La «maquinaria represiva» que en épocas pasadas se enfocaba en atacar a los escritores en Centroamérica se ha girado en contra de los periodistas, mientras que en la región «se acabó la época de la democracia» y ha entrado a una fase autoritaria, dijo en una entrevista el reconocido escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya, que además presentará una nueva novela en junio.
En esta conversación, Castellanos Moya, que formó parte del festival literario Centroamérica Cuenta en Guatemala, reflexionó sobre los peligros que enfrentan los periodistas en la actualidad centroamericana en comparación con la época en la que él lo ejerció, el papel de la literatura en contextos autoritarios y el vaciamiento de las instituciones democráticas.
Periodismo y represión
De acuerdo con Castellanos Moya, autor de novelas como El asco (1997), El arma en el hombre (2001) y Tirana Memoria (2008), «el escritor dejó de ser en buena medida (el) objetivo y dejó de importar en términos políticos para la represión».
«Toda esa maquinaria represiva que antes se enfocaba hacia el disidente ideológico y político como escritor se enfocó hacia el periodista», explicó Castellanos Moya y señaló que «la gran cantidad de crímenes que se tienen en Latinoamérica a partir de los 90 y hasta para la actualidad es de periodistas».
Opinó que «la lucha ideológica no era importante, entonces los pensadores, los escritores ya no fueron importantes, era más bien aquel periodista que buscaba la verdad el que se convertía en objetivo de la persecución«.
En este contexto y con el fin de la Guerra Fría y el fin de los conflictos armados en Centroamérica, el autor recordó que esta región entró en un «nuevo momento histórico, que fue el momento de la democracia que arrancó a principios de los 90 y que ha terminado ahora«.
«A partir de 2018 y 2019 se da otro cambio, se acabó la época de la democracia y hemos entrado en una época en la que hay gobiernos dictatoriales, autoritarios, etcétera y se está retomando un modelo de represión, castigo indiscriminado hacia aquellos que disienten, hacia aquellos que tienen una opinión distinta, como es el caso de Sergio Ramírez», indicó.
Ramírez es ganador del Premio Cervantes 2017, a quien el Gobierno de Nicaragua, presidido por Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, lo despojó de su nacionalidad y vive en el exilio. Castellanos Moya recordó que en su época en el periodismo «no habían los mecanismos de represión que existen ahora».

«Una vez que se deterioran los sistemas democráticos, en cada país con sus particularidades, para el periodista la situación es mucho más difícil, (…) y la situación en que ahora se ejerce el periodismo aquí en Centroamérica y México no hay comparación, ahora es muy arriesgado, ahora es muy difícil», lamentó.
Centroamérica, ¿tierra de autoritarismos?
Consultado sobre si la región centroamericana es fértil para el autoritarismo, Castellanos Moya matiza al apuntar que se trata más de un problema de memoria. «No sé si sea la expresión exacta de decir un territorio fértil, pero definitivamente hay expresiones de la voluntad popular, como en el caso de El Salvador, que parecieran no tener en cuenta lo que ha sido la tradición del país» y se ha dado paso a un «sistema más híbrido», dijo el autor de La diabla en el espejo (2009) y Baile con serpientes (1996).
Subrayó que «hay otras variables, pero el hecho es que lo que era el régimen, el sistema democrático que surgió con la guerra civil (1980-1992), con las negociaciones de paz, acabó con la llegada de este nuevo presidente y la derrota absoluta de las fuerzas que habían llevado adelante 30 años de construcción democrática».
Planteó también que «una pregunta bastante seria» es «¿por qué estas fuerzas que durante 30 años habían estado dirigiendo el país para hacer la construcción democrática colapsaron como un castillo de naipes?».
En el caso de Nicaragua, apuntó que se ha dado «un círculo vicioso», porque se ha convertido en un régimen «incluso quizá peor que el que tuvieron con la dictadura de Somoza».
Sobre el caso de Guatemala, Castellanos Moya mira una diferencia con El Salvador, en el que el presidente Nayib Bukele tiene un «exceso de poder» que genera un «vaciamiento de las instituciones» democráticas.
Con respecto a las relaciones entre Estados y el crimen organizado, el escritor valoró que también es parte de la «descomposición del Estado, del vaciamiento de las instituciones«.
Literatura y autoritarismos
El autor de La metamorfosis del sabueso (2011) se refirió además al papel que debería jugar la literatura en contextos autoritarios, y dijo que «cuando la política se ha acabado aparece la historia y cuando la historia se ha acabado aparece la literatura».
«La literatura necesita añejamiento, necesita perspectiva, necesita distancia para poder construir obras que tengan un sentido trascendente, obras que puedan quedar en el tiempo», acotó el escritor, también autor de Desmoronamiento (2006), Moronga (2018) y La sirvienta y el luchador (2011).
Por ello señala que «es muy difícil que la literatura cumpla un papel inmediato, eso no hay que ni que planteárselo, porque no es posible. En esta época lo que le toma la temperatura a las condiciones de cada país» es el periodismo, remarcó.
Por lo pronto, Castellanos Moya volverá a publicar ficción con el lanzamiento en junio próximo de su nueva novela Cornamenta, con el sello Random House, ambientada en El Salvador de 1972 y que da continuidad a su saga de la Familia Aragón, según dijo.
Castellanos Moya adelantó que su nueva obra se centra en las experiencias de un miembro de la referida familia, quien «se ve involucrado lateralmente» en el contexto político de El Salvador de 1972.

Indicó que se reproducen las elecciones en las que compitió el candidato opositor Napoleón Duarte y el coronel Arturo Armando Molina, que «fueron impugnadas y se dice que Duarte ganó, pero que los militares le quitaron el triunfo y luego Molina fue ratificado no por el voto popular, sino por la Asamblea Legislativa».
«A partir de eso, se creó una situación bastante anómala y después hubo un golpe de Estado, del 26 de marzo del 72, dirigido por el coronel (Benjamín) Mejía. Entonces, la novela sucede en medio de esos eventos«, subrayó.
En esa época, El Salvador se encontraba aún bajo una dictadura militar que arrancó en 1931 con la llegada del dictador Maximiliano Hernández Martínez, bajo cuyo mandato se dio la masacre indígena y campesina de 1932.
En esta etapa de la historia salvadoreña, las sucesiones en el poder se daban mediante golpes de Estado, siendo el último en 1979, y elecciones fraudulentas que dejaban el Gobierno en manos militares.
«La gracia de la novela es un poco reproducir el San Salvador del 72, el paisaje, la mentalidad, la gente, las preocupaciones», parecida a Tirana Memoria, que se da en el contexto de la llamada Huelga de Brazos Caídos de 1974, que llevó a la renuncia de Martínez al poder.
Sin embargo, Castellanos Moya recalca que «es una novela de ficción, una novela inventada totalmente» y comentó que «nunca he dejado de escribir ficción, lo que pasa es que a veces publico más ensayos por distintos motivos, pero siempre sigo con la ficción».
Con información de EFE.