El arte ancestral de navegar a vela latina batalla para ser declarado patrimonio inmaterial de la Unesco, como lo son ya los castells, el flamenco, la Patum de Berga, la dieta Mediterránea o los patios cordobeses, entre otras muchas manifestaciones culturales. El expediente fue presentado en marzo de 2025, pero la resolución, en el mejor de los casos, no llegará hasta finales de 2027, según explicó hace unos días la coordinadora de la candidatura Tamara Nikolic, en el marco de un foro sobre el patrimonio marítimo del Mediterráneo que se ha celebrado en Sant Feliu de Guíxols y l’Escala.
La carrera para que esta forma de navegación con un impacto ambiental nulo sea incluido en la reconocida lista arrancó en 2016 de la mano de un grupo de museos, entre ellos el Marítim de Barcelona, con el fin de salvaguardar una forma de navegar milenaria, empleada por griegos, romanos, fenicios y árabes. El primer documento gráfico conservado data del siglo II a C.
Antaño este tipo de embarcaciones se usaban para el transporte de mercancías o la pesca, hoy su uso está vinculado al ocio
Utilizada antaño para el transporte de mercancías y usos pesqueros, su uso empezó a decaer con la consolidación del barco de vapor en el siglo XIX, según explica Lurdes Boix, hasta hace pocos días vice-presidenta de la Asociación de Museos Marítimos de la Mediterránea (AMMM), entidad que respalda una candidatura transversal que engloba a cinco países mediterráneos (España, Francia, Italia, Grecia, Croacia) y Suiza, en tanto que en el lago Léman ya en el siglo XIV se utilizaban embarcaciones de vela latina para pescar y navegar.
“Si no se preserva, los conocimientos y habilidades que permiten navegar en una embarcación de este tipo y que pasan de generación en generación caerán en el olvido”, explica Boix. Según el Inventario de embarcaciones tradicionales de Catalunya de la Federació Catalana per la Cultura i el Patrimoni Marítim i Fluvial, en 2022 había unas 180 embarcaciones de este tipo registradas. Y muy pocas eran originales.
Si no se preserva, los conocimientos y habilidades que permiten navegar en una embarcación de este tipo y que pasan de generación en generación caerán en el olvido
Lurdes BoixAsociación de Museos Marítimos del Mediterráneo
Esta forma de navegar tocó fondo entre 1960 y 1970, con la pérdida de las últimas embarcaciones de pesca de aparato latino, pero se ha reactivado en los últimos 35 años, con la irrupción de asociaciones, museos y entidades que han contribuido a recuperarla.
Su uso actual está muy vinculado al ocio y a la preservación de la cultura marinera. En 1986 se celebró el primer encuentro de vela latina en Sant Feliu de Guíxols y desde entonces han proliferado las jornadas para dar a conocer esta forma de navegar que utiliza solo la fuerza del viento para avanzar. El último fue coincidiendo con la Fiesta de la Anxova i de la Sal de l’Escala, que congregó a decenas de embarcaciones.
Lee también
El patrimonio cultural material e inmaterial de Barcelona y Cataluña, protagonista de La Mercè
Sandra Gonfaus

Ahí estaba Salvador Feliu, de 81 años, y su hijo Xeve , miembros de una familia de seis generaciones de mestres d’aixa (carpinteros de ribera), dedicados a la fabricación y reparación manual de embarcaciones. Confían que el reconocimiento de la Unesco se traduzca en más recursos por parte de las administraciones y una mayor sensibilidad social. “Ojalá que ayude a reconocer el trabajo de tantas asociaciones que durante años han contribuido a preservar este patrimonio marítimo contra leyes que lo han hecho muy difícil”, dice Xeve .
Se refiere a la norma que obligaba a los pescadores que querían una nueva barca a destruir una embarcación del mismo tonelaje. “Aquello supuso una pérdida dramática de patrimonio”, explica. Salvador Feliu dice que en países europeos como Holanda, Reino Unido, Francia o Croacia existe una mayor sensibilidad por parte de las administraciones. “Está más respaldado, hay subvenciones; sin embargo aquí en Catalunya no hay ningún tipo de ayuda”, afirma.