca Cola. Christina solo tomaba las pastillas que le medicaban. Quizás se encontraba muy debilitada, pero como consecuencia de otro tipo de dieta, que ella no le confesó a nadie”.
Recordemos que el médico que revisó el cuerpo de la multimillonaria en la Clínica del Sol dejó constancia de que el único antecedente de importancia en la paciente era que se hallaba “en una estricta dieta hipocalórica y que recibió un derivado anfetamínico (flenfuramina) y un ansiolítico o hipnótico”.
Las obsesiones de Christina, en palabras de su último amor, Jorge Tchomlekdjoglou
Conmocionado por la muerte de su amada, Jorge Tchomlekdjoglou le brindó un reportaje exclusivo a GENTE y reveló detalles desconocidos sobre la vida de Christina. «Estaba bajando casi medio kilo por día. Quería también operarse de la barriga y las piernas. Estoy seguro de que después de un tiempo nadie la hubiera reconocido. Se estaba poniendo muy linda», sostuvo el hombre con el que planeaba casarse, edificar dos casas y hasta tener un hijo.

«Ella tenía que recuperar sí o sí el terreno perdido. Ella tenía una vida fantástica que nunca vivió. Nunca gozó de esta vida», cerró Jorge Tchomlekdjoglou entre lágrimas.

Fotos: Archivo Grupo Atlántida
Compilación de material: Gustavo Ramírez